DOMINGO Ť 25 Ť MARZO Ť 2001

Ť Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México

Cena junto a mural de Rivera

MARIANA NORANDI

Después de varias décadas, el mural pintado en 1947 por Diego Rivera denominado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central vuelve a ser marco gastronómico, pero en esta ocasión no en el restaurante de un hotel, sino dentro del 17 Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México.

mural-cenaRememorando los años en que esta obra estuvo expuesta en el comedor Versalles del Hotel del Prado, este viernes se sirvió una cena frente al majestuoso mural. Con 140 comensales, la propuesta gastronómica fue realizada y dirigida por el chef Abdiel Cervantes, director del departamento de educación continua del Centro Culinario de México. Asistido por estudiantes de la escuela de cocina Ambrosía, la cena tuvo que adaptarse a las condiciones que el Museo Mural Diego Rivera puso a los organizadores. Básicamente: los platos no pueden desprender aromas ni sustancias que puedan dañar el mural, no se permite usar veladoras en la decoración ni fumar dentro de la sala. No fueron tantos condicionantes para tan delicioso capricho, pues allí se produjo una simbiótica relación de arte muralista y gastronómico. El menú fue frío para evitar los vapores y consistió en una combinación de cocinas internacionales. El toque mexicano lo aportaron el tequila y el vino.

Como aperitivo se sirvió una tarrina de conejo montada sobre mermelada de cebolla y hebras de mango. La entrada consistió en una trilogía de ceviches de influencia peruana: tibio de pato montado sobre una cazuelita de tortilla de harina, rollo de camote con ceviche de camarón y mejillón en su concha. La sopa fue de aguacate con un crutón de salmón ahumando y caviar. El plato fuerte, un medallón de atún fresco con costra de ajonjolí, puré de papas y salsa de dos aceitunas, verde y negra. El postre, un sabroso pastelito relleno de frambuesas bañado de chocolate blanco empanizado, servido con flores caramelizadas y comestibles, y un globo de azúcar. La sopa fue presentada en un plato-escultura realizada por el artista argentino Jorge Orta en porcelana de Linoges, (Francia) decorado en oro y platino.

Acabada la cena el plato se podía adquirir por 500 pesos en beneficio de la escuela oaxaqueña Escuela 21, proyecto de educación popular. "Esta escultura con forma de plato es de tipo relacional pues pone en relación a individuos, en este caso, a través de la mesa", explicó Orta.

El chef Abdiel Cervantes comentó la relación del mural con la cena: "Se trata de tener una mesa muy colorida en alusión al colorido del mural. El que no podamos presentar platos calientes, se suma al ambiente del mural que es como un sueño de verano, la idea es tener platos fríos de verano". Este joven chef, expresa su emoción por el acontecimiento que le remite a su infancia cuando descubrió la dimensión artística de la gastronomía, "el primer banquete formal que yo pisé cuando era niño fue en el Hotel del Prado, en el aniversario de unos tíos. Allí empecé a conocer la gastronomía elegante. El que este mural haya estado en ese hotel es para mí muy emotivo". Para la directora de este festival gastronómico Sylvia Kurczyn "cenar esta noche frente al mural es como realizar un sueño muy acariciado. Mucha gente cenó hace tiempo frente al mural, y ahora que se nos permite realizar esta fantasía. Es algo maravilloso". El director del museo, Américo Sánchez, explicó: "Es la primera vez que se realiza un evento de estas características en este lugar y posiblemente sea la última, ya que este museo ha sido creado para preservar el mural y no podemos correr el riesgo de que sufra alguna alteración. En esta ocasión se hizo una excepción por tratarse del Festival del Centro Histórico".

El ambiente de solemnidad en el que comenzó la cena, poco a poco se fue transformando en una amena y amistosa velada. Donde los platillos de Cervantes conquistaron a los comensales quienes pudieron comprobar una vez más que la gastronomía es un exquisito arte de inagotable creatividad.