jueves Ť 15 Ť marzo Ť 2001

Yvon Le Bot

La política según Marcos. ƑQué zapatismo después del zapatismo?

La palabra y el sentido contra el poder y la sangre. La historia de América Latina, la de México en particular, se escribió durante mucho tiempo de manera trágica. Los zapatistas tratan de alejarse de la fatalidad de una violencia que echa sus raíces en el sangriento reino de los tlatoani y que se ha repetido hasta nuestros días, en las destrucciones de la Conquista y de la Colonia española, en los millones de muertos de la Revolución Mexicana, en el aplastamiento de la revuelta estudiantil de 1968, y en las innumerables masacres de campesinos. Las últimas de estas masacres, las de Aguas Blancas (1995) y de Acteal (1997), perpetradas por los agentes y esbirros del régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en descomposición.

La guerrilla zapatista se apoya en la voluntad de salir de la lucha armada. Esta "guerrilla que aspira a desaparecer" surgió mientras se desvanecía el mundo de referencia comunista y se cerraba un ciclo de movimientos armados revolucionarios en América Latina, la mayor parte de ellos sumidos en atroces guerras civiles.

Las guerrillas que sobreviven, las que resurgirán, no son de la misma naturaleza. En Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han aumentado su poderío al tiempo que se diluye su dimensión ideológica y se desvían hacia el crimen organizado: financiamiento por el dinero de la droga, multiplicación de secuestros y asesinatos. Vuelven a ser lo que eran antes de la época castro-guevarista: guerrillas sociales mezcladas con bandolerismo y luchas de poder locales, regionales, y eventualmente nacionales. Pero con medios inconmensurables gracias a sus negocios sucios. La posiblidad y los ingredientes de semejante desviación existen también en varios lugares de México.

Los zapatistas han elegido una vía opuesta. Vuelven la espalda al tráfico y al consumo de drogas, a la industria del secuestro, a las ejecuciones y a otras prácticas criminales que han corrompido a tantos grupos armados. Extraños guerrilleros que no han combatido más que doce días antes de transformarse en un movimiento armado no violento, y que marchan hacia México con las manos vacías, sin más armas que los pasamontañas. "Nosotros indígenas éramos invisibles. Fue necesario tapar nuestras caras para que nos vean".

Estos hijos de Zapata y Guevara no quieren terminar como ninguno de ellos. Comenzaron por reproducir sus modelos, en ocasiones hasta el mimetismo. Estaban, también ellos, fascinados por las armas, el martirio y las rebeliones desesperadas. Retomaron antiguos símbolos, revivieron figuras y momentos heroicos, pero para conjurar un final trágico y en busca de una salida no violenta. Como en las terapias en las que el paciente es conducido a revivir el trauma para superarlo, para salir de su repetición.

Los revolucionarios de la vieja escuela, profesionales, nostálgicos o arrepentidos, se burlan de estos soñadores, de estos "guerrilleros de opereta", "virtuales". ƑCuántas escuadras? ƑCuántos muertos? Las armas, dicen, están hechas para usarse, y el único asunto serio es el poder. Los zapatistas no son serios, "son de mentiras", prefieren, a los sillones y la sangre, la palabra y el sentido. "Apenas me siento en un sillón, me caigo", decía Emiliano Zapata.

A partir de los años 60 y 70, a medida que declinaban las guerrillas revolucionarias, comenzaron a emerger movimientos indígenas en América Latina. Los indígenas se propusieron salir del silencio, del sufrimiento y de la violencia, tomar la palabra, y el destino en sus manos. También en Chiapas, Marcos y su grupo se cruzaron con la desdicha indígena y la voluntad de salir adelante. Este encuentro los cambió, hizo que perdieran sus viejas categorías marxistas leninistas. Evitó que desaparecieran y los ayudó a crecer. Les permitió resistir a la guerra de usura que, durante cinco años, impuso el gobierno de Zedillo, y les permitió reaparecer hoy.

Al salir de Chiapas, Marcos evocó una vez más "ese recuerdo que aspira a no repetirse", el de la niña indígena a quien "en unas horas, una calentura le quemó los años y los sueños". Para salir de tragedias como ésta, los indígenas emprendieron su marcha.

La caravana zapatista es uno de los principales fragmentos de una larga caravana que, heteróclita y discontinua, se ha puesto en movimiento en el continente. Con los indígenas de Ecuador, los de México están hoy a la cabeza. Y también han ocupado un sitio los mapuches de Chile y Argentina, incontables grupos indígenas de la Amazonia, los aymarás y quechuas de los Andes, los indios de Colombia, de Panamá, de Nicaragua, de Guatemala...

Las grandes marchas pacíficas son una de las acciones predilectas de los movimientos indígenas. Estas los alejan de las guerras de guerrillas y los inscriben en la línea de Gandhi, de Martin Luther King e incluso de la lucha antirracista de los Beurs (franceses hijos de inmigrantes magrebíes) de los años 80 en Francia. Ningún separatismo, ningún etno-nacionalismo. Los indígenas piden ser reconocidos como iguales y diferentes en el seno de una nación reconstruida sobre una base pluricultural.

ƑPero qué tipo de nación en los tiempos de la globalización? El zapatismo, que irrumpió el día de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLC), fue el primer levantamiento declarado contra la mundialización neoliberal. Otros le siguieron. Este combate aparece hoy necesario y menos utópico. No pasa, para los zapatistas, por la construcción de un partido, la toma del poder ni una postura nacionalista, sino por la emergencia de un contra-poder, por una oposición creativa y festiva, por la recomposición de los actores de las bases, de una multitud y de una diversidad de actores, en una sociedad nacional menos desigual y abierta hacia el exterior. "El mundo que queremos es un mundo donde quepan muchos mundos", les gusta decir, haciéndose eco de las palabras de un sabio maya: "En esta parte del mundo, muchos mundos nos hacen y los hacemos".

ƑCómo transformar este intento, cómo traducir la lucha de los indígenas, simbólica y por lo tanto más que real, en una acción social y política capaz de movilizar más allá de diferencias étnicas y de fronteras nacionales? ƑCómo ser los catalizadores de un movimiento social de redes en la era de la información? ƑCómo crear una política que combine igualdad y diferencias? Estos son los desafíos que enfrenta el zapatismo en la etapa que acaba de comenzar con la marcha a México: la del post-EZLN, la de la post-guerrilla. Ť

 

Ť Sociólogo del Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos (CNRS-Ecole de hautes études en sciences sociales)

Traducción: Alejandra Dupuy