VIERNES Ť 23 Ť MARZO Ť 2001

Ť Pipitone habla de su novela Las veinte y una noches

El arquetipo de los viajeros, modelo antiguo de democracia

CESAR GÜEMES

Tres varones de distintas generaciones y procedencias deciden reunirse durante tres semanas para debatir cada noche acerca de un tema de interés común. Con ello, hacen un amplio repaso a los sucesos más sobresalientes del pasado siglo XX. De este modo, a partir del arquetipo de los viajeros que se dan cita alrededor de la fogata para compartir experiencias, Ugo Pipitone construye su novela Las veinte y una noches, diálogos en Granada (Taurus), con la cual se inicia en las obras de ficción luego de publicar una considerable cantidad de títulos sobre rubros económicos y sociales.

-Los temas que aborda en el libro pudieron tratarse en forma de ensayo, ¿qué lo llevó a decidirse por la narrativa?

-Me hubiera costado más trabajo en el sentido de que el abanico de las cosas que se dicen ahí va de historias humanas mínimas al pipitone_ugo2derrumbe de los grandes sistemas a finales del siglo XX. Decir eso de forma académica no habría sido en absoluto fácil. Pero hay otra consideración: el reconocimiento del papel que la literatura ha tenido por lo menos en los últimos siglos al ilustrar periodos históricos enteros, al describir mejor el entorno que como lo hacen los científicos sociales. La Francia de las primeras tres décadas del siglo no se entiende sin Stendhal, no sólo porque ahí se cuentan sucesos, sino porque se da vida a la atmósfera de estos momentos. Y lo mismo me resultaría difícil renunciar a Calvino para explicarme la segunda posguerra italiana. Tampoco entendería a la Cuba anterior a la Revolución sin Carpentier y a México sin Paz. De la literatura han surgido capacidades de expresar los dilemas de épocas históricas, de señalar las potencialidades y la angustia de cualquier tiempo de la historia humana. Este libro es un intento de moverme al mismo tiempo con los dos pies, uno que espero esté en la literatura y otro que está en el terreno de la confrontación de las ideas.

-Ha de ser complejo para un ensayista de carrera entrar a la novela. ¿Fue así de complicado el cambio?

-No podría contestar rotundamente, sí o no. Descubrí algo a lo largo de los cuatro años que me llevó escribir el libro: escribir es corregir. A veces se trabaja en momentos de excitación del espíritu y cree uno que por la pluma pasa el espíritu universal, pero si se lee eso al día siguiente se descubre que es basura. Así que la tarea de corregir es al mismo tiempo un reto y un acto de vergüenza hacia uno mismo. Corregir es el verdadero arte de escribir, volver sobre los temas tratados para descubrir que esconden aristas que en una primera escritura no se consideraron. Eso es lo difícil, pero añadamos que es un trabajo entusiasmante.

-Cómo manejó la posibilidad de hacer ficción a partir de los temas concretos que maneja? ¿Había escrito novela antes?

-Me he atrevido a llamar este engendro como una novela moral. O sea, la construcción de un ambiente narrativo dentro del cual pueden circular ideas, pero no solamente, sino también historias de vida. Hay ideas que no pueden contarse si uno no las encarna en historias de seres humanos concretos. Hay ideas que descritas en frío son de una banalidad ideológica insostenible. El intento que hice en el texto fue juntar a tres personajes, un italiano ex comunista, un relojero granadino y un estudiante mexicano de ciencias políticas. Quise que pudieran confrontarse esos tres universos de cultura. El ambiente narrativo fue una mesa cuadrada, metálica, de un café en Granada, que está debajo de un Cristo llamado de las Grapas. Ahí se debaten las ideas a lo largo de 21 noches.

''Para mí ese modelo es fascinante en cuanto al arquetipo que es la fogata nocturna alrededor de la cual los viajeros se encuentran e intercambian experiencias. Es posible que tengan religiones y certezas ideológicas distintas, pero muy difícilmente al calor de la fogata ocurren cuchilladas. Es el lugar donde se intercambian ideas y experiencias. Debo añadir que ese arquetipo de los viajeros que vienen de lugares distintos es un modelo antiguo de democracia. Me pareció particularmente atractivo construir una ficción narrativa en torno de un molde cultural tan antiguo que yo diría que es clásico.''