LUNES Ť 26 Ť MARZO Ť 2001

León Bendesky

Hacer política a medias

En México debe terminar ya la práctica de hacer política a medias. Esa práctica puede servir a los intereses de un gobierno o de algunos grupos, pero tiene ciertamente un alto costo para el interés general. En el caso de la política económica se sigue actuando a medias, administrando dosis discrecionales de una serie de medidas para alcanzar un ajuste que no termina por cuajar después de veinte años. Un terreno en donde se aprecia de manera muy clara esta mala práctica política es el del presupuesto y la gestión fiscal que se realiza cada año.

Hace apenas tres meses que se aprobó el presupuesto federal que debe aplicar el nuevo gobierno en el primer año de su administración. El debate entre la Secretaría de Hacienda y el Congreso se centró en el tamaño del déficit con que debía operarse. La primera propuso una proporción de déficit con respecto al producto de 0.5 por ciento y el segundo la elevó a 0.65 por ciento, pero de inmediato el secretario de Hacienda anunció que aplicaría reducciones del gasto para evitar elevar el déficit y mantenerlo en la cifra original que quería. La pregunta es: Ƒentonces para qué tenemos representantes en el Congreso, si no existen los mecanismos, la reglas y las instituciones para hacer efectivo el mandato expresado en la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación?

El asunto no se convirtió en un tema de confrontación política entre la oposición en el Congreso y el gobierno, sino que poco después Hacienda anunció que en realidad el déficit no era de 0.5 por ciento ni 0.65 por ciento, como se había discutido, sino que llegaba a 3.5 por ciento del producto cuando se contabilizaban las cuentas contingentes que no estaban incluidas en el balance financiero del gobierno. Una vez más los partidos en las Cámaras de Diputados y Senadores hicieron mutis, no llamaron al secretario Gil Díaz a explicar la situación y él tuvo aún menos la intención de hacerlo. Las prácticas políticas en este terreno han cambiado poco con el nuevo gobierno y todos están involucrados: los funcionarios del Poder Ejecutivo y los que fungen como representantes populares en el Legislativo.

Las cosas a medias y sin un seguimiento político no nos acercan a una de las exigencias que se expresaron en los resultados electorales del 2 de julio pasado, es decir, la responsabilidad de quienes desempeñan una función pública, la transparencia de las acciones de gobierno y el proceso efectivo de rendición de cuentas. Durante varios años el gobierno de Ernesto Zedillo y su secretario de Hacienda Gurría insistieron en la salud de las finanzas públicas e hicieron la política fiscal sobre la base de un reducido déficit fiscal. Gil Díaz continuó con esa media verdad y así presentó su primer proyecto de presupuesto para después decir que los llamados "requerimientos financieros del sector público" son en realidad siete veces mayores a los originalmente calculados. ƑEs que sólo a última hora se dieron cuenta en Hacienda de lo que todos ya sabíamos?

Este es sin duda un mal comienzo para el secretario, que supuestamente debía infundir confianza en los mercados. Y ahora tiene por delante una reforma fiscal que requiere de mucha veracidad para ser legítima y efectiva. Y el caso es que aun con las nuevas cifras se sigue haciendo política a medias, puesto que no indican todavía la magnitud de las necesidades de financiamiento del gobierno, siguen sin aparecer los pagos que hay que hacer para las pensiones del Seguro Social y del ISSSTE y la situación de gran endeudamiento que tienen algunos estados. Con ello el monto del déficit fiscal sigue creciendo y podría llegar a 5 por ciento del producto, es decir, ser diez veces más de la cifra con la que se hace la política financiera.

La experiencia de México es ya muy ilustrativa acerca de los altos costos de hacer política económica a medias. Y esos costos pueden extenderse al campo político. Lo que ocurre actualmente en Argentina es un caso ejemplar. Se pueden reducir los altos niveles de inflación, como hizo Domingo Cavallo hace diez años con el plan de convertibilidad, pero eso no resuelve ni el asunto de la productividad en el uso de los recursos ni el tema de la disciplina fiscal, que ese plan debía atacar de modo directo; hoy el déficit público es tan grande que ha surgido otra crisis. La economía argentina tuvo un periodo de crecimiento asociado con la menor inflación, pero agravó las condiciones de pobreza de la población, mantuvo altas tasas de desempleo y hace ya 34 meses que está en recesión. Después de un fallido intento de alcanzar el poder político, Cavallo es vuelto a llamar como el único personaje que puede frenar la debacle, y lo que ofrece es aplicar la "ley del embudo", o sea, aumentar impuestos y reducir fuertemente el gasto para ajustar el déficit, pero además exige poderes especiales para aplicar el severo plan de ajuste, otro más, que sólo puede tener más altos costos económicos y sociales. El presidente De la Rúa está prácticamente rebasado y tiene que recordarle al público que él es quien dirige el gobierno.

En México continuamos acarreando el quehacer de la política a medias, y el primer interesado en romper esta práctica debe ser el presidente Fox a quien no le conviene nada quedar atado a los criterios siempre últimos que se imponen desde Hacienda. Lo que ocurrió ya con el presupuesto indica el camino del que debe salirse y el próximo planteamiento de la reforma fiscal no puede acabar en una forma más de los estrechos criterios del manejo de la economía que prevalecen en este equipo de gobierno.