MARTES Ť 20 Ť MARZO Ť 2001

Ť La puesta en escena El juicio final representa la evangelización del siglo XVI

Espíritus de antiguos habitantes, en el Centro Histórico

Ť Escrita por Fray Andrés de Olmos, en 1533, la obra es la más antigua de la que se tenga noticia

Ť La parte actoral recayó en artistas netamente indígenas, a fin de apegarse más a la idea original

Al corazón del Centro Histórico retornarán de nueva cuenta los espíritus de aquellas almas que lo habitaron hace casi 500 años, y que su presencia aún deambula por las calles de la ciudad.
El juicio final2
Se trata pues de El juicio final, una representación alegórica del teatro evangelizador del siglo XVI que evoca aquellos eventos aleccionadores entre lo demoniaco y lo divino; y que por vez primera el teatro mexicano retoma para llevarla a escena en los escenarios originales que la inspiraron.

Escrita por Fray Andrés de Olmos, en 1533, El juicio final es la obra más antigua de la que se haya tenido noticia. Este dato fue la punta de lanza para que Juicio Final Producciones tuviera como reto activar una serie de elementos escénicos históricos que estuvieron latentes a lo largo de 300 años.

Sin pretender hacer una labor evangelizadora,

 
"buscamos poner de manifiesto la riqueza festival del teatro evangelizador, no desde el punto de vista edificante, sino desde una perspectiva estética y crítica", explica el director de escena, Francisco Hernández, quien asegura que se trata de una nueva experiencia de relación teatral no sólo para el espectador, sino para los actores mismos.

"Tenemos el interés de ver cómo se hacía el teatro en esta época, a fin de formar un juicio sobre lo que se proponía en este tipo de obras, y apreciar la forma en que se usaron los espacios religiosos como sitios de representación". De ahí que se haya escogido el atrio de la Catedral Metropolitana y el de la iglesia de Santo Domingo, escenarios naturales y originales para los habitantes de la primitiva ciudad colonial.

Investigación de campo sobre la época

De acuerdo con la investigadora Xochicalli Chávez, la adaptación del texto de Fray Andrés de Olmos requirió de un trabajo conjunto y "titánico", ya que al realizar una investigación de campo sobre la época se encontraron con innumerables crónicas que retomaban las costumbres, tradiciones y los aspectos sociales y políticos de ese tiempo, "por lo que hubo que conjuntar todas esas condiciones de vida en una versión que se acercara lo más posible a la idea original; fue un tanto complejo", explica al investigadora.

"No se trata de una construcción antropológica, buscamos la propuesta escénica partiendo de esta primera obra, independientemente de la atemporalidad". En este sentido, la parte actoral está puesta en manos de artistas netamente indígenas, cuya sensibilidad se aproxima más a la idea original, señala Xochicalli Chávez.

Orquesta prehispánica integrada por niños

La obra, la cual incluye diálogos y cantos en náhuatl, castellano y latín, da inicio con una procesión que tiene la estructura del Paseo del Pendón, un acto que se realizaba para conmemorar la caída de México-Tenochtitlán, el día de San Hipólito, el 13 de agosto.

Un ingrediente que se destaca en esta puesta es la ambientación musical, a cargo de una orquesta de percusiones prehispánicas, integrada por 75 niños; además de la participación de los Niños Cantores del Centro Histórico; todos dirigidos por Miguel Sánchez Quezada. Además de contar con la intervención de la Camerata del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana.

El juicio final se escenifica dentro de las actividades del 17 Festival del Centro Histórico. Habrá una función el próximo 27 de marzo en el atrio de la Catedral Metropolitana a las 17:30 horas. ANGELICA RUIZ/AGENCIA TODOCULTURA