Ť Amenizó Joe Arroyo; el sábado estará en La Maraka
Sesenta bocinas retumbaron hasta el cielo en el aniversario del Sonorámico
JAIME WHALEY'
Noche de primavera, noche de fiesta en la populosa colonia Impulsora Agrícola. Uno de los sonideros de mayor fama en la comarca y aún fuera de ella, celebra rumbósamente el vigésimo sexto aniversario del comienzo de su singular negocio con bailongo que congrega en las calles a miles de hábiles y ágiles danzarines.
A pie, en pesera, en sus vochos o en bicitaxi desde el Metro más cercano, de a tres pesos la dejada por persona, tarifa que se altera en unos cuantos pesos más, cuando los cansados danzarines abandonan el baile, llega la feligresía para este rito anual que atrae la atención de propios y ajenos a las calles de Hacienda de Mayorazgo, Hacienda de la Noria, de Jajalpa, y así la nomenclatura hacendaria hasta juntar cinco calles con su respectiva desembocadura al lugar del bailongo.
Una doble cartelera de músicos colombianos tiene a su cargo la animación en este cumpleaños, con el turno estelar disputado entre Joe Arroyo, uno de los sumos sacerdotes de la salsa y otros ritmos en aquel girón de Sudamérica y Fruko y sus Tesos que también, dicen, la levanta a la hora de las ejecuciones cumbiamberas.
Desde horas tempranas de la tarde llegan los gigantescos camiones del Sonorámico de Raúl López. Ya son estacionados para bloquear la circulación y desde ahí servir como taquilla rodante, en donde a cambio de rigurosos 70 pesos se obtiene, por la aleta de la cabina, el boleto que da acceso a las festividades.
Ya han transcurrido casi tres horas desde el primer desembarco y la callejera pista va tomando forma en tanto que se le dan, también, los últimos toques al escenario, allá, al fondo, que va de banqueta a banqueta ante cierta molestia del vecindario que, aunque aseguran los organizadores que están de acuerdo, no dejan de externar sus quejas .
?A ver Carmela, amarra al Troy?, se escucha la imperativa voz de una señora ya de edad, ante lo cual el can de fiero aspecto se deja tomar dócilmente y conducir hasta la reja de la casa. ?Es que con el ruido se alborota y le da por morder?, explica la Mela sin que medie solicitud para ello.
El boticario de la esquina, de la farmacia de genéricos, se apresta ya a bajar las cortinas de la negociación, de nada serviría permanecer abierto. Más afortunados son la Seño que expende gorditas de chicharron a cuatro pesos y que deja entrar al baño por tres pesos, o los de la miscelanea Osain pues afuera venden tacos al pastor que van bien con las cocas y pepsis que tres que cuatro puestitos callejeros ya ofrecen.
Eso si, nada de licor, explica Javier Vázquez, uno de los responsables del Sonorámico.
Y la vigilancia para que no haya alcohol se acrecienta cuando de una camioneta de la XVI región de la Policía Estatal descienden una decena de uniformados, apenas armados de sus bastones. Contribuyen al orden también otras seis patrullas de la policía de Nezahualcóyotl, municipio del que es parte la colonia, y otros de la seguridad privada contratada ex profeso.
El año pasado, en el aniversario de plata, casi 7 mil almas se dieron cita para mover el cuerpo por cerca de cinco horas hasta las dos de la mañana, el límite de lo permitido por autoridades y vecinos. En este 2001 habrá que esperar para saber cuántos fueron, pues la contabilidad se lleva en las penumbras de la taquilla. Prácticamente no hay colados, las calles que confluyen en la elongada pista son el remedo rupestre de una barricada, pero que al fin proteje de los intrusos.
Sesenta bocinas, 40 graves y 20 medias, se encargarán de esparcir el sonido, que, a todo tren, será audible a lontananza, como dirían los clásicos, hasta alcanzar la altura de una avioneta, asegura Don Gaspar, empleado del aeropuerto, parado en la puerta del mercado Dr. Gustavo Baz, a casi 10 calles del festejo
De punta a punta de la pista Raúl López, recorre una y otra vez, la extensión, No se da abasto para dejar a tono el sonido que debe de ser fiel para eso de las nueve de la noche, cuando entre en su apogeo la conmemoración.
La atención del baile, sin embargo, se concentra en Arroyo, creador del Joeson, una combinación entre cumbia y salsa que es bailada con esmero y conocimiento por los más de la concurrencia, al igual que se acompasan con otra mezcla, la del Mini-mini que es la resultante del coctel que lleva de ingredientes el reggae y el calypso.
Este sábado Joe Arroyo y Fruko y sus Tesos estarán en el salón La Maraka, de la colonia Narvarte, en gran encuentro musical. Unica presentación. Indispensable para el inicio de la primavera.