DOMINGO Ť 11 Ť MARZO Ť 2001
Jenaro Villamil Rodríguez
La marcha: sociedad civil vs. sociedad mediática
Uno de los logros ineludibles de la marcha de la dignidad, encabezada por el EZLN, fue haberle apostado a la movilización cívica para fortalecerse políticamente; fue convocar a un "ejército de ciudadanos", los cuales en cada plaza han demostrado que están ahí como sujetos activos, participantes, reflexivos, críticos y no como públicos cautivos o clientelas electorales que van en busca de un show que pasará en cadena nacional.
Este triunfo cívico se ha traducido en una singular victoria mediática, a pesar de todos los esfuerzos corporativos de las empresas televisivas de mayor rating y de no pocas estaciones radiofónicas por reducir la movilización a un asunto publicitario por la paz, a constreñir el espíritu liberador y crítico de la marcha a una discusión anecdótica, en el mejor de los casos, o manipuladora, en otros, que comenzó con la importancia de usar pasamontañas hasta llegar a la xenofobia por los Monos blancos, que resguardan la caravana (Ƒpor qué Tv Azteca no se altera con la presencia del Estado Mayor en torno al Presidente o por los guaruras que llevan sus propios directivos?).
Las encuestas que se dieron a conocer esta semana revelan el avance en el propio terreno de la popularidad que planteó la sociedad mediática y, en el cual, se manejó el presidente Fox durante casi 15 días, al grado de declarar que el EZLN y él plantean "lo mismo". El grupo editor del periódico Reforma publicó el 7 de marzo que 66 por ciento de los encuestados vía telefónica cree que los zapatistas ganaron simpatías frente a 14 por ciento que considera lo contrario. Alduncín y Asociados publicó en El Universal que si en enero de 2001 sólo 5.5 por ciento de los encuestados creían que el EZLN debía venir a la ciudad de México, en febrero este porcentaje se disparó a 47 por ciento. El Grupo MVS, de Multivisión, transmitió que 45 por ciento de sus encuestados considera que Marcos es más popular que Fox, contra 25 por ciento que opina lo contrario. Tv Azteca, el 8 de marzo, transmitió que 26 por ciento de consultados tiene una buena opinión de Marcos y 46 por ciento está a favor de las demandas indígenas, es decir, de las transformaciones legales para un arreglo pacífico y no de la paz como arrebato místico. Y a ninguna de estas empresas mediáticas se les puede atribuir un sesgo pro zapatista o pro marquista.
Lo que revelan estos sondeos no es que Marcos y el EZLN tienen un alto rating porque son creaciones de la sociedad mediática, es decir, del mundo virtual, publicitario, de marketing, sino porque están insertos en un debate que ha ganado consensos en la sociedad civil: el carácter de interés público y general de las demandas indígenas, la identificación del planteamiento de dignidad y resistencia con otras realidades sociales, la apuesta por una pacificación que gane el discurso en el terreno cívico, es decir, en el de los derechos y las libertades.
Curiosamente, los deslices discursivos de Marcos que menos apoyo tuvieron en los sondeos de opinión fueron su furiosa crítica a la Cruz Roja Internacional, dos días antes de que se iniciara la marcha desde San Cristóbal, y su advertencia sobre la existencia de la vía armada, realizada en territorio del EPR, el ERPI y las FARP, justamente las organizaciones guerrilleras que no le han apostado a la ciudadanización.
En la polémica que tuvieron el gobernador de Chiapas, Pablo Salazar, y el escritor Carlos Monsiváis durante la transmisión del programa Camino del Diálogo, de canal 22, el pasado 7 de marzo, ambos subrayaron dos puntos importantes frente al discurso de Marcos en Guerrero: el desafío de "desmontar la cultura de las armas" en entidades con agudas desigualdades y profunda intolerancia como Chiapas, así como el hecho de que "el mandato de las organizaciones que acompañan a la marcha es que (los zapatistas) jamás vuelvan a las armas".
Otro signo revelador es que 50 por ciento de los encuestados por MVS-Multivisión consideran que el EZLN es un "movimiento político" frente a 25 por ciento que lo define como un movimiento guerrillero. En esta percepción se anida también un reclamo: privilegiar la vía política como el medio de solución de conflictos. Y la verdadera política, por mucha transminación mediática que se viva, sigue siendo el terreno de la negociación, de la reforma legislativa, de lo público, no un mero espectáculo de diversión o de folklore indígena.
Indudablemente que el fenómeno mediático influye en la percepción y altera muchos de los sentidos originales de la realidad, pero en el caso de la caravana zapatista no se cumplió la profecía que plantea Giovanni Sartori en Homo vídens:
"La televisión crea una 'multitud solitaria', incluso entre paredes domésticas. Lo que nos espera es una soledad electrónica: el televisor que reduce al mínimo las interacciones".
Por lo que se ha observado en estos días frente a la multitud que acompaña y escucha al EZLN, la soledad mediática se transformó en movilización ciudadana. La televisión que le apostó a un discurso simplificador de la paz ha tenido que reinventar nuevamente su papel en la cobertura de la marcha zapatista. En este sentido, la sociedad mediática aún puede jugar un papel importante en la solución democrática del conflicto chiapaneco y no sólo en la venta demagógica de expectativas o en la autopublicidad que dice mucho, pero escucha poco.