JUEVES Ť 15 Ť MARZO Ť 2001
Sucumben a la tala los bosques donde migra la mariposa monarca
Santuarios amenazados
ANGELICA ENCISO
Millones de ejemplares de la mariposa monarca que entre septiembre y marzo de cada año hacen un largo recorrido desde los bosques de Canadá y el norte de Estados Unidos para buscar cobijo y aparearse durante el periodo invernal en los bosques de oyamel de los estados de México y Michoacán, podrían no sólo perder su refugio, sino también desaparecer.
Esto porque la deforestación de los bosques ha llevado a que desde 1986, cuando se estableció el decreto por medio del cual se creó la reserva de la mariposa monarca, se haya perdido 65 por ciento de la cubierta vegetal de la zona, con la consecuente desaparición de dos de los 16 santuarios transitorios -Chivati Huacal y Las Palomas- y a que los cinco permanentes enfrenten graves problemas.
"De mantenerse esta tendencia, los santuarios desaparecerán en los próximos diez años", advirtió Pascual Sigala Páez, representante de la Alianza de Ejidos y Comunidades de la Reserva de la Mariposa Monarca. Explicó que la mortandad de miles de ejemplares que se detectó hace unas semanas en la reserva y que preocupó a los grupos ecologistas no se debe a la presencia de plaguicidas, como se argumentaba, sino a la pérdida de árboles, ya que la escasa cubierta vegetal no protegió al lepidóptero de los vientos, las lluvias y los cambios en la temperatura.
Además, la carencia de opciones de empleo para los 100 mil habitantes de la reserva, el hecho de que el recurso forestal haya dejado de ser útil para sus residentes por las dificultades para la explotación adecuada, la falta de atención gubernamental, el deficiente manejo ecoturístico de la zona y la creciente tala del bosque a manos de caciques ha llevado a una paulatina degradación del hábitat de las mariposas.
Para la Alianza de Ejidos, que agrupa a 26 de las cien comunidades campesinas de la reserva, la situación es preocupante, ya que no se da un manejo adecuado y controlado del bosque, pero sí queda a merced de los taladores. Sigala Páez presenta cifras: mientras anualmente 100 mil metros cúbicos de madera se obtienen en forma regulada y controlada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), hay otros 200 mil que salen en forma ilegal.
La Profepa, sin recursos
Los campesinos forestales atribuyen esta situación a una política de conservación equivocada, ya que el turismo que se promueve es deficiente y las actividades de desarrollo para los habitantes son escasas. Agregó que un ejemplo de la política errónea es que para la vigilancia se incorporaron cuerpos policiacos, lo cual ha propiciado la corrupción.
Sin embargo, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) no cuenta con recursos para atender la región: tan sólo tiene una camioneta y tres inspectores, mientras que los taladores poseen autos modernos y disponen de armas. Los campesinos propusieron a la Semarnat que en la vigilancia forestal se incluya la revisión de la industria establecida en la región, para que se clausuren las plantas que trabajan con irregularidad, además de que se tendrá que hacer un monitoreo permanente para evitar el consumo de madera clandestina. Propusieron participar en la vigilancia de los predios mediante brigadas comunitarias acreditadas ante las autoridades.
Además dijo que se requiere que las autoridades asuman que la explotación forestal no acaba con los bosques, por el contrario, hay ejemplos que muestran que con un buen manejo se puede alcanzar la sustentabilidad de los recursos, por lo que se debe incentivar y premiar a quienes así lo hagan.
Se refirió también a los recursos aportados por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que ascienden a 6.5 millones de dólares que se integrarán a un fideicomiso con el que se apoyará a las comunidades para la protección del bosque. La idea es pagar por cada árbol vivo que una familia mantenga en su predio, explicó. Aunque el dinero es insuficiente, añadió, se podrían buscar otros incentivos y mejorar la infraestructura de salud, escolar y de carreteras. De esta manera, dijo por último, los residentes podrían empezar a contribuir a la protección de la mariposa.