SABADO Ť 31 Ť MARZO Ť 2001

ANDANZAS

Hungría y México en el Ballet

Colombia Moya

DESPUES DE LA gran expectativa causada por la presentación del Ballet Nacional de Hungría con Espartaco, de Lazlo Seregi (versión estrenada en 1968), en el marco del Festival del Centro Histórico, aparte de todo lo que ya se ha comentado al respecto, cabe aún hacer algunas observaciones que, de manera comparativa, podrían ser causa de reflexión para el ballet en México.

AGRIPINA VAGANOVA, UNA de las artífices del ballet soviético en el siglo XX, dice en sus escritos que esta escuela es producto de la perfecta fusión franco-italiana que desde finales del siglo XVIII y durante el XIX se propició con el carácter y temperamento ruso, lo cual se remarca en el siglo XX, con el notorio acento de la viril interpretación de los bailarines rusos en el repertorio. Espartaco, es uno de sus mejores ejemplos.

SIN EMBARGO, DICE Vaganova que si los antiguos maestros, Didelot Taglioni padre, Jules Perrot y otros se levantaran de sus tumbas, difícilmente reconocerían en la escuela soviética, (hoy rusa), el estilo y la técnica implantada por ellos. Afortunadamente para todos, la escuela rusa sigue siendo crisol, tronco y raíz de muchas escuelas, incluyendo la húngara, la cubana o la inglesa, pues los Alonso, como Marie Rambert, y los húngaros, se nutrieron de ella. Cada pueblo la transforma como la va sintiendo acomodándola a su idiosincracia, y si bien el ballet ruso se encuentra en crisis, sobre todo creativa y económicamente, difícil es olvidar a Ulánova, Grigorovich, Plisetskaya, y sobre todo el Espartaco en la versión del Bolshoi de 1968, en donde aquella "romanidad de cajón", ya había sido superada entonces.

ASI, PUES, LA versión húngara que vimos en el Palacio de Bellas Artes, parece haberse quedado embarcada en el pasado, con una escenografía tan enorme y pesada que, difícilmente, la destreza de algunos bailarines pudo rebasar la inconsistencia coreográfica muy al estilo antiguo, harto superado, y que por momentos causó gran hilaridad entre parte del público, sobre todo en escenas como la lucha entre romanos y esclavos a espadazos de utilería (šouch!) y bailarines con gran desigualdad técnica e interpretativa.

PUDO VERSE SIN embargo, en la estructura académica de algunos cuerpos, una buena escuela y la huella de la tradición, pero si bien se supone que el orden de los factores no altera el producto, en éste caso, la alteración de la secuencia dramática del libreto, por ejemplo la versión de Vassilieve de 1968 del Bolshoi, así como la inclusión de la influencia americana contemporánea, por momentos hizo sentir a los iniciados que estaban frente a un espectáculo de music hall en alguna localidad tercermundista.

DE ALGUN MODO, es muy posible que lo húngaro no necesitase realmente de tal mezcolanza, pues su propia definición pareció esfumarse en un afán efectista moderno que difícilmente podía competir con lo ya hecho, o las luchas de cuerpos o con armas que las artes marciales se han encargado de difundir tan ampliamente en los últimos cincuenta años en el cine y la televisión.

LA ENORME COMPAÑIA con bailarines de diferentes calidades, con figuras excelentes, seguramente puede afrontar cualquier tipo de innovación. Hoy sábado por la mañana, de 10 a 12 hs. En la antigua sede de la Compañía Nacional de Danza, el ballet de Hungría ofrecerá a la compañía mexicana una Master Class, en la que seguramente podrán dilucidarse las diferencias y afinidades, en un generoso esfuerzo de acercamiento y colaboración.

QUEDA A LA Compañía Nacional de Danza del INBA, aprender bien la lección, y no anquilosarse ni regodearse en el pasado, o seguir buscando la identidad y la expresión propia en el, "de aquí y de allá", cuando lo esencial está en el corazón. Un corazón que debe saber ver con sinceridad el torbellino de los tiempos en la sencillez de la historia de nuestra cotidianeidad, y traducirla a la danza.