VIERNES Ť 30 Ť MARZO Ť 2001
Mauro González Luna
Mediocridad vs EZLN
Escribió Einstein que los grandes espíritus siempre provocan violenta oposición en las mentes mediocres. Las almas grandes son piedras de escándalo que aparecen esporádicamente para interrumpir las variadas formas en las que se manifiesta la mediocridad moral de los poderosos, de los de arriba: estulticia, arcaismo, vulgaridad, mentira, autoritarismo, discriminación.
La actitud frente al EZLN de los cuasi legisladores del PAN en el Congreso de la Unión, es un ejemplo de mediocridad política. Donde no hay debate de ideas teñidas de valor y sinceridad en beneficio del pueblo, la tribuna legislativa está de adorno. (Recuérdese el memorable debate sobre los derechos de los diputados a fumar.) Dadas las circunstancias de alarmante miseria legislativa, sería muy conveniente, para el bien de la República, la reducción del número de diputados, tal vez a 200, y la desaparición del Senado para que en mejor época reaparezca, y que por lo pronto la vieja casona se convierta en hospital psiquiátrico para albergar la lenguatona panista. Lenguas en conserva durante el salinismo, hoy epilépticas contra la grandeza indígena. Iscariotismo político que traicionó el valor más grande: la dignidad de la Humanidad. Novicios son ellos en la vieja técnica aria de despreciar a los débiles.
Un caso patético de arcaísmo represor, de falta absoluta de imaginación creadora, es el de unos comentaristas de televisión, que se jactan de demócratas, cuyos nombres no quiero recordar, quienes vestidos de negro externaron la idea atroz de que se debería recurrir a las enseñanzas de Maquiavelo para resolver el problema de Chiapas y los zapatistas, como si no supieran que ya las utilizan los enemigos del EZLN.
En otro programa televisivo, donde gritan como merolicos, se acusó a los integrantes del EZLN de ser neoconservadores por defender los derechos comunitarios de los indios y no seguir las políticas liberales del siglo XIX; las cuales desconocieron su existencia étnica y los despojaron de sus tierras, igual que en estos días el neoliberalismo del 27 constitucional. Qué caso éste de mediocridad intelectual.
Max Scheler, una mente lúcida como pocas, menciona en su Sociología del saber que es posible atisbar una ley de envejecimiento de los factores que influyen en la determinación de las culturas, la cual contribuye a entender el curso real de la historia frente al caminar del espíritu.
Así, las épocas en que predominan los factores económicos, como la presente, son mortecinas, están prontas a sufrir la caducidad de un ciclo histórico. Avanzada senilidad muestra en Goliat, el campeón de los filisteos neoliberales, al llevar al paroxismo la exaltación de la diosa Necesidad. Esta diosa preside el templo del mercado y sus secuaces seudorreligiosos. La deidad de laissez faire, idolatrada por las gangosas voces neoliberales, castiga a los que tienen la osadía de rebelarse. (Casos de Seattle, Cancún, Chile y demás.)
Resurgen como hongos los ejemplos de una seudocultura que rinde culto a la vulgaridad, como expresión de un cisma en el alma personal y colectiva, que dijera Toynbee. La vulgarización de los modales, del arte, de la política, evoca la Roma decadente de gobernantes convertidos en artistas (de music hall) o en cómicos, según la narración clásica de Gibbon cuando escribe sobre Cómodo, Nerón y Caracalla. En la actualidad, tenemos varios testimonios de estas conductas chabacanas, que son del dominio público. Este fenómeno recurrente es signo inequívoco de una etapa que es epílogo gris.
Los acostumbrados al lodo han perdido la capacidad de reconocer la belleza, la dignidad, la sencillez de los de abajo. Por boca de los sencillos siempre ha hablado el Destino para abatir la soberbia de los fuertes. No lances margaritas a los amantes del lodazal, porque no las ven, las confunden con bellotas. Para ellos, es cursi la belleza, la ironía, la justicia y el sueño popular de libertad. No saben que un día memorable escribió Shakespeare que los hombres y las mujeres estamos hechos con la misma materia de los sueños. Simulan pensar que esos valores no existen. Lo real, lo fino y verdadero, para estos modernos mercaderes, es el dinero, el poder económico, el lodo, la carcajada autocomplaciente.
Pero continuemos con Max Scheler. El alba de los pueblos, de los ciclos de la historia, habitualmente encarna, según el filósofo, en los tiempos donde la preeminencia reside en el factor étnico o de la sangre. Entre el alba y la noche de la historia se ubica el factor político. Paradójicamente, el predominio del factor económico de la hora presente posibilita, como mecanismo de compensación, la máxima potencia de descargas del espíritu. Energía creadora que presagia renacimientos, albas, esperanzas en el hoy gastado espejo de la historia.
La tarea principal de estas fuerzas del espíritu creador consiste en dirigir. Dirigir, dice Scheler, es mantener delante una idea teñida de valor para detener el curso en principio avasallante de los factores reales, en esta época el económico, que amenaza con homogeneizarnos, con transformarnos en números. El EZLN y Marcos representan la sangre por la que habla el espíritu. Su idea teñida de valor es la fuerza comunitaria, la dignidad rebelde, la ironía demoledora, su destino dirigir, aquí o en las montañas.
Escribe Milton a los 33 años que nadie indigno de alabanza debe atreverse a celebrar hombres valientes o ciudades famosas. Por ello el pueblo y la gente de buena voluntad celebran al EZLN. Las concentraciones populares en torno a la palabra del EZLN marcan un hito, una esperanza, una idea teñida de valor, el sueño de un México generoso.