domingo Ť 11 Ť marzo Ť 2001

Néstor de Buen

šBienvenidos!

Yo no sé si como planeadores turísticos los muchachos del EZLN han demostrado cualidades especiales porque la vueltecita que han dado para llegar al DF o representa un despiste monumental o, a lo mejor, es que querían demostrar que en los años de la selva su movimiento ha crecido y hoy reúne multitudes que deben poner a pensar a quienes han creído que una ofensiva militar decentita iba a acabar con ellos.

El pretexto del viaje, la Cocopa, merece consideraciones especiales. Yo no estoy de acuerdo, por ejemplo, en que se diga en el mero principio de la propuesta, que nuestro país fue colonia española. Decía Toribio Esquivel Obregón, el gran historiador del Derecho, que España se reprodujo en la Nueva España y que no creó en ningún momento condiciones coloniales como lo hicieron ingleses y franceses en los vastos territorios que ocuparon. Inclusive, la aplicación preferente en nuestro territorio de las leyes generales españolas: Las Partidas de Alfonso el Sabio y la Novísima Recopilación, que en España tropezaban con los fueros regionales, es un hecho indiscutible. Con el agregado humano y social de las Leyes de Indias. Y los nombres repetidos de las ciudades españolas.

Alguna referencia a que las comunidades podrán decidir, entre otras cosas, su política, me parece incongruente con la definición del artículo 40 constitucional que compromete la formación de una República representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos, pero unidos en el marco de la Constitución. Ese poder que se les pretende atribuir de decidir la política me parece incompatible con el fundamento de nuestro modo de ser. No podríamos aceptar ni centralismos ni otra forma política que no sea la democracia... aunque históricamente no le hayamos hecho mucho caso.

La definición de que la propiedad necesariamente deberá ser comunal sin lugar a la propiedad privada, quizá exprese un ideario agrarista que pudo Zapata hacer suyo, pero lo cierto es que no deben ser incompatibles lo comunal y lo privado.

Por último, me cuesta trabajo admitir, aunque podría finalmente aceptarlo, cómo se puede adecuar un sistema de divisiones territoriales: la nación, los estados, los municipios, a un sistema complementario de comunidades étnicas con el agregado de un múltiple derecho consuetudinario que puede chocar con nuestras reglas del debido proceso legal. Sin olvidar el traspaso de miembros de una etnia a otra y la pregunta fundamental de si llevarán agregado su estatus étnico o se adecuarán al entorno al que lleguen. Desde el punto de vista jurídico, la incertidumbre: inseguridad jurídica, el no saber a qué atenerse, puede ser relevante y muy incómoda.

Me ha llamado la atención la decisión del EZLN de no pretender sentarse a discutir la paz con el Presidente, pese a los múltiples intentos que Vicente Fox ha hecho valer, cordial y casi generoso. Pero los zapatistas vienen a lo que vienen: a tratar con el Congreso la aprobación de la reforma constitucional. La paz no es su objetivo inmediato porque, de hecho, no hay guerra, sólo la terrible incomodidad de la presencia del Ejército en la selva.

Detrás de ello veo muchas cosas: una especie de desconocimiento de la figura del Ejecutivo federal a partir de una pretensión de autonomía como las que España puso de moda en 1987 con la Constitución. Pero el simbolismo, tan evidente en los zapatistas, hace presente el respeto a nuestra bandera, exhibida siempre en primer lugar en los actos públicos, a lo que sigue su himno y su saludo izquierdoso (al que como antiguo soldado conscripto y activo no me acostumbro) con lo que, en mi concepto, dan a entender que reconocen su esencial condición de mexicanos, a la que no renuncian, pero a partir de rotundas diferencias étnicas y, por supuesto, culturales y un cierto desaire a las prácticas militares habituales.

Más allá de todas las intenciones, confieso sin ambages mi admiración personal por Marcos. Poco ha tenido de guerrillero, sin dejar de serlo, y mucho de misionero, entre poeta (a veces algo cursi) y escritor con grandes vocaciones mercadotécnicas y de imagen y una evidente cultura que se alimenta de libros que le deben llegar de todas partes. Ha hecho del Internet un arma filosa y de gran peligro. Y en el fondo, crea el ambiente en que vive y se arriesga y quiere que se constituya en un modo de ser de nuestros indígenas.

Confieso con mucho rubor que antes de Marcos y del EZLN, del indigenismo tenía muy poca conciencia. Lo veía a distancia, como algo remoto, más apreciable en lo arqueológico e histórico que en lo real. Y lo cierto es que es el México de origen, la base del mestizaje y el que nos ha hecho de la manera que somos. No la mejor del mundo, por supuesto.

šSalud, camaradas!