JUEVES Ť 15 Ť MARZO Ť 2001

Armando Bartra

El sur que viene

Recias líneas irradiaban desde allí en todas direcciones a través de los trópicos... Líneas que significaban su influencia... Los promotores de las compañías suelen estar dotados de gran imaginación... Aparecieron ahí ingenieros; lleváronse trabajadores indios... La cosa había llegado, al fin, y cualquiera podía ver ya claramente las consecuencias que traería...

"šEso es lo que llaman desarrollo... y a nosotros que nos parta un rayo!". Joseph Conrad. Victoria.

Si la Marcha al Sur no es un malicioso llamado a que los guerrerenses y oaxaqueños se tiren al mar y los chiapanecos y tabasqueños se vayan a Guatemala, el lema foxista balconea la norteada intención de hacer del Plan Puebla-Panamá una nueva conquista colonial, y de la reconstrucción del sureste una hazaña protagonizada por los hombres de razón --y de dinero-- que vienen del norte. Por fortuna, la alharaca presidencial ha sido apabullada por una histórica caravana zapatista, que envió el anuncio del Plan Puebla-Panamá a los rincones más inhóspitos de la prensa y los noticieros. Y es que la marcha importante, la que en verdad cuenta, viene del sur.

23 comandantes y un subcomandante, en representación de más de diez millones de indios, simbolizan la presencia del México profundo en la capital. Pero ésta no es la única marcha al norte. Todos los días miles de sureños salen a los caminos y carreteras en un invisible y silencioso éxodo. Ellos también son el color de la tierra, pero la suya no es la marcha de la dignidad, sino la marcha de la necesidad, como dijeron los pequeños agricultores arruinados que tomaron Tapachula la semana pasada.

Los dos grandes desplazamientos de sur a norte, del campo a la ciudad, de las orillas al centro, forman parte de un mismo y recurrente movimiento histórico: la civilización occidental avanza de las metrópolis a las colonias y en su curso depredador saquea, arrasa, somete, arruina... pero los expoliados, los que eran el centro de su mundo y de pronto se descubrieron en las inhóspitas orillas de un mundo ajeno, se enconchan, resisten, y un buen día agarran su itacate y emprenden la marcha al centro; asedian las fortalezas, toman las ciudades. Y esta implosión no es sólo andrajoso gentío en movimiento, es también invasión cultural, cerco político, sacudimiento de imaginarios colectivos; es la revolución centrípeta de que habla Víctor Toledo.

Porque antes de que los indios zapatistas tomaran la gran ciudad a tambor batiente ya la habían tomado sordamente las marías; antes de que el EZLN se posesionara multitudinariamente del primer cuadro ya lo habían ocupado de a poquito los oaxaqueños vendedores de quesillo y tostadas; y si los 24 de Chiapas colmaron el Zócalo el domingo 11, todos los demás domingos invaden la Alameda para echar novio o novia, los variopintos migrantes indígenas de la capital. Ahí están. Lo que pasa es que no se ven.

Soy optimista, creo que los derechos de los pueblos indios, acordados en San Andrés y formulados por la Cocopa, se incorporarán a la Constitución. Porque son justos y necesarios, porque los indios los están peleando como nunca nadie desde la Revolución había peleado una ley, y porque el resto de los mexicanos y muchos extranjeros los apoyamos; pero también porque en ello le va a Fox todo su capital mediático, que es su capital político.

Confío en que los hombres y mujeres que las comunidades comisionaron para que fueran a defender sus derechos políticos, no regresarán con las manos vacías. ƑPero los emisarios económicos también tendrán un retorno pródigo? Siete años de cerco a las conciencias y la toma simbólica del centro del poder lograrán, espero, el reconocimiento de los decisivos derechos políticos y culturales. ƑPero que hay de los derechos económicos y sociales? Posiblemente se aprobará la ley Cocopa. ƑSe promulgará también y sin enmiendas empobrecedoras, la tortuosamente negociada ley de Desarrollo Rural? ƑNo es acaso el Plan Puebla-Panamá la negación económica de los pueblos, cuyo reconocimiento político se negoció en San Andrés? Ojalá que los cientos de miles que se desplazaron de sus comunidades para aclamar a la caravana, y los millones que pusieron su corazón en el encuentro de Nurio, en unŤcaravana-ezln17 día cercano se puedan ir a dormir como indios dignos y reconocidos, pero sin duda amanecerán, como siempre, campesinos pobres y arruinados.

Quizá el futuro de quienes se identifican con las ideas y prácticas del EZLN sea constituirse formalmente en una grande y renovadora corriente política nacional. Pero el destino de las bases de apoyo chiapanecas, de las organizaciones rurales filozapatistas de todo el país, y en general de los indígenas y campesinos movilizados por la lucha, es estructurar una extensa insurgencia social, una red de múltiples nudos tejida desde la comunidad, la región, la etnia, el género o el sector productivo. Movimiento por una ruralidad más digna y más libre, pero también más justa y más equitativa, que lleva ya mucho camino andado y sin duda cobrará fuerza cuando los indios ejerzan a plenitud sus nuevos derechos.

