MARTES Ť 20 Ť MARZO Ť 2001

marta lamas

Abascal y la perspectiva de género

Un requisito para debatir en el espacio público es tratar con respeto al adversario político. Por eso lamento haberme referido a Carlos Abascal con términos impropios hace unos días y le ofrezco una disculpa. También lamento profundamente que el presidente Fox haya nombrado como secretario del Trabajo a un individuo que no tiene ni la menor idea de lo que requiere un país como el nuestro para introducir equidad entre mujeres y hombres en el mundo laboral. Ante la complejidad de los entrecruzamientos de la macroeconomía, el trabajo y el género, nuestro secretario del Trabajo sólo es capaz de ofrecer, en su discurso oficial del Día de la Mujer Trabajadora, una penosa retahíla de prejuicios, contradicciones y barbaridades.

Si algo destaca en la versión estenográfica del discurso de Carlos Abascal es el origen único de su reflexión sobre la mujer: la doctrina católica más tradicional, según la cual el valor de una mujer radica tanto en su función de recipiente que contiene una nueva vida, como en que cumpla el imperativo que simboliza la feminidad, o sea, el conjunto de virtudes de abnegación, altruismo y sacrificio que exigen postergarlo todo en aras del hijo, del marido, de la familia. La congoja de Abascal es muy clara -"la desestructuralización (sic) de la familia"- y, por lo mismo, él no conceptualiza el ámbito familiar como el lugar de trabajo no remunerado de las mujeres.

Que el trabajo doméstico no remunerado a cargo de las mujeres subsidie la producción para el mercado y produzca oportunidades diferenciadas entre mujeres y hombres en el mercado laboral, con la consecuente desigualdad en los salarios debería ser la preocupación de un secretario del Trabajo con verdadera perspectiva de género. A Abascal le angustia, y le enoja, la "masculinización" de las mujeres, no el hecho de que trabajen sin remuneración para garantizar la reproducción biológica y social de los integrantes del hogar. Aunque intercala frases sobre la igual dignidad de mujeres y hombres, en su intervención deja claro que concibe la "misión" de la mujer como ser "el corazón, el eje de la estructura familiar", que piensa que esto es un "hecho de orden natural" y que considera el papel del hombre como "complementario". Por ello Abascal propone "crear condiciones de todo tipo, educativas, culturales, fiscales, laborales, para que las mujeres que así lo decidan puedan entregarse de lleno a la profesión de madre y de corazón del hogar".

Un secretario del Trabajo en un régimen moderno y democrático sabe que las interrelaciones entre la economía de la producción y la de la reproducción hacen que las decisiones en la esfera macroeconómica tengan impacto en la microeconomía mientras que las relaciones sociales que se viven en la esfera microeconómica condicionan la respuesta de la población a las medidas de carácter macro. Esto no lo invento yo: lo sustentan los expertos de la Estrategia de Inserción de la Equidad de Género en el Departamento Nacional de Planeación de Colombia. Estos economistas afirman que precisamente por eso los impactos del trabajo doméstico de las amas de casa sobre las demás mujeres son negativos, ya que, por un lado, hay una transferencia de valor de la economía de la casa a la economía de mercado, y por otro, hay un "efecto depresor" sobre los salarios, ya que mientras exista un contingente de trabajadoras no pagadas e invisibles, los salarios se regularán tan sólo por la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo que se realiza fuera del hogar, como si no existiera una relación de interdependencia entre ambos dominios de trabajo. Abascal no registra siquiera esta interdependencia entre el trabajo doméstico no remunerado y la dinámica de la economía productiva, que es el origen de la brutal desigualdad entre ambos sexos.

Hasta hace poco los seres humanos pensaron, ingenua e irresponsablemente, que los recursos naturales -agua, bosques, etcétera- eran inextinguibles. Dicha ilusión terminó con el shock de la no renovabilidad y hubo entonces que planear la sustentabilidad desde otros supuestos. Varios economistas consideran el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres como un recurso que se está extinguiendo y afirman que la sociedad deberá encontrar otras formas para sustituirlo. Además sostienen, y esto lo debería saber Abascal como empresario, que el trabajo doméstico subvenciona al sector empresarial en el segmento no pagado de la fuerza de trabajo.

Antes las mujeres se sacrificaban en aras de la familia; hoy están cambiando su proyecto de vida. La participación masculina en el ámbito privado, que probablemente Abascal vea como "feminización" de los hombres, es una gran tarea a abordar, pero no descarga al Estado de sus responsabilidades. ƑOfrece acaso Abascal guarderías o equiparar horarios escolares con laborales? ƑHabla el secretario del Trabajo de alternativas tripartitas como las que, por ejemplo, Canadá ha desarrollado en materia de cuidado infantil compartido entre el Estado, las empresas privadas y los trabajadores? No. Abascal mistifica la maternidad, alaba un modelo de familia en extinción y no habla de la necesidad de socializar una serie de servicios de la esfera doméstica porque existe el colchón amortiguador del trabajo doméstico no pagado en la casa. ƑSabrá que el trabajo en la casa también sirve para ocultar el desempleo femenino?

Sin duda, la posibilidad de construir otro tipo de sociedad se basa en la forma en que nos reproducimos. Dar otro valor social al proceso de tener y criar hijos conlleva una reformulación de la responsabilidad de la paternidad y también de la de la sociedad en su conjunto. De ahí la necesidad de ya no considerar a la maternidad como destino, vocación y misión de las mujeres, y en cambio, ver el proceso de crianza de nuevos seres humanos como un hecho amoroso que requiere compromiso y trabajo, y también responsabilidad estatal.

Gran parte de las políticas públicas en países democráticos se formulan hoy con el supuesto implícito de que el Estado tiene la obligación de llenar el vacío que las mujeres no pueden cumplir en la casa porque cada vez más trabajan asalariadamente fuera de ella. El nuevo paradigma de desarrollo que alienta la equidad y promueve la igualdad entre los sexos plantea que hombres y mujeres deben compartir los costos, la gestión y los beneficios de la economía de la reproducción social.

Los cambios que se requieren no están a la vuelta de la esquina y entrañan un proceso largo y difícil. Algo imprescindible es saber que no pueden enfrentarse con mistificaciones nostálgicas. El gobierno de la República, que se ha comprometido a trabajar con perspectiva de género, debería saber que ésta implica desconstruir la falsa idea de "lo natural", reconocer el carácter cultural e histórico de los papeles considerados "propios" de los hombres o "propios" de las mujeres y analizar cómo las concepciones de lo complementario entre los sexos derivan en sexismo y homofobia. Las trabajadoras, asalariadas y no asalariadas, necesitan que Fox cumpla su compromiso de tener un gobierno con perspectiva de género. El enfoque de Abascal sobre la situación de desigualdad que padecen las mujeres refuerza la discriminación. ƑCómo resolver tal contradicción?