martes Ť 20 Ť marzo Ť 2001

José Blanco

En ascuas

l turno es del Congreso y de los partidos políticos, y los presagios son ominosos. La ley Cocopa y la reforma hacendaria son absolutamente vitales para el futuro inmediato y de largo plazo del país, pero nada anuncia a la sociedad con claridad contundente que los partidos y sus miembros en el parlamento tengan conciencia plena de lo que tienen entre manos.

Lejos de ello, lo que se anuncia, una vez más, es harto deplorable: los propósitos de diversos legisladores de continuar entendiendo la política al interior del Congreso como mercadeo de intereses políticos entre las distintas fracciones del poder, es decir, entre los partidos políticos: el cálculo político en función exclusiva de su lucha continua por el poder, refiriéndose a las necesidades de la sociedad sólo cuando verdaderamente no haya más remedio. Tan lejos ha ido esta tan estructurada y firme como cínica idea de la política, que reclamar un mundo distinto es asunto de ilusos, naives, o postura de fariseos.

Fox ha vetado la Ley de Desarrollo Rural, y este hecho puede repercutir negativamente en los proyectos de la ley indígena y de reformas fiscales. Este sería un ejemplo a todas luces evidente de un sacrificio nefasto e impune de la sociedad y de su futuro por los legisladores, determinado por la "lucha política" entre el Legislativo y el Ejecutivo y entre los partidos políticos. Aparentemente el punto central del veto en cuestión es que afecta, dicen los inconformes, a los agricultores organizados en asociaciones de productores. En este país, el trasfondo político de tales "asociaciones" es la historia del corporativismo rural que, dicho sea de paso, ha entregado pésimas cuentas a sus propios asociados: corrupción, ineficiencia productiva y económica, control político, son su nota distintiva histórica. A nadie escapa que ese corporativismo ha estado bajo la férula y dominio del PRI a través de la CNC. Por cuanto afecta a los votos corporativos verdes del PRI, este partido querrá cobrársela a Fox dirigiendo sus ataques a las iniciativas de ley del Ejecutivo. Es posible que la iniciativa afectada sea la ley Cocopa, cuya aprobación daría fuertes ganancias políticas a Fox. Algunos de los duros del PRI hacia allá han enfocando su artillería.

Más allá de la dimensión política del veto aludido --la embestida al corporativismo--, hay una concepción económica distinta: la iniciativa individual frente a proyectos colectivistas. En un plano abstracto económico hay argumentos en pro y contra de ambas orientaciones. En el plano de la experiencia histórica concreta mexicana, los resultados de la simbiosis gobierno-productores organizados corporativamente ha sido inmensamente adversa para los productores y para la sociedad en su conjunto.

El PRD, por su carga ideológica a favor sin más de proyectos colectivistas y porque también cree que puede competir por los votos verdes priístas, se suma a la protesta contra el veto. Apoyará la ley indígena porque supone que los numerosos simpatizantes ezetaelenistas pueden ser votos suyos. Para este partido pesa más este lado de la balanza que el otro: la ganancia política foxista por la aprobación de esa ley. Por estas mismas consideraciones electorales estará, en cambio, en contra de la reforma fiscal, especialmente de la eliminación de la tasa cero del IVA. Estar a favor de la tasa cero hoy existente es estar a favor del subsidio a los ricos. El 42.2 por ciento de los beneficios de la tasa cero se concentran en el 20 por ciento más rico de la población, que llega a 65.6 por ciento si se extiende la medida a 40 por ciento de mayores recursos. Un régimen que homologa la tasa de 15 por ciento --lo más conveniente en términos fiscales y de administración fiscal (terriblemente ineficiente hoy en México)--, aunado a un proyecto como el propuesto por Julio Frenk para los medicamentos, más un compromiso de ampliación de gasto social focalizado en los grupos de menores ingresos, es altamente provechoso para estos grupos y para la sociedad en conjunto debido al fortalecimiento de las finanzas públicas. Pero el discurso facilón perredista para la propaganda electoral es sostener la tasa cero y "cobrar más a los ricos". Ese discurso facilón, de otra parte, mide bastante bien cómo ve el partido en cuestión a sus propios electores. A este discurso parece sumarse al menos una parte del PRI.

Otra parte del PRI, más una parte del PAN, están en contra de la ley Cocopa. Hasta donde puede advertirse la oposición panista a esta iniciativa está asociada a diferencias y de trato político entre el PAN y Fox. El alcance de estas diferencias puede ilustrarlo el chiste del jefe Diego: el objetivo futuro del PAN es ganar la Presidencia. En todo caso, está claro: esas diferencias "políticas" panistas están antes que el beneficio decisivo que para la sociedad en su conjunto derivaría de la aprobación pronta de la ley indígena.

Total, en ascuas.