Pero en este punto es menor mi optimismo táctico, pues si Fox puede avenirse quizá a reconocer sobre el papel los derechos políticos de los indios, a cambio de un golpe de imagen que lo mantenga otros 100 días como el hombre providencial. Ni el Presidente ni las fuerzas que lo apoyan reconocerán fácilmente los derechos sociales y económicos de los campesinos. Y mucho menos si esto supone sacrificar las vertiginosas posibilidades de acumulación etnocida y ecocida que se ocultan tras la Marcha al Sur.

El Plan Puebla-Panamá es hasta ahora una fórmula hueca. Pero su verdadera intención se trasluce en las propuestas del Grupo Pulsar, y en el estudio preparado hace unos meses por un equipo encabezado por Santiago Levy, promotor de la política social focalizada y cerebro neoliberal de Zedillo, que el gobierno del cambio acogió con los brazos abiertos para que recortara la seguridad social. El trabajo, preparado por la Subsecretaría de Egresos de la Secretaría de Hacienda en julio del 2000, ubica así las causas del atraso del sureste:

La exclusividad del Estado en actividades estratégicas, particularmente en electricidad, gas y petroquímica, implicó que las restricciones presupuestales frenaran proyectos rentables... (El)... régimen de derechos de propiedad sobre los hidrocarburos y el agua también ha afectado al sureste. Esta región del país está muy bien dotada de petróleo y gas natural... y cursos de agua... Sin embargo, como consecuencia del marco legal vigente, las rentas derivadas de la explotación de hidrocarburos y de hidroelectricidad son apropiadas fundamentalmente por el sector público federal... Por otro lado, las restricciones derivadas del artículo 27 constitucional vigentes hasta 1994 a poseer o arrendar grandes extensiones de tierras... fueron especialmente distorsionantes en el sureste, región que tiene condiciones adecuadas para productos cuyo cultivo más eficiente se da en el contexto de una agricultura de plantación, es decir, una agricultura caracterizada por amplias extensiones donde se cultiva, en forma tecnificada, un único producto de tipo perenne...

Más claro imposible. Si la propiedad de la nación sobre la tierra, el agua y el subsuelo, si la exclusividad del Estado en la extracción del petróleo, la petroquímica básica y la distribución y comercialización de electricidad, si la reforma agraria y las leyes contra el latifundio son las causantes del atraso del sureste, si --como escribe Levy-- las políticas públicas han reprimido el desarrollo productivo del sureste al anular, en gran medida, sus ventajas comparativas..., el remedio está en eliminar los estorbos constitucionales restantes, construir por cuenta del erario público la infraestructura carretera, energética e hidroagrícola necesaria, y servirle la mesa al gran capital.

Uno podría pensar que la concentración de la tierra a costa de los ejidos y comunidades, en vertiginosas plantaciones especializadas y tecnificadas como las del porfiriato, destruye lo que queda de la economía campesina creada por la Revolución y no genera mucho empleo. Pero esto a nuestros tecnócratas los tiene sin cuidado, pues el crecimiento que promueven nada tiene que ver con el bienestar de la gente: la estrategia para impulsar el desarrollo de Chiapas y del sureste en general --escribe Levy-- debe separar los objetivos del combate a la pobreza de los del desarrollo regional... Para combatir la pobreza extrema se cuenta con los instrumentos generales de política social... (en cambio)...existe un amplio espacio para diseñar una política que libere el potencial productivo de la región. Es decir, capitalismo salvaje con trapitos calientes y, sobre todo, que la política económica no se contamine de objetivos sociales. Ya lo escribió Joseph Conrad: šEsto es lo que llaman desarrollo... y a nosotros que nos parta un rayo!

Conquistados sus derechos políticos y culturales, los indios y demás pobres del campo tendrán que emplear la fuerza recién adquirida en detener el Plan Puebla-Panamá y sus semejantes. Tendrán que darle cuerda al neoliberalismo y en otro sentido al reloj de la historia, inventando un México rural por vez primera incluyente y justiciero.

Esta será la próxima batalla. Ya lo anunció Marcos, quien durante la caravana ha evitado desmarcarse discursivamente de la demanda central que es la ley Cocopa, pero en la ciudad de Oaxaca dijo enfáticamente: ya no habrá ni Plan Puebla-Panamá ni Proyecto Transítsmico ni nada que signifique la destrucción de la casa de los indígenas. Y en esta batalla inminente tampoco estarán solos, pues en la disputa por el porvenir --que algunos llaman debate sobre el modelo de desarrollo-- a todos, no sólo a los indios, nos va la vida