Ť El autor de Ebano señaló que la amistad es elemental para ejercer la profesión
Con el avance tecnológico, el periodismo se convirtió en labor de masas: Kapuscinski
Ť La novelas actuales son aburridas si se las compara con el mundo circundante, dice
Ť ''Justa, la causa de los zapatistas porque los indígenas reclaman reconocimiento''
CESAR GÜEMES
A diferencia del rostro, curtido por el sol, tiene las manos blancas y las emplea para apoyar con movimientos muy pausados sus palabras. Un hombre como Ryszard Kapuscinski, con 20 libros publicados y al menos 40 años de ejercer el periodismo dice, sin embargo, no encontrarse a mano con la vida que le tocó en suerte:
-Sufro mucho un complejo de inferioridad porque no sé pintar.
Y lo afirma en serio, incluso con un cierto dejo de tristeza. Está de paso en México a fin de impartir un taller de crónica a través de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que preside Gabriel García Márquez, y de ofrecer hoy a las 18:00 horas una conferencia magistral en la unidad Santa Fe de la Universidad Iberoamericana.
Historiador de profesión, egresado de la Universidad de Varsovia, Kapuscinski habla un claro español, aplicado entre otros países en el nuestro, donde residió años hace un par de décadas. Periodista, su visita acompaña la llegada a México de su nuevo libro, Ebano, publicado por Anagrama. Y si no es pintor, es poeta, único género literario que se permite.
-¿Cuál diría que es la correlación de fuerzas entre los procesos sociales y la hiperabundancia informativa que caracteriza al mundo contemporáneo?
-La manera que tenemos de imaginar proviene de un mundo muy distinto al nuestro, con menos comunidades, que se movían en busca de comida. Se conocía sólo el propio vecindario. Eso determinó la estructura de nuestra imaginación. Pero de repente, en los últimos 20 años esa forma de entender el mundo fue atacado por una avalancha de informativa, de puntos de vista y datos que nuestro pensamiento es incapaz de absorber y procesar. El problema ahora no es tecnológico, sino de un penoso y difícil cambio de estructura y sensibilidad en nuestra forma de entender.
Literatura sin distinción de géneros
-Después de que se ha vuelto usual que su trabajo periodístico se lleve a libros, ¿ha percibido la necesidad de hacer ficción?
-Sólo poesía. Pero nunca una novela. No tengo ese tipo de talento, no sé cómo se hacen. Tampoco puedo escribir obras de teatro, aunque muchos de mis libros han sido adaptados a ese medio. Además, la vida y lo que pasa en el mundo me parece tan fascinante que la mayoría de las novelas actuales, comparativamente, resultan aburridas. Y no es nadamás mi opinión.
''Hay estudiosos muy serios del asunto y señalan que es posible que la literatura como género esté agotándose. Vamos, es difícil encontrar una novela que aporte algo a nuestro conocimiento. Hace años, por ejemplo, se podía mencionar a grandes escritores franceses, y hoy solicito que me digan el nombre de un gran escritor contemporáneo francés. Ante esa pregunta, sólo escucho el silencio.
''A cambio, se está creando un nuevo tipo de literatura. Son libros de los cuales no puede decirse a qué género pertenecen. Por ejemplo, tenemos Tristes trópicos, de Lévi-Strauss, en donde podemos reconocer cinco diferentes géneros: es un libro filosófico, de crónica de viaje, de literatura, de reportaje y de ensayos. ¿Dónde lo colocamos? No sabemos. Bueno, entonces la mejor literatura de hoy es aquella que no distingue los géneros. El problema actual para calificar un libro no es a dónde pertenece, sino determinar si es bueno o malo como único criterio."
-¿Después de toda una vida dedicada al periodismo, con 20 libros en su haber, continúa pensando que la mejor manera de obtener la información para un periodista pasa por el camino de la amistad?
-Decididamente. En nuestro oficio todo depende de los otros. Un periodista solo no puede hacer nada, vive gracias a su entorno. Es necesaria una disposición de hacerse amigos, sin ella es imposible avanzar. Claro, hay que tener cualidades propias, pero si vamos a una ciudad o un sitio apartado, dependemos de nuestros contactos, nos volvemos en el mejor sentido esclavos de la situación. Alguien que no entiende esto no puede ser periodista. La amistad es un factor elemental en la profesión.
