sabado Ť 17 Ť marzo Ť 2001

Luis González Souza

h. Grotesco de la desunión

Es en verdad grotesco el papel de estorbo a la paz jugado estos días por el, así, para nada "honorable" (por eso, con h minúscula) Congreso de la Unión. Con su necia negativa a que la dirigencia del EZLN suba a la tribuna legislativa, lo único que está logrando es una mayor desunión del país y echar por la borda la nueva oportunidad de paz justa y digna abierta con la histórica marcha zapatista al Distrito Federal.

Hacia 1994, el dilema de México era el de una nación nueva, incluyente y justa, o guerra contra el olvido de los pueblos indios. Ahora, algunos politiqueros disfrazados de legisladores lo han achicado al dilema de: voz zapatista desde la tribuna o desde las coladeras (comisiones) del Congreso. Ahora se busca que los indígenas zapatistas queden desarmados y, además, mudos.

Grotesco, en efecto, como la camarilla que de paso se lleva entre las patas el prestigio -mucho más potencial que actual- de todo el Congreso. Es la camarilla de los resentidos, si algún nombre les queda. En lugar del Congreso digno y responsable que hoy urge a México, lo que hoy vemos es un Congreso maniatado por un puñado de politiqueros con disfraz legislativo y con conductas a cual más de irresponsables. Más que medallas como la Belisario Domínguez, anhelan algo así como la Bestiario no-chingues. Porque de ese tamaño son las bestialidades que hoy ensayan a efecto de frustrar un debate de altura con la directiva del EZLN.

Bestialidades legaloides, cobijadas en la más reaccionaria filosofía del derecho, constituyen el arma preferida por esa mafia de legisladores resentidos. Unos (el Jefe Ego y sus acólitos), resentidos por la forma en que su insaciable vanidad fue arrollada por la candidatura de Fox. Otros (Bartlett y sus secuaces), por la anemia de poder en que los dejó el mismo huracán foxista. Y otros más, por el pánico que les provoca la transformación del EZLN en una "nueva fuerza política".

Ni la mezquindad ni el resentimiento son los ingredientes de un buen trabajo legislativo, aunque sí del politiquero. La mafia de los resentidos sólo muestra sensibilidad para aquello que ayude a engrosar su agenda de facturas, revanchas y recuperación de poder. El país les tiene sin cuidado. Vaya, ni siquiera les gusta reflexionar sobre todo lo que está en juego con la insurrección zapatista: guerra o paz nacional, democracia desde abajo o democracia de mentiritas, sujetos políticos nuevos (EZLN, pueblos indios) o el zoológico politiquero de siempre, en fin, nación multicultural o nación cadáver, soberanía revitalizada desde las autonomías indígenas o soberanía balcanizada, neoliberal e irreversiblemente. Por supuesto que a estos legisladores vendetta les importa un bledo el mandato del electorado, que ya es, nítidamente, un mandato de paz justa y digna. Con esos legisladores... mejor no me representes, compadre.

Todo lo que les importa es mantener el río nacional lo suficientemente revuelto para que su mafia pueda seguir pescando a sus anchas. Para ello, el racismo y la guerra les parecen los mejores afluentes. Por ello, hoy se (re)vuelcan -cada vez más juntos- a evitar que la directiva del EZLN le hable claro y recio a todos los legisladores desde la tribuna del Congreso.

Menos malo sería que así lo reconocieran y lo dijeran. Pero no, prefieren escudarse en "la ley", lo que de paso les permite erigirse en "guardianes del estado de derecho". También grotesca es su coartada: el reglamento interno del Congreso, que a su muy caprichosa interpretación prohíbe que nadie más que los legisladores utilice su sacrosanta tribuna, jamás antes ensuciada por nadie, salvo por un buen de legisladores que representan intereses y prejuicios inconfesables o que, en el mejor de los casos, sólo representan a su familia y sus cuates.

Para colmo, el arma escogida para frustrar el diálogo EZLN-Congreso es un reglamento absolutista: fabricado, interpretado y aplicado por los propios legisladores. šTres poderes -Legislativo, Judicial y Ejecutivo- concentrados en uno solo! Y concentrados precisamente en el poder más probado en la violación cotidiana de su propio reglamento: ausentismo, impuntualidad, simulaciones como su "sistema de edecanes" y de "turismo parlamentario".

Con esos legisladores, ninguna transición es posible. No sólo Marcos o Tacho o Esther o Fidelia, sino todo el EZLN tendrían que subir a su tribuna para darles una ayudadita.

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