DOMINGO Ť 11 Ť MARZO Ť 2001

Angeles González Gamio

Hace 85 años

En 1915 se celebró el segundo Congreso Científico Panamericano. En él, Manuel Gamio, ahora considerado el padre de la antropología mexicana, presentó una propuesta, que después publicó en su libro Forjando patria (1916), que ha reeditado innumerables veces la editorial Porrúa, debido a la gran actualidad que tienen muchos de los ensayos allí contenidos.

Con motivo de la visita del EZLN a nuestra capital, que revive la discusión de los Acuerdos de San Andrés, vale la pena recordar lo que Gamio dijo hace 85 años: "...hasta la fecha las constituciones y legislaciones del México independiente han sido derivadas exclusivamente de las necesidades de los individuos de origen europeo, tendiendo a su mejoría y dejando abandonada a la población indígena, más radicalmente que lo fue por los legisladores de la monarquía española, quienes crearon por el indio y para el indio, las famosas Leyes de Indias, que constituyeron barrera poderosa ante la explotación, pudiéndose citar entre otros casos la no esclavitud del indio, que si no quedó libertado del todo, cuando menos no fue esclavo a la manera que lo eran, por ejemplo, los individuos de raza negra.

"No debe olvidarse tampoco la disposición que prohibió al Santo Oficio estrujar con sus garras al indígena, ni la institución de los ejidos o comunidades, que permitían al indio cultivar sus tierras patriarcalmente, continuando en muchas de sus partes, el sistema de repartimientos comunales de origen prehispánico.

"...Imperios colonizadores como Inglaterra, Francia y aun España, dedicaron gran interés a la formación de las constituciones coloniales de acuerdo con las necesidades de las respectivas poblaciones indígenas; es preciso pues, que un gobierno democrático considere con mayor detenimiento el problema de la población nacional y de la Constitución que debiera convenirle".

A continuación menciona varios considerandos que atañen a prácticamente todos los países latinoamericanos, y concluye con la siguiente resolución: "Sugiérase a las repúblicas latinoamericanas, en las que predomina la población indígena, la conveniencia de revisar las constituciones vigentes, a fin de que respondan a la naturaleza y necesidades de todos los elementos constitutivos de la población y pueda alcanzarse el desarrollo armónico e integral de la misma, fortaleciéndose así, positivamente, lo que es la base del verdadero panamericanismo".

De nuestra constitución de 1857, dice: "...es de carácter extranjero en origen, forma y fondo, ha sido y es adaptable al modo de ser material e intelectual de un 20 por ciento de la población que por sangre y por civilización es análoga a las poblaciones europeas. Para el resto es exótica e inapropiada". Gamio se dedicó a recabar toda la legislación indigenista de las naciones del continente americano y realizó un proyecto que desafortunadamente nunca se llevó a cabo. Toda su vida luchó por que se conociera con profundidad "la naturaleza, modo de ser, aspiraciones y necesidades de la población indígena"; hablaba de forjar, aunque fuese temporalmente, un "alma" indígena.

Gamio fue de los impulsores, junto con Moisés Sáinz, de la creación del Instituto Indigenista Interamericano. Desde esta institución, que dirigió los últimos 20 años de su vida, promovió la mejoría de la vida de los grupos indígenas más desfavorecidos del continente, con acciones concretas, como la creación de los centros interamericanos de adiestramiento, que trabajaron en la preparación de profesionales, agrónomos, médicos, educadores, economistas, que debidamente capacitados en los principios de la antropología social aplicada y del desarrollo de la comunidad, hicieron posible la introducción en las comunidades de procesos de cambio, con un criterio integral y con absoluto respeto a sus diferencias étnicas, lingüísticas y en una palabra, culturales.

En 1935, con la ascensión a la Presidencia de la República del general Lázaro Cárdenas, recobró la esperanza que había perdido con los gobiernos "revolucionarios" de lograr una patria más justa, y escribió otro libro de ensayos breves, titulado Hacia un México nuevo. En el prólogo, Juan Villoro comenta: "Gamio no pudo analizar los dilemas a que se enfrentaría la acción indigenista una vez puesta a prueba. Su labor fue la del fundador; pero en él se encuentran las ideas germinales para comprender los problemas que se plantearían más adelante. Y en momentos que exigen una reflexión crítica, es necesario volver a los principios".

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