Lunes en la Ciencia, 12 de marzo del 2001
šEUREKA! Tacones lejanos No nos referimos al título de la película del cineasta español Pedro Almodóvar, sino más bien al hecho de que sería saludable que las mujeres alejaran lo más posible de su vida los tacones. El tacón fue inventado en el siglo XII d.C. en Persia. Su función era proporcionar a los jinetes un soporte más fiable en el estribo y permitir que pudieran levantarse durante la batalla. Sin embargo, el uso del zapato de tacón se extendió con los devenires de la moda, hasta convertirse, en la mayoría de los casos, en un factor que puede ocasionar una serie de trastornos óseos, particularmente para las mujeres. En el momento en que se está con el pie bien apoyado, es decir, con el talón y la planta en el piso, se está en el centro de gravedad, pero con el uso del tacón se eleva el talón y el cuerpo queda apoyado sólo sobre las puntas, con lo que se cambia el centro de gravedad y se alteran partes del cuerpo como la columna vertebral, cadera, rodillas y tobillos. Aunado a esto, las calles y las banquetas no son confiables, ya que factores como raíces de árbol, piedras, hoyos, deforman las banquetas, por lo que se hace inseguro transitar con tacones. De acuerdo con el traumatólogo-ortopedista Oswaldo Ballinas, las mujeres que usan tacones no pueden estar con las rodillas en perfecta extensión, ya que para sostenerse deben mantener entre 10 y 12 grados de flexión. Esta posición ocasiona un desgaste prematuro de rodillas, y si a esto le aunamos sobrepeso y ejercicios cotidianos como el subir y bajar escaleras, resulta que, a cada paso, se le carga a las rodillas de cinco a diez veces el peso que se tiene y obviamente se acelera el desgaste de la circulación. Este gran deterioro lleva a que la rótula, el hueso que está enfrente de la rodilla, se friccione y desgaste y se vaya terminando el cartílago que protege la articulación, ocasionando dolores al hacer movimientos por más mínimos que sean, como el manejar. Algunas recomendaciones para cuidar la salud de la estructura ósea es evitar los zapatos puntiagudos con tacón de más de cinco centímetros y preferir los amplios de la parte delantera para que permitan que los dedos tengan holgura dentro del zapato. Se recomienda que sean firmes de la parte anterior, para que el hueso calcáneo, que es parte del tobillo, quede firme, y finalmente que el tipo del tacón sea ancho para dar un buen soporte y que no permita que se falseen los tobillos o sus ligamentos. (Con información de la agencia SPIA) |