miercoles Ť 28 Ť marzo Ť 2001

Arnoldo Kraus

Los niños y niñas de la calleŤ /I

ƑPara qué sirve un prólogo? O mejor aún, Ƒpara qué sirve un proemio escrito por una persona ajena a los autores? El prólogo de un libro es un abrebocas, una suerte de aperitivo, y de recorrido, que debe digerir e incluir la visión final de los autores y la posible utilidad o trascendencia de los capítulos que lo constituyen. Cuando quien escribe el prefacio no es parte del cuerpo editorial tiene otras obligaciones: ser analítico y puente entre el mensaje y las lecturas futuras. El preámbulo es una especie de juego que debe enlazar y mezclar crítica, escritura y lectura.

En épocas de globalización y en tiempos de niños(as) de la calle, cualquier ensayo que abarque esos bretes es bienvenido. Las brutales diferencias económicas y sociales por las que atraviesa el mundo -no es exagerado afirmar que nunca tan pocos tuvieron tanto y que tantos tuvieran tan poco-- son suficiente razón para detenerse y cavilar acerca del significado societario y humano de los niños y adolescentes en situación de la calle.

La vida --las vidas-- de estas comunidades se ha modificado a partir de la globalización, y sus contingencias y cotidianidad son cada vez más perversas. La moral social y de grupo cada vez más desteñida, la fragmentación de la conciencia colectiva, las múltiples amenazas económicas, educativas y sociales por las que atraviesan, sobre todo las familias pobres, y la casi ausencia de una memoria solidaria, han repercutido notoriamente en esas agrupaciones. Asimismo, los profundos cuestionamientos a los valores religiosos, la mediocridad política, cuya deuda con las clases pobres es impagable, y la enjuta reflexión en cuanto a la existencia de "el otro", son también algunas de las causas subyacentes que explican la presencia y el empeoramiento de esos grupos vulnerables. La lista es larga, pero real, y el desequilibrio entre ética e inequidad es cada vez más palpable: al ejercicio de la comprensión y la conciencia se contraponen el de la indiferencia y el de "la rapidez de la vida" contemporánea. La suma de las calamidades previas obliga, a quienes tienen voz, a reacomodar obligaciones y contextualizar el valor de lo humano ante el peso de cualquier forma de poder, ergo, globalización.

La historia de los(las) niños(as) de la calle, o como los denominan los autores, en situación de la calle, es la no historia. La no historia de la historia encuentra su mejor ejemplo en esta nueva comunidad humana: se ignora cuándo se formaron los primeros grupos, el árbol genealógico de estos niños es corto, y a veces nulo -actas de nacimiento, dirección, afiliaciones, apellidos "suficientes" y álbum de fotografías son situaciones oníricas--, y hablar del futuro es una discusión meramente filosófica, pues la dificultad para definir "el hoy" es inmensa. ƑCómo entender un mañana sin un hoy?

La conciencia de estas colectividades queda delimitada por un presente muy corto que se llena de pasados dolorosos y que desconoce la idea del tiempo. La no historia de la historia es la ausencia de alegría, de deseo, de planes, de carpe diem, de mirada infantil y de juventud. A partir de estos grupos, un nuevo Virgilio espera cuerpo y alma: el sufrimiento como forma de vida, como testimonio de un presente saturado de huecos y un destino abyecto requieren redefinirse. En tiempos de globalización, los patrones de alegría y dolor, de salud y enfermedad, de tener y no tener, de saber y no saber, merecen también otro enfoque cuando se lidia con la historia de la no historia de los(las) niñas(os) y adolescentes en situación de la calle. La no historia apela a la memoria colectiva y a la identidad del individuo.

El libro es un mosaico de los avatares y de las condiciones principales que determinan la calidad de vida del grupo de marras. Es un espejo de lo que significa actualmente en las grandes urbes, sin conciencia y desmemoriadas, "el otro": sujetos etéreos, desechables, sin pertenencia. Si el mundo se encuentra atormentado, los niños de la calle -así como otros grupos minoritarios y vulnerables-- son sus representantes principales y otro brazo de esa corriente que habla de la ira o el silencio de Dios. En la película El tren de la vida, de Radu Mihailenau, uno de los personajes, sumido en la angustia del destierro, afirma: "no debemos preguntarnos si existe Dios, debemos cuestionarnos si existe el ser humano". Ese dilema es la vivencia de estos conglomerados y una de las múltiples avenidas por las que camina el ensayo.

Ť Fragmentos del prólogo al texto Distrito Federal: aproximación al estado de salud y nutrición de los niños y adolescentes en situación de la calle en tiempos de globalización. Luz María Espinosa, Alberto Ysunza, Liliana Ruiz, Alberto Palacios, Manuel Paláez, Ramón Clériga (de próxima aparición).