MARTES Ť 20 Ť MARZO Ť 2001
Nora Patricia Jara Lopez
Por la libre
Si la controversia del horario de verano entre los gobiernos federal y capitalino parece una disputa con argumentos irreconciliables esperemos a ver cómo resuelven la ubicación del nuevo aeropuerto capitalino a mediados de junio.
Hasta el momento el ambicioso proyecto del "Triángulo de Oro" que conforman el Valle de México, Guadalajara y Monterrey va ganando la delantera. Esta zona que genera un intercambio comercial que representa 70 por ciento de exportaciones del país es el atractivo para los inversionistas nacionales y extranjeros que se beneficiarían directamente de la construcción y de la demanda de servicios.
El macroproyecto de los mexiquenses para que se construya la central aérea en su estado lo apoyan los grandes empresarios del país y del estado de México, mismos que tratan de convencer a la SCT de que el ex lago de Texcoco es la mejor opción financiera y comercial para instalar ahí el más grande aeropuerto de América Latina con seis pistas, en un plazo de 50 años.
El otro postor, el gobierno de Hidalgo, también tiene lo suyo y respalda una contrapropuesta que ofrece un desarrollo regional integral a un plazo de 25 años con base en un reordenamiento urbano y toma en cuenta las especificidades de la zona así como a los poblados y estados vecinos que podrán sentir el impacto de tan magna obra. Pero la propuesta es que si se hace en Tizayuca, Hidalgo, el aeropuerto sólo tendría tres pistas y no podría igualar al aeropuerto de Dallas, Texas, único en el continente donde se hacen operaciones de tres despegues o aterrizajes simultáneos.
No sólo el tamaño de la construcción y oferta de operatividad están a discusión, también el hecho de que Texcoco está aquí al lado y para los habitantes de la ciudad de México la opción en tiempo y distancia son los 35 minutos que supuestamente se harían en el viaje a la zona del ex lago; contra la hora y media que se tendrían que hacer para trasladarse a la central aérea en Tizayuca .
Sobre esto, expertos señalan que en la mayor parte de las ciudades importantes del mundo las terminales aéreas se sitúan a la mayor distancia posible de las zonas habitadas. Especialmente los aeropuertos internacionales como el que se requiere para dar servicio a los habitantes del Distrito Federal y su zona conurbada.
La decisión, si bien han señalado las autoridades junto con los congresos federal y locales de cada entidad será imparcial y dará prioridad a las consideraciones técnicas y ecológicas y no a las razones políticas, ya se observan inclinaciones: el gobierno federal no ve con malos ojos la propuesta mexiquense, pero esta tendencia se aprecia desde la pasada administración federal en la que connotados mexiquenses ocuparon puestos estratégicos en donde operar una decisión favorable a ellos y obstaculizar a la vez la estrategia de Hidalgo que era bien vista por Carlos Ruiz Sacristán.
Por su parte, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador favorece el plan hidalguense, mismo que además cuenta con la ventaja de no afectar al medio ambiente de la zona que servirá como centro de traslados aéreos regional.
Eso sí; donde lo pongan crearán un nuevo polo de desarrollo y riqueza al ampliar la posibilidad de que los habitantes de los estados y municipios cercanos a la nueva ubicación viajen y transporten mercancía por avión, o se empleen en los diversos servicios que se crearán.
Hasta ahora las evaluaciones van y vienen. De París a Washington se escucha la opinión de expertos y de futuros inversionistas que dicen que le entran donde se decida. A la vez que empresarios de Inglaterra y EU son más específicos y favorecen el territorio del ex lago de Texcoco.
Mientras legisladores se reúnen y el Gobierno capitalino espera los resultados de sus propias evaluaciones algunos se preguntan: ƑCómo compensará el gobierno del DF los 180 millones de dólares que recauda al año en impuestos por tener en la zona metropolitana el aeropuerto más importante del país?