DUROS EN CHIAPAS Y EN EL DF
Informes recabados ayer en Chiapas por este diario -y confirmados,
en lo general, por el subcomandante Marcos- indican una reactivación
del hostigamiento que padecieron las comunidades zapatistas durante casi
todo el sexenio pasado, así como una reorganización de los
grupos paramilitares que, desde las acciones oficiales emprendidas contra
ellos a fines del 2000 y a raiz de la toma de posesión del gobernador
Pablo Salazar Mendiguchía, habían adoptado un bajo perfil.
En Guadalupe Tepeyac, La Realidad y otros puntos de la
zona de conflicto, se incrementan los patrullajes militares y los vuelos
rasantes de aeronaves de la Fuerza Aérea y el Ejército, en
tanto que las guardias blancas de filiación priísta parecen
realizar preparativos para una nueva escalada de ataques contra los indígenas
zapatistas, en tanto que los cuerpos de seguridad estatales vuelven a sus
conocidas actitudes de acoso y provocación hacia ellos.
Tales datos sin indicativos de la existencia de sectores
medios o superiores que, tanto en el gobierno federal como en el estatal,
se niegan a aceptar las acciones y las directrices propicias a la paz y
a la distensión, adoptadas tanto por el presidente Vicente Fox como
por el gobernador Pablo Salazar.
El asunto resulta especialmente preocupante si se toma
en cuenta que, en el terreno político y parlamentario, los opositores
a la aprobación de la ley Cocopa han logrado generar graves tensiones
y desencuentros entre el Poder Legislativo y los representantes zapatistas
que se encuentran en la capital de la República: los jefes de las
bancadas panista y priísta pretenden convertir en un trámite
de ventanilla lo que debiera, podría y merecería ser, en
aras de la tolerancia y de la paz, un gran encuentro republicano entre
los rebeldes y el Congreso de la Unión.
Es obligado preguntarse en qué medida los fenómenos
referidos -el inopinado recrudecimiento, en Chiapas, de la hostilidad contra
los pueblos indígenas rebeldes, y el menosprecio en la capital,
de los líderes parlamentarios hacia los comandantes zapatistas y
hacia la iniciativa de reformas legales elaborada por la Cocopa y presentada
al Senado por el presidente Fox- pueden estar relacionados o coordinados,
y si no asistimos a la activación de una pinza entre el paramilitarismo
y las tácticas de contrainsurgencia por un lado, y la reacción
política, económica e ideológica, por el otro. En
otros términos:--actúan Diego Fernández de
Cevallos y sus aliados panistas y priístas como una suerte de pasamontañas
legislativo para Máscara Roja, Los Chinchulines y Paz y Justicia--
Ante esa doble cerrazón, Marcos anunció
ayer el propósito del EZLN de enviar una delegación al Parlamento
Europeo con la perspectiva de hallar en esa intancia lo que no están
encontrando en el Poder Legislativo nacional: la posibilidad de ser escuchados.
Si esa eventualidad se concretiza, los zapatistas podrán decir con
razón, una vez más, aunque en otro contexto, que no les han
dejado otro camino.
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