SABADO Ť 17 Ť MARZO Ť 2001
ANDANZAS

Fellini en la danza

Ť Colombia Moya

SI ALGO RESULTA un tanto osado es tratar de traducir una obra cinematográfica al espacio escénico teatral. Pero la Dirección del Ballet del Gran Teatro de Ginebra, de visita en nuestro país en el marco del Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, ha querido ofrecer nuevos enfoques y oportunidades creativas a bailarines y coreógrafos de todas tendencias y nacionalidades (la compañía no cuenta con coreógrafos estables o fijos, sino que contrata a distintos creadores para obras específicas, y así tiene un repertorio más ágil, diverso y contemporáneo)

fellini3DE ESTE MODO, fue la dirección de la compañía quien tuvo la ocurrencia de llevar el mundo felliniano a la danza. Para el efecto seleccionó a la talentosa coreógrafa italiana Laura Scozzi, de sólida y larga trayectoria en la escena y en la pantalla de plata. Corto es nuestro espacio para reflexionar sobre el cine y la danza en este momento, pero lo que sí podemos expresar es el hecho de que la idea, el experimento, es una sorpresiva realidad que rescata esencialmente, con gran humor, el decadente mundo de la Roma de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, acentuando en varias escenas, o shots, podríamos decir, la veta cómica, casi patética de una sociedad harta, aburrida e insensible que vive una dulce vida en medio de las más atroces injusticias y desequilibrios económicos.

SCOFFI SE ARRIESGA y capta con sus bailarines escenas nodales del filme con imaginación y fluidez, como al de los paparazzi, término inventado por Fellini, acosando a la estrella de cine para botarla y cambiarla por una nueva: la de los perritos y sus amas, muy a la Christian Dior, las Vespas, cabarets y boites de nuit, la de las religiosas y muchas más que arrebataron al público la franca carcajada. Si bien no aplaudió cada escena que como un caleidoscopio se sucedían con gran rapidez en una interpretación dancística y coreográfica, que más que un virtuosismo diletante incide en el contenido y el trabajo actoral de los bailarines, los cuales son excelentes.

EL INTENTO DE Laura Scozzi, difícil y arriesgado, representa una nueva veta en las artes escénicas que aleja un tanto a la danza del aburrido brincoteo y el virtuosismo estéril que tantas veces nos lleva a la nada. Sin embargo, los bailarines poseen un entrenamiento y formación corporal de virtuosos que por momentos nos los hacen ver, como para darnos un ligero quemón y los ortodoxos balletómanos no se azoten, pero demostrando en sí que lo más importante es la amalgama del conjunto, el tratamiento de la idea, la traducción del universo felliniano, Roma de los sesenta a la Scoffi y a la propia, pues es un ballet en el que los bailarines tuvieron una fuerte participación creativa.

TODO ESTO MOSTRO la tendencia europea hacia un nuevo tratamiento de la danza escénica. Es un nuevo paso que ofrece un vasto mundo de aventuras y posibilidades para liberar en cierta forma a la danza del vado del academismo y el sentimiento protagónico de una grandiosidad, o sentimiento trágico de la vida que no pocas veces ha disminuido a un público ya formado en el inmenso territorio de la velocidad y la comunicación sin rodeos ni retóricas corporales Pourepaté les burgoises.

ASI, LA CONFEDERACION Helvética puede sentirse satisfecha de apostar a lo diferente, segura de que en el Ballet del Gran Teatro de Ginebra, con las obras que están programadas para el festival en los próximos días se cuenta con una sólida compañía y obras importantes del repertorio mundial y coreógrafas como Laura Scozzi aún tienen mucho camino por delante.