-¿Fue la amistad o la vocación lo que propició se convirtiera en reportero, particularmente en corresponsal de guerra?
-Nací con este oficio, no pude elegir. Empecé a tener contactos con la escritura a través de la poesía, a la que me acerqué cuando estudiante.
''Cuando se reorganizó la prensa en mi país, después de la Segunda Guerra Mundial, me llevaron prácticamente de la escuela al periódico. Tenía entonces 18 años. No elegí. Desde la niñez fui condenado a esta profesión. En cuanto a la guerra, la odio, fui corresponsal por deber profesional. Así estuve en Asia, Africa y América Latina. Fueron momentos muy agitados porque en esa época muchas naciones luchaban por su independencia, y a ello hay que sumar la guerrilla que caracterizó esos años. Me inicié en la corresponsalía de guerra no por amor al conflicto sino por razones de oficio. No es algo agradable. El corresponsal de guerra no sólo se arriesga, sino que lleva una vida penosa.
''Luego, es importante observar que el mundo de la guerra cambió. Se terminaron ya los grandes conflictos, desde hace 25 años no tenemos en ningún lado una guerra entre Estados sino sólo pequeños conflictos fronterizos. Nunca jamás en el pasado se vio una época como ésta, sin grandes conflictos armados. A cambio tenemos varios problemas internos que se dirimen a tiros. De ese tipo de pequeñas guerras alcanzo a contar 62 en este momento. Y hay un fenómeno paralelo: la privatización de la guerra, que involucra intereses particulares o de grupos que luchan para conseguir ciertas ventajas. Esto implica una creciente debilidad del Estado. Aquel Estado fuerte, que monopolizó la violencia con las fuerzas armadas y la policía, está terminando. Hoy la violencia es privada y dispersa. El Estado se ve débil al controlar el fenómeno. Existen tantas organizaciones mercenarias y de seguridad privada que cualquiera con dinero puede tener su propio cuerpo de seguridad y comprar armas en todo el mundo. Ese es un problema por el que pasa la concepción de Estado: se vuelve obsoleto después de 200 años de que apareció formalmente".
El oficio dejó de ser aristócrata
-¿Qué parte de usted es periodista por naturaleza y qué lo es por oficio?
-No hay reglas, es cuestión de talento. Sencillamente una persona tiene cierta sensibilidad y la aplica. Hay otros que no la tienen y no podrán desarrollarla porque no se aprende. Ante un hecho visto por cien personas lo más posible es que sólo una se vea afectada sensiblemente, y las otras 99 se queden impávidas. Chéjov decía que se da un hombre talentoso en cada dos millones de personas. Y así es más o menos. Por ejemplo, sufro mucho un complejo de inferioridad porque no sé pintar, pese a que siempre me gustó. Es algo que no se puede aprender y lo acepto. No nací con esa característica. Trato de pintar y no me sale nada.
-Es historiador por su formación universitaria. ¿Cómo se entrelaza esa base académica con su ejercicio periodístico?
-Me ayuda, claro. Sin conocer las raíces históricas no se puede entender un fenómeno. Nuestro oficio cambió enormemente en los más recientes 20 años. Antes el periodismo lo ejercían sólo algunas personas con alta calificación. Pero con el avance tecnológico el periodismo se ha vuelto labor de masas. Hay muchas personas que trabajan en los medios. Así que el oficio perdió su calidad aristocrática. Hoy cualquiera es periodista. En cada pueblo, al que uno vaya, tienen una iglesia y una escuela de periodismo. Desde luego que la cantidad de personas dedicadas al periodismo no habla de la calidad. En cada país hay sólo uno o dos buenos periódicos y una o dos buenas estaciones de radio y televisión. No podríamos esperar que todos fueran buenos en este oficio porque eso iría en contra de cualquier experiencia humana.
Ante la necesaria pregunta sobre su punto de vista del neozapatismo, reconoce no tener opinión precisa, toda vez que lleva sólo tres días en México, pero no evade responder:
''Me parece que es parte del mundo nuevo el hecho de que se despierten fuerzas que reclaman reconocimiento e importancia de su identidad cultural. Creo que en esa dirección se están desarrollando muchos movimientos regionales étnicos en el mundo entero, lo mismo en Africa que en Asia, que precisan vivir en un mundo democrático y multicultural. Su causa es justa. Sé que México tiene una enorme parte de población indígena y reclama ser reconocida como perteneciente a una nación."