DOMINGO Ť 11 Ť MARZO Ť 2001

Ť Se coordinan con la sociedad civil de las localidades

Representantes indígenas, al relevo en labores de seguridad

Ť Han asumido su encargo de manera natural y relajada

JESUS RAMIREZ CUEVAS Y RAMON VERA HERRERA

Unas 200 personas wixárika, tzeltales, choles, tzotziles, rarámuri, od'ham, nahuas del sur de Jalisco, purépechas, mixtecos y mixes, han asumido -junto con la sociedad civil de cada sitio que los recibe y el equipo logístico de la caravana- la seguridad de la delegación zapatista, sustituyendo a los monos blancos.

Esto ocurrió cuando por descansar un poco, la delegación Jalisco omitió asistir a Iguala y de Tepoztlán se lanzó a Cuautla, constituyendo en los hechos una avanzada. Desde entonces, el Congreso Nacional Indígena, mediante una comisión especial, llega primero a los sitios en donde pernoctará la comandancia, y supervisa y organiza la seguridad, de manera natural y suelta, junto con la sociedad civil de las localidades.

Cuentan los wixárika que al llegar varias horas antes a Cuautla los organizadores del acto en el Centro Ferial les pidieron que les echaran una mano. "Ta bueno -dijeron-. Nunca hemos hecho una guardia pero vamos a ensayar vallas". Practicaron varias formas, que si de dos filas, que si compactos o sueltos, todo entre risa y risa, mientras alguien les decía cómo se veían, si imponentes o de a tiro inútiles, y que cuando estaban desprevenidos el observador corrió hacia la valla con toda su fuerza intentando romperla. La formación ni se inmutó. Una segunda vez, igual por sorpresa, y tampoco. "No, pos sí está güena la valla", dijeron.

Un miembro de su equipo logístico, de la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI), cuenta que es tal la presencia de los wixárika que no necesitan gritarle nada a la gente o empujarla. "Con los puros ojos los controlan".

Los monos blancos han mantenido su humor y su distancia, sabedores de que hay personas que reconocen su trabajo pese a la campaña en su contra en la televisión, que anuncia cremas blanqueadoras para borrar lo prieto pero se queja de que un grupo de güeritos de varios países supervise que no le pase nada a la comandancia. Lo que nadie parece anotar es que los monos blancos sustituyeron, en un buen momento, a la Cruz Roja Internacional.

La nueva brigada indígena ha recibido ya una carta directa de los delegados pidiéndole que por favor se hagan ellos responsables.

José Carrillo, comisariado de bienes comunales de Tuxpan de Bolaños, comenta: "Nos dicen que somos muy organizados, pero no sabemos por qué dicen eso. Para nosotros es pura diversión, alguien saca el violín, otro su guitarrita, y entre que bailamos y cantamos todo va saliendo facilito, como allá en Nurio, que sin darnos cuenta barrimos toda la plaza del pueblo en un ratito. Si eso es estar organizados, pues qué a gusto".

"La idea de la seguridad ya la traíamos desde Nurio. En las mesas de trabajo se nos pedía a las autoridades tradicionales, a los kawiteros, a los comisariados, que diéramos un realce para que el tal Diego de Cevallos no tenga cara para decir que esto es un puro carnaval. Ese señor dice que la gente nomás vino a ver. No, Ƒverdad? También luego hay gente de la sociedad civil que quiere hacer valla nomás por tomar foto. Ahora nosotros 'stamos contentos de hacerlo junto con otras varias organizaciones de otras regiones".

Lo cierto es que en Xochimilco, la brigada indígena se topó con un acto muy bien planeado. La sociedad civil ya tenía pintado todo el gimnasio, ubicadas decenas de colchonetas deportivas para que durmiera todo mundo, y equipos de limpieza y comida listos (hasta con tapabocas, por aquello de la higiene) para operar. Fue fácil entrar a trabajar con ellos, aunque dicen: "Lo único malo de algunas personas de la sociedad civil es que de tres palabras, dos las discuten. "Nosotros trabajamos primero y luego revisamos si algo anda mal, entonces discutimos".

La seguridad del acto en Xochimilco se compartió también con el Frente Popular Francisco Villa y algunas organizaciones sociales ligadas al Frente Zapatista, que de manera suelta y sin molestar a nadie, revisaron a todo mundo a la entrada y nadie se ofendió, pese a las multitudes que arribaron a un espacio que parecía más una kermesse, con música, comida y juegos infantiles.

Otras protecciones

La delegación wixárika no se ha conformado con participar en las vallas y servir de colchón humano en los actos. Han estado, desde su arribo a Nurio, con la inquietud de que había que pedirle permiso a la Virgen de Guadalupe para poder entrar en la ciudad de México.

Al final del acto en San Pablo Oztotepec, se lanzaron hasta el Tepeyac a visitar a la Tanana. Estaban muy contentos de ir, y de los signos que leen en el ambiente. Cuenta Rosalío Salvador, kawitero de Tetaikita (o San Miguel Huaixtita): "Fue una limpia muy muy güena eso de que lloviera al terminar de hablar los zapatistas. Ai'staba la nubesota sobre la iglesia y unas cuantas gotas cayeron en la ceremonia. Al terminar, todos nos mojamos. Al salir el autobús, el cielo bien clarito otra vez".

Llegaron ya oscureciendo al Tepeyac. "Al principio nos dio coraje -comenta José Valdez, delegado de Mesa del Tirador-, porque los cuicos no nos dejaban pasar. Tuvimos que ir a hablar a un encargado, que nos dio permiso de poner ofrendas y velas, pero que no las prendiéramos".

"Ya nos habíamos pasado por debajo de la cerca y llegamos hasta la capilla de la Virgen, pero estaba cerrada. Pusimos como más de 100 velas con listones y algunos dineritos, y jícaras en la pila de agua bendita como ofrenda para nuestra madre, para que salgamos bien y regresemos bien a la casa", continuó Valdez.

El grupo de huicholeros comenta entonces que no importa que no estuviera abierta la capilla, ni que las velas no se pudieran prender. "Nosotros sentimos -dijo uno- que nos recibió bien y que aceptó la ofrenda".

Sin embargo mantienen una preocupación. Su cargo de cuidar el mundo los mantiene alerta y los hace decidir más cuidados para la comandancia. Luis Martín afirma: "Tienen mucha fuerza juntos los delegados zapatistas. Los marakate los miran como un equipo de cantadores (es decir gente sabia que canta conectando fuerzas para hacer el bien en la comunidad)". Y José Carrillo replica: "Pero con eso de que se van a quedar hasta quién sabe cuándo, ya pensamos en dejar con ellos una comisión de las comunidades, por si se requiere la permanencia. Dejar unos cinco, mientras los demás regresamos a la comunidad, para que las asambleas sepan".