JUEVES Ť 22 Ť MES Ť 2001

Ť Energía de tierra y cielo en la zona arqueológica

Magias y charlatanería, todo ocupó un sitio en la Cumbre Tajín 2001

RENATO RAVELO ENVIADO

El Tajin, Papantla, Ver., 21 de marzo. La primavera llegó a El Tajín, como a las distintas zonas arqueológicas y centros proveedores de energía, con una convocatoria de personas de blanco, con deseos de cargarse de los elementos básicos que juntan supuestamente la tierra y el cielo.

ƑTú eres sensible a las vibraciones?, le pregunta a bocajarro, mientras entran a la zona arqueológica, un compadre a otro. ''Cómo decirle compadre, parte de eso se me hace una mamada, pero me pongo a pensar en eso de los 10 mandamientos. Por ejemplo vea..."

Más de 20 mil llegaron este 21 de marzo a El Tajín, aunque quizá sólo unos tres centenares y medio pudieron ser testigos de la llegada del mediodía. Otro tanto, madrugador, debe haberse dado otra cita al amanecer (a las seis de la mañana).

No es exacto, pero como dicen las mujeres sabias, ''la verdad no tiene nada que ver con la exactitud". Astrológicamente el sol está en el medio, en lo alto, partiendo el día en dos, cerca de las tres de la tarde. Más estrictamente la primavera entró por la puerta de atrás el martes sin siquiera un ''quihubo, Ƒya llegaste?".

Una familia, ya ''cargada", se retira a eso de las once: ''Agárrense de las manos", parecen decir a los que ven entrar: ''Nosotros sí creemos, pero nada más tantito". Camiones por decenas hacen fila y cuentan por sus placas que vienen de Tamaulipas, de San Luis Potosí, todos dispuestos a esa carga positiva. Sombreros para el sol, flechas para quién sabe qué maldad, cuarzos, cintas rojas para el combinado mágico, piezas inmóviles susceptibles de ser tocadas para despertarlas a su vida.

Misa al pie de la pirámide de los Nichos

La intuición profunda es al mismo tiempo abrumadoramente pública: algo habría entre estas piedras para que los totonacas fincaran sus majestuosos templos. Ciertamente nada tiene que ver ese hombre del penacho que cura, con sabiduría más bien mexica, pero no estorba, como ninguno de los tantos doctores del alma que ponen sus manos en la sanación.

Faltan diez o doce minutos para las doce. Al pie de la pirámide de los Nichos el padre Juan Jaime Silva, de Coatzintla, da misa, como hace años. El año pasado ofició desde lo que ahora descansa inerte, como un monstruo metálico y derrotado, y que apenas anoche fue la trasbambalinas del espectáculo de la Cumbre Tajín.

Un pequeño grupo se amontona en torno de un anciano totonaca, quien les pide no se suelten de las manos. El sacerdote hace entonar a Roberto Carlos: ''šTe agradezco Señor, nuevamente agradezco Señor!

A unos metros un grupo numeroso ha estado como sin hacer nada. Ocupan gran parte de la plaza, en medio hay grandes cubetas metálicas y ollas de barro. En realidad es el grupo menos atractivo porque no hacen nada. Sólo esperan.

Dan las doce, suena la paz en la misa católica, en el rito totonaco todos suben las manos y se quedan quietos, más allá otro grupo aplaude la simbólica llegada. En el grupo mayor un bullicio empieza a correr como pólvora. Se hace el más atractivo.

Las personas que antes sólo cambiaban de sitio los enseres, ahora están en trance, empujan con sus manos el cielo o mejor dicho lo acarician con movimientos espasmódicos: ''Los ángeles cantan y alaban a Dios", entonan más de 100 personas.

Son las doce y algo pasa, o acaba de pasar, piensa uno cuando los granos benditos que acaban de ser puestos en la mano, por uno de los consagrantes, queman un poco y paralizan por unos segundos cualquier movimiento.

En este Tajín, concluye uno, caben todas las formas de charlatanería, todo sea por las magias.