JUEVES Ť 21 Ť MARZO Ť 2001
Ť Habla de su poemario Jugo de naranja publicado por Trilce Ediciones
Carmen Villoro: intento resignificar la relación lúdica de las cosas que se pierde en los adultos
Ť Ana García Bergua, Carlos López Beltrán y la autora lo presentarán en la Casa del Poeta
ARTURO JIMENEZ
Desde hace algún tiempo la escritora Carmen Villoro emprendió la tarea de servir un ''jugo de naranja" matutino a los lectores de periódicos, exprimido bajo la forma de una prosa poética ''fresca y breve" y con una singular mirada acerca de las cosas y las situaciones de apariencia trivial y cotidiana.
Así aparecieron, para quien aún atesora algo del asombro de la infancia, un vaso de ese jugo como astro relumbrante, un clip laberíntico y plateado, un lápiz modesto y sabio, así como rituales cotidianos de la soledad o paraguas caballerosos pero presas de discretos llantos.
Con el paso del tiempo, la escritora Carmen Villoro decidió pulir todavía más esas pequeñas piezas de gozo y nostalgia para publicarlas en forma de poemario y titularlas, precisamente, Jugo de naranja con el sello Trilce Ediciones, que hoy será presentado, a las 19:00 horas, en la Casa del Poeta (avenida Alvaro Obregón 773, colonia Roma), por Ana García Bergua, Carlos López Beltrán y la autora.
Asombro y juego
-Con ese título nadie pensaría que se trata de un libro de poesía.
-El título surgió porque estos textos fueron creados como colaboraciones para el periódico Público, de Guadalajara. Todo coincidía para pensar en un jugo de naranja, un trago fresco con el que inicias el día y de alguna manera te borra el mal sabor de la noche y te prepara para recibir el día en un estado más optimista.
-Este poemario no se nota desligado del tono propio de la literatura infantil, sobre todo en cuanto a la capacidad de imaginación y sorpresa de los niños.
-Ojalá, porque el niño siente asombro ante cualquier cosa. Y no sólo eso sino una relación lúdica con una bicicleta o los cables de la luz en la calle. Hay una relación de juego con las cosas, que tristemente se pierde en los adultos.
''La mirada del poeta trata de recuperar ese estado infantil de asombro, de no prisa, de relación lúdica con las cosas. Es una intención mía de resignificar esos objetos, de volverles a dar su lugar de asombrantes, de objetos o de situaciones significantes."
-La invocación a los sentidos es otra de las constantes, aparte de la reflexión poética convencional.
-Recuerdo que Carlos Pellicer dijo: ''Alabad vuestros sentidos, confesad vuestra estupidez, oíd, mirad, sentid". Es como una postura sensual, sensible, más que una postura reflexiva o filosófica. Es dejar de pensar para empezar a sentir, y entonces lograr una comprensión del mundo más sensible.
Gozo y nostalgia
-Con la lectura de Jugo de naranja es ineludible pensar en la felicidad o en la facilidad con que podría pensarse o imaginarse la felicidad.
-Sí hay un gozo por la vida, un placer en las cosas y esto provoca una sensación de alegría. Pero también hay, o así lo he percibido, un dejo de nostalgia. Está combinado el descubrimiento de las cosas, y el gozo que provoca, con la posible pérdida de ellas y con lo efímero de las situaciones y de la realidad.
-ƑQué ventajas y desventajas encontraste al trabajar sólo con prosa poética?
-Sobre todo ventajas, porque la prosa poética me dio más libertad para abordar diferentes temas sin ceñirme al rigor del verso. Me permitió cambiar el tono de los textos. Pero no todos son prosa poética.
''Algunos son más descriptivos, otros tienden al sentido del humor, unos son más reflexivos. En general es prosa poética, pero con una diversidad de matices."
-En algunos poemas se perciben fronteras cercanas al haiku, en cuanto a la creación de atmósferas, o al aforismo, en cuanto a la reflexión.
-Lo que comparto con alguien que escribe haiku es una actitud contemplativa, ubicarse en un estado de recepción, pasivo, en el que de pronto los objetos, las situaciones se revelan ante mí y me dicen lo que tienen que decirme, y yo escucho y lo reporto.