MIERCOLES Ť 28 Ť MARZO Ť 2001
Los roles clásicos, sin cambios en la sociedad mexicana
Parejas y estereotipos
JOSE GALAN
A pesar de los avances sociales y de género, del nuevo siglo, sus retos y el desarrollo del pensamiento moderno, en la elección de la pareja nada ha cambiado para los mexicanos. Los estereotipos se imponen y los roles clásicos del hombre y de la mujer permanecen en la idiosincrasia común como algo inmutable.
Si algo se ha añadido a los requisitos de abnegada, buena ama de casa y cariñosa para las futuras consortes, sería la característica de inteligente. Pero nada más. En el caso de las mujeres, el hombre ideal es, además de los atributos físicos consabidos, aquel egresado de la universidad y que tiene como meta en la vida hacer dinero.
Según un muestreo realizado por investigadores del Departamento de Sicología de la Universidad Autónoma del Estado de México, para el sexo masculino es importante una pareja de bonito cuerpo y de voz suave, que sepa cocinar y haga las labores del hogar. Como se ve, los varones son muy exigentes respecto al papel tradicional de la mujer. Pero eso sí, para los adolescentes su primera experiencia sexual debe ser con una mujer de curvas peligrosas, aunque no piensan compartir su vida con ella.
Para las adolescentes, lo que cuenta a la hora de pensar en boda es que su pareja sea trabajadora, de cabello corto, que quiera ganar dinero y que se haya graduado en la universidad. Durante el sondeo quedó patente la inconformidad manifiesta del sexo femenino con sus actuales parejas, es decir, se quejan del hombre que eligieron como esposo y suelen discutir entre ellas los errores y defectos de sus medias naranjas, mientras que los hombres, pese a todo, se muestran más conformes.
El estudio, elaborado por Jovita Ocampo Contreras y José Luis Vázquez Medina, fue presentado ayer en el simposio Hombres y Mujeres: Dos Mundos Distintos y Complementarios, realizado en el contexto del Congreso Internacional de Sicología de la Universidad Iberoamericana, y fue realizado entre par ejas del centro de México. Las presentaciones incluyeron los temas El real y el ideal en la elección de pareja y El significado sicológico de la mujer, así como Los valores en adolescentes mexicanos.
Para las organizaciones sociales que luchan por la equidad de género y el reconocimiento del papel de la mujer en la sociedad mexicana como ser humano integral, los resultados son un reto en términos de modificar el pensamiento tradicional, conservador y masculino, de la comunidad nacional.
Al tocar el primer tema, los investigadores constataron que los hombres perciben y conciben como más importantes las conductas necesarias para el funcionamiento mecánico del matrimonio, mientras que las mujeres consideran más importantes las conductas afectivas. Además, las mujeres revelan una incongruencia entre lo que les gustaría tener y lo que tienen, apareciendo también una serie de adjetivos negativos (celoso, enojón) en la descripción de la pareja real, ya que la perciben como menos afectiva y más instrumental. En cambio, los hombres al describir a su pareja real son más descriptivos que evaluativos.
Los investigadores citaron varios estudios que confirman las discrepancias entre hombres y mujeres, al encontrarse que los hombres tienden a estar más satisfechos que las mujeres en su relación, mientras que las mujeres consideran su matrimonio infeliz, debido a que roles y tareas asignadas a la mujer dentro del matrimonio le requieren mayor esfuerzo e inversión que al hombre.
Además de alto, de cabello corto, graduado en la universidad y ambicioso, las mujeres exigen un hombre que eduque bien a los hijos, que sea deportista, que tenga las mismas ideas políticas, inteligente, maduro, de la misma religión, rico, tierno y trabajador. Casi nada.
Por el contrario, los hombres revelaron un ideal de pareja limitado. Además de cabello largo y voz suave, que sepa guisar y llevar la casa. Sólo eso. Los resultados dejan entrever que, a medida que pasa el tiempo, las mujeres se llegan a sentir más insatisfechas y aburridas que los hombres, mostrando un decremento en la satisfacción dentro de la relación.
Se presenta un mayor deseo de cambiar de pareja cuando hay mayor aburrimiento y no se llevan bien. En cuanto a los hombres, mostrar un menor número de características que se quisieran como un ideal de pareja lleva a pensar que quizá los roles y tareas asignadas a la mujer requieren mayor esfuerzo y dedicación que al hombre.
Y al entrar en el tema sobre el Significado sicológico de la mujer, los roles quedan claros en su contexto histórico dentro de la sicología del mexicano definida por el investigador Díaz Guerrero en 1991: la supremacía indiscutible del padre y el necesario y absoluto autosacrificio de la madre. Se impone, pues, la tradición paternalista.
Los investigadores señalan que contra esta "diferencia" vuelta "desigualdad", la mujer aprende a vivir para los demás, siempre en segundo plano, y lo que haga, quiera o necesite no es importante.
Tan es así que la "maternidad" convierte a las mujeres en seres para otros, no para sí mismas, sin vida propia, fomentando la actitud de abnegación (ab-negatio, negación de sí), que constituye el rasgo típicamente femenino. Todo un estereotipo, de suyo, nocivo.
Y eso se nota en la idiosincrasia de los jóvenes. El adolescente sueña con una feminidad perfecta: una mujer casta, delicada, hogareña, dulce, maternal, soñadora, religiosa, angelical, virtuosa, que no deberá fumar. Su cara debe ser hermosa, sobre todo los ojos, pero no necesariamente su cuerpo. Entonces, el papel de la sexualidad es muy secundario, puesto que es esta la mujer que elegirá como esposa.
Para la iniciación sexual, sin embargo, el adolescente busca una mujer sensual, con redondez en las líneas. Pero con ella no sueña en casarse. Esa es, para efectos ideológicos, una mujer que no es buena para el matrimonio. Otro estereotipo más en nuestra sociedad, como se ha visto, muy conservadora.