JUEVES Ť 15 Ť MARZO Ť 2001

Orlando Delgado

Contrastes

Dos actos realizados casi al mismo tiempo ofrecieron visiones y concepciones encontradas de elementos centrales del futuro de la nación. En Los Pinos, el presidente Fox realizó un balance de sus primeros 100 días; en el sur de la ciudad, los zapatistas se reunieron con intelectuales nacionales y extranjeros para evaluar la marcha y su llegada al Zócalo capitalino. En ambas reuniones se habló de democracia y de inclusión; en la oficial se planteó con una expresión que resume el credo empresarial: democracia eficaz y eficacia democrática; en la otra se planteó que la rebelión indígena constituía un reto a una sociedad supuestamente democrática, para que esa democracia se cumpliera.

En la reunión oficial se ensalzó la gestión realizada, afirmando que "se acabó la impunidad y el abuso de poder de una elite gobernante", "ahora hay un nuevo estilo y una nueva ética regidos por la transparencia, legalidad y tolerancia política"; en la otra reunión se reconoció que el movimiento zapatista constituye el comienzo de la nueva cultura de la resistencia del siglo XXI, cultura que los extranjeros vienen a aprender.

El triunfalismo foxista resultó desmedido, incluso para algunos de los asistentes, ya que pasó por alto los desafíos que se han planteado y a los que no se ha dado respuesta clara tanto en el ámbito político como en el económico y social. Las dificultades enfrentadas en Yucatán, cuyo gobernador escuchaba atentamente los planteamientos presidenciales, los enormes riesgos que se observan en la economía, la poca relevancia de las propuestas de política social, discutidas en todos los foros, fueron evadidas en el balance leído por el propio Presidente.

El análisis del zapatismo estableció un eje fundamental: la relación entre el globalizador y el globalizado, entre el proceso que aniquila cotidianamente la cultura nacional, uniformando las visiones, los gustos y las percepciones, y los sujetos sobre los que actúa precisamente ese proceso. La resistencia de los indígenas mexicanos propone al mundo entero una dialéctica nueva, llena de contenido, que cuestiona la exclusión y, por ello, vale lo mismo para combatir el racismo y cualquier discriminación que para la lucha de la Confederación Campesina de Francia.

Las propuestas de cambio en las condiciones de vida de la población, cruciales para el triunfo foxista en las pasadas elecciones, son reducidas a la propuesta fiscal, "porque sólo así estaremos en posibilidad de construir las escuelas, los hospitales, las carreteras, la revolución educativa, combatir la pobreza y sólo así podremos rescatar las comunidades indígenas".

La propuesta de un crecimiento alto y sostenido, el tristemente célebre 7 por ciento, capaz de permitir la creación del millón 300 mil empleos necesarios para atender los requerimientos de los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo, ha desaparecido.

La propuesta de resistencia, en cambio, se ha fortalecido, uniendo a los pequeños y medianos campesinos franceses, productores de queso Rochefort con los maiceros zapatistas; lo característico de esos movimientos, y de los que han surgido en diferentes países, es su oposición a las leyes del mercado que al unificar a los países, al globalizarlos, al buscar incrementar las ganancias, se olvida al individuo, al productor. Por eso, como señala Joseph Bové, el globalifóbico mayor, "las luchas actuales... ya no se esperan a los grandes resultados globales, sino que al mismo tiempo van por resultados inmediatos con otras demandas"; por eso, en Milau destruyeron un McDonald's y en Chiapas se levantaron los indígenas.

Esos resultados globales insuficientes, que deben ser conducidos para mejorar las condiciones de vida de la gente, se evidenciaron con el nombramiento de Ernesto Zedillo como parte del directorio de Procter & Gamble, ya que "es un distinguido líder... que condujo un crecimiento sin precedentes" que, sin embargo, no pudo revertir la desigual distribución del ingreso ni evitar que los indicadores de pobreza se deterioraran, como lo señala el Banco Mundial. Este organismo es contundente: "a pesar de las amplias reformas económicas realizadas en el país, la distribución del ingreso se mantuvo entre las más desiguales en el mundo". Por eso, los globalifóbicos crecen día con día; por eso, cientos de miles han respondido a la convocatoria zapatista para exigir la firma de los acuerdos de San Andrés.