JUEVES Ť 15 Ť MARZO Ť 2001
Jenaro Villamil Rodríguez
Fox: cien días de pantalla
Uno de los consejos clásicos de Maquiavelo en El Príncipe es que los gobernantes deben "dejarse amar por el pueblo", aunque en los hechos ejerzan un dominio absoluto o autoritario sobre sus gobernados. Esta máxima ha sido puntualmente aplicada por todos los presidentes mexicanos, que han incluido en su amplio menú de estrategias un sinnúmero de facultades "metaconstitucionales", las cuales van desde el uso y abuso de programas asistenciales, como Pronasol y Progresa, hasta los "golpes políticos espectaculares" que utilizó Carlos Salinas de Gortari para legitimarse.
En menos de 100 días, Vicente Fox Quesada ha demostrado que su peculiar estilo de buscar y mantener popularidad privilegia el rating por encima de la eficacia política, que es preferible "dejarse ver y ser visto", aunque no diga nada sustancial o diferente; que es mejor un buen spot que un discurso articulado y coherente; que su política de comunicación confunde a ésta con la mercadotecnia y la publicidad, al grado que su programa radiofónico Fox en vivo, Fox contigo ha trascendido más por sus escándalos mediáticos que por sus mensajes políticos: el spot de pésima creatividad contra Andrés Manuel López Obrador y la reciente parodia contra la inseguridad pública que ha alterado al senador priísta Eduardo Andrade, la cual incluso mereció una crítica airada del periodista Joaquín López Dóriga este miércoles.
En cien días de gobierno, Vicente Fox Quesada continuó con su estrategia irreverente en términos de lenguaje político que tanto éxito le dio durante su campaña electoral. Sin embargo, una cosa es imponer la moda de términos como "changarro", "chiquillos", "metiche", "vocho", y otra es articular un discurso a la altura del cambio político que él ofreció como candidato. Y no se trata de eludir la necesidad de tener una política creativa para la televisión y la radio, que incluya buenos spots, sentido de la oportunidad y de la información, sino de reducir todo a una búsqueda desesperada de popularidad mediática, a costa de la credibilidad y de privilegiar lo "divertido" de la política para eludir los conflictos de fondo.
El caso de la marcha zapatista y las respuestas del Presidente revelan los peculiares criterios del rating que han imperado en los primeros 100 días de foxismo. Para muestra un botón: el día que llegó la caravana del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a la ciudad de México, Fox les dio la bienvenida y declaró, sin rubor, que él y los zapatistas luchaban "por lo mismo". La declaración dio frutos en términos de sondeo de opinión: la empresa Bisma reveló que entre 580 encuestados dos terceras partes cree que mandatario mexicano es "más sensible" a la paz que los integrantes del EZLN.
Sin embargo, el mismo día que los zapatistas concentraban a más de 100 mil personas en el Zócalo capitalino, el domingo 11 de marzo, Fox "eligió" saludar en cadena nacional la realización de la Serie Cart, de Monterrey, como si los zapatistas estuvieran en Marte. Curiosamente, según los registros de Ibope, el programa especial sobre la marcha que difundió Joaquín López Dóriga, a las 21 horas ese mismo día, tuvo un rating mayor a los treinta puntos -caso excepcional para esa hora y ese día-, pero el Presidente eligió evadirlo.
Esta discrecionalidad en los mensajes y el voluntarismo "meta-mediático" de Fox ha tenido sus efectos: según la encuesta publicada por el grupo Reforma, el sábado 10 de marzo, el estilo del titular del Ejecutivo bajó, en opinión de la gente, de 56 por ciento de aceptación en diciembre de 2000 a 36 por ciento a 100 días de su administración.
Mantenerse en la pantalla a toda costa implica el gran riesgo de saturar sin comunicar y, más pernicioso aún, ha convertido a Adal Ramones en una especie de alter ego presidencial, y a Paty Chapoy en una "aliada" que apoya con su autoridad moral la irreverencia de los spots foxistas en la radio.
En contraste, profesionales de la comunicación opinan lo contrario; por ejemplo, Carmen Aristegui declaró que el día que participó en Fox contigo, Fox en vivo se sintió "absurda" por no haber podido comentar el spot que parodiaba a Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.
Gerencial y comercialmente, la estrategia tiene éxito para las dos grandes empresas televisivas y para estaciones radiofónicas como Monitor, que ha tenido en exclusiva a todos miembros del gabinete presidencial en una ronda similar a un "pre-informe" de los 100 días, pero eso significa que la discrecionalidad predominará como política de comunicación y no la efectiva democratización del poder y de los medios.
La búsqueda del rating conlleva, en el corto plazo, a la despolitización o, como subraya Pierre Bordieu en su libro Contrafuegos, al "desencanto de la política". En palabras del profesor de sociología: "La búsqueda de lo divertido inclina, sin que sea necesario quererlo explícitamente, a desviar la atención hacia un espectáculo (o un escándalo) siempre que la vida política hace surgir un problema importante, pero de apariencia aburrida", como puede ser el caso de una discusión pública en la televisión sobre la reforma fiscal y el incremento al IVA, que convenientemente ha sido eludida por el star system foxista.