MARTES Ť 20 Ť MARZO Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
EL SUBCOMANDANTE MARCOS ha escogido buen momento para anunciar que se retira del foro capitalino. Lo hace cuando más notables son las pugnas y contradicciones entre los miembros de la Cocopa, entre legisladores panistas y priístas y entre Diego Fernández de Cevallos y Vicente Fox (y, en este terreno específico de la derecha, entre las corrientes más reacias al trato político con el zapatismo, identificadas con el barbado senador, y las dialoguistas encabezadas por el presidente de las botas).
EL LLAMADO zapatour maneja, además, tiempos políticos simbólicos: mientras el presidente Fox prepara un homenaje al vapor a Benito Juárez (del que ayer ni siquiera se habían anunciado detalles de lugar y hora) antes de irse a California a seguir "vendiendo" México, los comandantes y el subcomandante visitarán Ciudad Universitaria, en un acto que pretende superar las divergencias, protagonismos y desviaciones dadas en el activismo político de la UNAM. El jueves 22, mientras el Presidente de México sigue en Estados Unidos, la caravana zapatista hablará en las afueras del Congreso, donde no les fue permitido exponer ante el pleno el mensaje que finalmente dirán en la calle. El viernes 23, mientras el Presidente llega a Sonora y aprovecha la efemérides colosista para realizar un acto político más de oportunidad, Marcos y compañía estarán emprendiendo el retorno a las montañas chiapanecas.
El balance de la marcha zapatista parece ser, de entrada, favorable, pues consiguieron reactivar su movimiento, reciclaron al comandante Germán, dieron legitimidad a varios movimientos guerrilleros, abrieron la posibilidad de una alianza operativa insurgente, formalizaron pactos con movimientos sociales, renovaron presencia pública nacional e internacional y, sobre todo, le arrancaron la capucha a varios de sus adversarios. Uno de ellos es, desde luego, el propio presidente Fox, a quien con razón acusan los zapatistas de generar expectativas infundadas sobre la inminencia de la paz (todavía ayer, en un gesto patético, el guanajuatense pedía que el mando del EZLN dialogara con legisladores antes de irse de la capital. Una foto, por favor, para dejar testimonio de que algo cercano al diálogo se habría conseguido, parecía implorar el Ejecutivo federal). Otro, sin embargo, ha sido el personaje central de las malquerencias zapatistas: el senador Diego Fernández de Cevallos, a quien se atribuye la principal oposición a que la representación de indígenas chiapanecos pudiera dialogar con el pleno del Congreso.
FERNANDEZ DE CEVALLOS, como es muy sabido, no fue promotor de la candidatura presidencial de Fox, y se sumó con poco entusiasmo a la campaña de éste cuando ya era el abanderado oficial del panismo. Entre otros reparos puestos por el exitoso abogado al guanajuatense estaba el hecho de que éste, en un libro autobiográfico, consideró que Diego se había echado para atrás cuando en apariencia tenía el triunfo al alcance de la mano en 1994, luego de un debate que había ganado de calle a un alicaído Ernesto Zedillo. Por esas y otras causas, Fernández de Cevallos ha mantenido una actitud de crítica a los constantes desplantes, excesos y dislates del ex gerente de la Coca Cola.
UNO DE ESOS puntos de explícito diferendo es el del tratamiento dado al zapatismo. Fernández de Cevallos, haciendo eco de la corriente más derechista del país, ha criticado el que el Presidente haya "revivido a Marcos". Si él hubiera sido presidente, ha dicho Diego, jamás habría abordado el asunto chiapaneco como lo ha hecho Fox. No ha pedido fusilamiento para los insurgentes, pero sí ha sido insistente en negar el derecho a hablar con legisladores a quienes no dan la cara. Es, Diego, expresión política nítida en estos momentos de la inconformidad, e inclusive irascibilidad, de parte de la clientela original de Fox, la de una derecha asustada por las movilizaciones públicas de Marcos y por las apariciones de Germán y los riesgos de reaparición de guerrillas latentes.
DE CONFIRMARSE el retorno zapatista (todavía podrían los legisladores ponerse de acuerdo para darle tribuna al EZLN en San Lázaro de aquí al viernes, en una medida de urgencia para impedir que los encapuchados se lleven el capital político de darse por desairados e humillados), Fox quedaría en tan malas condiciones que su posible empeño en impulsar la ley indígena en el Congreso sería insuficiente. Muchos serían, entonces, quienes le reclamarían desde fuera y desde dentro del panismo sus palabras desbordadas de entusiasmo, su presunta visión profética ("yo veo más cosas que los demás", llegó a decir en una ocasión para justificar su dicho de que la paz llegaría pronto).
TAMBIÉN AYUDARA el retorno a los zapatistas para deshacerse de resultados incómodos que amenazaban con crecer. Uno de ellos es el de la inaceptable presencia de extranjeros en funciones de policía particular y de tutores políticos. El grupo de seguridad, llamado monos blancos, ha ejercido actos que lesionan la Constitución mexicana y protagonizado hechos que si hubiesen ocurrido en marchas o actos de PRI o PAN habrían sido censurados enérgicamente por algunos de quienes ahora pretenden disimular o atenuar esos excesos aduciendo razones políticas o queriendo endosar las críticas a provocadores. También salvará el EZLN, con este regreso, el riesgo de caer en repeticiones o reiteraciones y perder el nivel original del interés público. En el saldo negativo los zapatistas han de anotar también el forcejeo verbal perdido frente a la Cruz Roja Internacional.
EL PRESIDENTE FOX tendrá, sin embargo, un marco cálido para olvidar las ingratitudes de la política mexicana. En California será muy bien recibido no sólo por la comunidad mexicana, ávida de impulsar cuanto ayude a regularizar su mayoritaria condición migratoria ilegal, sino por una opinión pública nativa que ve con simpatía el estilo empresarial del Presidente mexicano y su disposición a hacer negocios, en especial los relacionados con los energéticos.
AYER MISMO, el presidente Bux mandó un mensaje público al presidente Fosh: "Yo exhorto al presidente a que permita el inicio de que el capital extranjero explore la posibilidad de producir gas natural en México", dijo sin ordenar en esta ocasión ningún bombardeo contra Bagdad. Reunido con su equipo de asesores en materia energética para tomarse una foto (Marcos, Ƒqué te cuesta una fotito con los legisladores para decir que ya inició el diálogo?), Bush dijo que ante los problemas externos para el suministro de energía a Estados Unidos ya se están explorando alternativas nacionales de solución que reduzcan la dependencia de recursos extranjeros (y el petróleo mexicano no es un recurso extranjero, sino una tacita de azúcar que todo buen vecino está siempre dispuesto a prestar).
EL ASOMO del presidente norteño a la escena no fue fortuito. Obedece a la gran preocupación que ha causado el recorte de producción petrolera (un millón de barriles diarios menos) anunciada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que podría elevar el precio de las gasolinas en Estados Unidos y añadir problemas a los ya causados por la desaceleración económica en curso. A ningún mexicano, y menos a su viajero Presidente, convendría un escenario de dificultades económicas que incluyera el recorte de empleos a partir de la base laboral más débil, como es la de los indocumentados.
PERO, EN FIN: šHasta pronto, zapatistas!, šBuen viaje, Presidente!
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