VIERNES Ť 9 Ť MARZO Ť 2001
TEATRO
Muerte accidental de un anarquista
"ESTAMOS CON LA mierda hasta el cuello por eso caminamos con la cabeza erguida" exclama "El loco", personaje central de una de las más representadas obras de Darío Fo, Muerte accidental de un anarquista, que de nueva cuenta vuelve a nuestros escenarios, ahora de la mano de Marta Verduzco en función de directora y con el patrocinio de la Dirección de Teatro y Danza de la UNAM.
ESA FRASE DEL "Loco" resume la situación en que nos encontramos los que vivimos dentro de sociedades como la nuestra, burguesa, corrupta y decadente en la que valores como justicia, dignidad, honradez y probidad no son más que puras palabras sujetas a los intereses de los poseedores del poder político y gran capital. Ejemplos de eso sobran hoy en nuestro país.
PERO NO SOLO aquí se cuecen esas malas artes sino en todo el mundo capitalista. Así nos lo demuestra el dramaturgo Premio Nobel 1997 en esta obra en la que, utilizando nuevamente el tono fársico que tan bien maneja, a través de una historia sencilla pone en relieve la corrupción de las corporaciones policiacas y sus cómplices del poder judicial quienes no se detienen ante nada, incluyendo el asesinato, para alcanzar sus fines y, claro, mantener su impunidad.
SIN EMBARGO, SON tan torpes en sus maniobras estos sirvientes del poder, tan burdas sus ideas y su "presentación de hechos", que cualquier persona medianamente inteligente puede poner en evidencia la falsedad de esas declaraciones. Tan es así que algunos espectadores mal pensados e ingratos que no quieren a nuestras autoridades (nunca faltan los desadaptados, sea por Dios), al presenciar la Muerte accidental de un anarquista luego luego piensan en Colosio, Ruiz Massieu, Aguas Blancas, el cardenal Posadas y otras tantas linduras del México actual que, por supuesto, nada tienen que ver con la obra que nos ocupa.
Y ES QUE esta farsa de Fo lo que nos pone sobre el tapete es el cuestionamiento de cómo un anarquista detenido en un cuartel de policía de pronto se volvió loco y, en un rapto, se lanzó por la ventana de un piso alto sin que nadie pudiera impedírselo y, claro, se mató al estrellarse contra el suelo. Pero hete aquí que hay una serie de datos que hacen pensar que el susodicho no se lanzó solo sino que fue arrojado y, bueno, esto pone un poco en duda las afirmaciones de los policías y otras autoridades que lo "custodiaban".
PARTIENDO PUES DE un hecho "sencillo" y circunscrito a un ámbito reducido, Fo traslada la problemática a lo macro y pone en evidencia el entramado de poder, de intereses y de corrupción existente en todo el sistema social.
EN SU ACTUAL montaje, la farsa cuenta con un buen trabajo actoral general pero con el problema de una dirección exagerada que exacerba lo chusco, roza lo chabacano y pone en peligro el mensaje. No puede olvidar nadie que se atreva con Darío Fo -y menos una profesional como Marta Verduzco- que el teatro de este autor no es "inocente", es un teatro abiertamente político, comprometido y de izquierda. Pretender paliar eso y hacerlo incluso involuntaria o inconscientemente es desvirtuar el teatro de Fo.
EMPERO, NO, NO es tan grave la cosa aquí y la versión que nos ocupa es bastante recomendable. Se presenta en el Museo del Carmen (Av. Revolución, esquina Monasterio, San Angel), viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingo a las 18:00 horas.