VIERNES Ť 16 Ť MARZO Ť 2001

Leonardo Garcia Tsao

Balance positivo en Guadalajara

Al margen de otras consideraciones, el resultado de la 16Ű Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara ha sido positivo en cuanto indica un avance en la calidad y el número de la producción nacional. Los diez largometrajes exhibidos son de un interés desigual pero innegable y, si a las estadísticas nos vamos, es curioso comprobar que la mitad -De la calle, Un mundo raro, Pachito Rex, Piedras verdes y Sexo por compasión- son óperas primas. Esta última pertenece a otro porcentaje revelador, el alto número de cine hecho por mujeres. A la española Laura Mañá se suman María Novaro (Sin dejar huella), Guita Schyfter (Las caras de la luna) y Maryse Sistach (Perfume de violetas).

De hecho, Sistach ha presentado su realización más madura en lo que va de su filmografía. Sobre un guión de su pareja José Buil, basado en un hecho real de la nota roja, Perfume de violetas es la crónica rigurosa y nada tremendista de cómo la violación de mujeres es un hecho por desgracia cotidiano en nuestra realidad. Sin embargo, lo emotivo de la cinta es su descripción de una amistad entre dos chicas adolescentes que encuentra momentos de lirismo aún en el desamparo circundante.

Los muchachos marginales son también el tema de otra película sólida, De la calle, de Gerardo Tort. Como se sabe, está adaptada de la obra teatral que, por la puesta en escena de Julio Castillo, marcó un hito a mediados de los 80. Emparentada con películas como Lolo, de Francisco Athié, y La vendedora de rosas, del colombiano Víctor Gaviria (por no hablar de la referencia inevitable a Los olvidados), la ópera prima de Tort se despoja de cualquier elemento teatral para pintar con verosimilitud un mundo sórdido y nocturno, donde sus adolescentes protagonistas están condenados de antemano. En ambas realizaciones sorprende la naturalidad en la interpretación de su joven reparto.

De tono muy diferente, Demasiado amor, tercer largometraje de Ernesto Rimoch, es una simpática comedia de ribetes fantasiosos sobre el cambio radical en la vida de una mujer solitaria que a partir del encuentro casual con un galán seductor, se abre al mundo del goce sexual y la liberación personal. Aunque la película pierde el pulso en su última parte y empieza a reiterar lo ya dicho, se trata de un trabajo meritorio, centrado en la matizada actuación de Karina Gidi, una de las revelaciones más notables de esta Muestra.

Otra comedia afortunada fue Un mundo raro, debut de Armando Casas y producida por el CUEC. Tomando algunos elementos narrativos de El rey de la comedia, de Scorsese, la cinta lanza una incisiva mirada satírica a la Tv nacional a través de la figura de un corrupto conductor de un programa cómico, quien es secuestrado por una banda de asaltantes. Casas y su coguionista Rafael Tonatiuh no caen en la fácil tentación de la payasada y recrean ese mundo, muy raro en efecto, con graciosa ironía.

De la otra escuela de cine, el CCC, es Pachito Rex (Me voy pero no del todo), ópera prima de Fabián Hofman. La película partió de un proyecto para DVD interactivo y de ahí su curiosa -y desigual- naturaleza: se trata de tres episodios en torno al personaje epónimo, un cantante popular convertido en político demagogo que pudo o no haber sido asesinado por un complot. Lo más llamativo de esta sátira política son los escenarios digitales en los que se mueven los personajes, en una especie de sugerente realidad virtual. Cabe resaltar la inspirada interpretación de Jorge Zárate como Pachito, para redondear su constante participación en la Muestra; el actor desempeña papeles secundarios en otras cinco cintas.

Ya no hay espacio para las restantes, que no me resultaron tan convincentes, ni para Sexo por compasión, más española que mexicana en concepción y espíritu. Además, es mi intención mantenerme positivo... al menos por esta ocasión.

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