VIERNES Ť 9 Ť MARZO Ť 2001
José Cueli
Los Marcos indescifrables
La caravana procedente de Chiapas está por arribar a la ciudad de México. Marcos, en las carreteras y las plazas de los estados sureños del país genera, con su presencia, una ausencia en el aire, un vacío que parece encarnar otro vacío anterior. Aire que no es ráfaga de viento ni acaso brisa y pareciera no poder mover ni una pluma. Una vibra le recorre la piel a la luz de las luciérnagas que le acompañan desde la selva chiapaneca, en deleite casi mágico contemplando pasar las nubes que ocultan las voces de millones de indígenas excluidos. Voces que se pueden escuchar si se guarda silencio en noches serenas y son, a su vez, pozo endemoniado que conduce a la escritura interna indescifrable. Jeroglífico misterioso que lleva a lo insondable. Temporalidad pura de una visión y un lenguaje nuevos que trascienden. Fugacidad del tiempo que es la vida-muerte.
Habla indígena, fluida, musical, que no es canto al pasado sino canto en presente, a lo que está presente siempre, que trasciende de manera imperceptible tiempo y espacio. Lengua indígena que ahora salta a un primer plano develada en la figura de Marcos cuyo liderazgo, entre otras cosas, tiene su arraigo al haberse erigido en la voz de los sin voz, de los silenciados. Marcos poeta indígena -a pesar de no serlo, o tal vez sí- encarna lo indígena, siendo lo indígena la única tradición viva de México. El tiempo que se escapa ''visto" desde otro lugar, desde la creación de nuevos sentidos y formas de expresión que abren otros espacios.
Marcos defensor de los indígenas es una máscara transparente y tras esa transparencia desaparece. Se evade por fidelidad a su propia máscara y refleja ese algo que no acaba de ser expresado, que se escapa. Esa palabra que nos envía a otra, la frase que se desliza hacia la siguiente, ese encuentro que nos refiere a otro encuentro, de manera interminable.
Por eso Marcos se nos escapa. Ni siquiera es posible asirlo entrando en contacto espejeante con alguna de sus partes, pues cada una es el reflejo de una unidad escondida en espacios invisibles que no llegan a los mapas ni caben en la globalización. Presencia milenaria indígena que se desliza por entre las partículas de los átomos del espacio, fuera de las fronteras, al margen, en los márgenes, en región desconocida. Poesía del color de la tierra tejida en la ausencia que pasa entre las hojas de los árboles y las mira caer. Extranjero en la ciudad de otro tiempo y otro espacio, camina en vacío circular de difícil captación. Marcos y sus Marcos, personajes difusos, mágicos, llenos de colorido difuminado. Espejos de nuestro indigenismo que nos desnudan, avergüenzan y nos atrapan en el placer de lo mágico, lo trascendente, lo inapresable.
Poesía alucinante, sin rima, huidiza, polimorfa, en pos de la palabra inencontrable. Rostro terrorífico humillado en busca de dignidad, expulsado de la palabra y refugiado en la escritura interna. Extraño inconsciente del lenguaje que es incoherente para los hombres de la ciudad portadores de otra simbología. Caramelo ético que se infiere de la metafísica como rompecabezas inarticulable, poesía de piedra, piedra lodo, lodo café, café anaranjado de atardecer en la selva que resulta indescifrable para el ''Carreño político".