DOMINGO Ť 11 Ť MARZO Ť 2001
Ť Consideraciones en panel organizado por La Jornada
"Los indígenas no buscan derrocar al Estado, sólo quieren un lugar en él"
MARIA RIVERA
Los ríos humanos que han llenado plazas y calles en respaldo a la caravana por la dignidad indígena la han hecho trascender las reivindicaciones étnicas. Está obligando a la discusión de temas como la democracia y el modelo de Estado, afirmaron los participantes del panel La marcha zapatista y su repercusión, organizado por La Jornada y la Casa Lamm.
El antropólogo Luis Hernández Navarro señaló que la caravana se ha convertido en un dique para la consolidación de la revolución conservadora del presidente Vicente Fox, al movilizar a una izquierda que se sentía aislada y postrada después de la derrota electoral del 2 de julio. Modificó la correlación de fuerzas entre el campo popular y el bloque conservador. "Los partidos políticos pueden seguirse mirando el ombligo, pero la gente está en las calles", explicó.
Por lo pronto, dijo, la lucha por el reconocimiento constitucional de los derechos indígenas ha detenido reformas antipopulares como le privatización del sector eléctrico y el cobro del IVA a medicinas y alimentos básicos.
El abogado mixteco Francisco López Bárcenas recordó que esta clase de marchas no es algo nuevo para ellos. "Durante toda nuestra historia los indígenas hemos venido caminando para exigir que se nos reconozca como pueblos".
En la Constitución de 1824, rememoró, había un artículo que facultaba al Congreso a resolver los problemas entre mexicanos, extranjeros y tribus de indios. Y aunque no se reconocía a los indígenas como parte integral del Estado, sí había disposiciones en su contra, como aquella que establecía que los tarahumaras no podían usar sus atuendos, bajo pena de cárcel. La Constitución de 1857 repitió la misma división: mexicanos, extranjeros, tribus indias. "Lo que sí queda claro es que no éramos considerados como mexicanos", explicó el abogado. Los constituyentes de 1917, continuó, llegaron a la conclusión de que el problema de acaparamiento de las tierras se debía a que éstas no tenían dueños originarios, así que le dieron uno: el Estado. "ƑY nosotros? šBien, gracias! Duele reconocerlo, pero éste es un pueblo racista, por eso esta marcha por la dignidad también lo es contra la discriminación y por la democracia".
En sus conclusiones puntualizó que el modelo de Estado en que vivimos fue fundado bajo la idea de que todos éramos iguales y que México era un país unicultural, pero actualmente esos preceptos son insostenibles. "Los mexicanos, indígenas y no indígenas, debemos pensar que somos diferentes y que únicamente reconociéndonos como diferentes podemos ser iguales".
Batalla mediática
El analista de medios Jenaro Villamil indicó que la batalla mediática que se ha venido desarrollando durante el recorrido de la marcha por la dignidad indígena la han ganado los zapatistas, a pesar de los recursos millonarios que gastaron medios electrónicos y el gobierno federal. "Con todo y todo -afirmó Villamil- no lograron frenar la enorme movilización ciudadana que se dio. Lejos de eso, pareciera que la alentaron y la volvieron una causa. Dicen que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional no representa a nadie, pero yo no he visto un fenómeno de esta naturaleza desde 1988 -y aquello fue una campaña electoral. Y hay que recordar que lo que está en juego no es por una curul o la Presidencia de la República, sino la posibilidad de redefinir el Estado y a nosotros mismos".
Las encuestas realizadas en la última semana, comentó, revelan un avance de los zapatistas en el mismo terreno que planteó la sociedad mediática: el de la popularidad. Lo que indican estos sondeos no es que el EZLN tiene una alta popularidad, apuntó, sino que ha logrado consensos en la sociedad civil. Muchos otros sectores -como mujeres y gays- se han identificado con su discurso de dignidad y lucha contra la discriminación.
Hernández Navarro también se refirió al tema del Estado. Explicó que carentes de representación política, los pueblos indios han buscado superar su situación de exclusión, mediante acciones masivas por fuera de las instituciones gubernamentales. "Pero no buscan derrotar al Estado ni formar uno nuevo, sino transformarlo a profundidad para encontrar un lugar en él".
También negó que la caravana del EZLN "erosionara" la legitimidad democrática, surgida en julio, por el hecho de que se llevase a cabo fuera de los canales institucionales. "Si la movilización indígena camina por vías distintas a la democracia representativa es porque no tiene cabida en ellas. Y si se está construyendo un régimen político en el que no hay lugar para los pueblos indios, no puede decirse que sea verdaderamente democrático", afirmó.