Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 31 de marzo de 2001 
Búsquedas en La Jornada
 
Números Anteriores
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico

 

Editorial
  
¿Y LA BANCA COMO MOTOR DE DESARROLLO? 
 

SOL Eduardo G. Mestre, director ejecutivo de la estadunidense Salomon Smith Barney explicó, durante su participación en la 64 convención nacional bancaria, que a raíz de la crisis de 1995, el sistema financiero mexicano se vio sujeto a un proceso de concentración que provocó que la mitad de la cartera de préstamos de la banca nacional pertenezca a instituciones financieras del extranjero. G. Mestre consideró indispensable que las firmas bancarias diversifiquen sus operaciones para que en eventuales crisis sus riesgos sean menores. 

Si bien el sector financiero, en especial el bancario, ha sido objeto de múltiples análisis después de la crisis de 1995, llama la atención que sea el representante de un banco de inversión extranjera quien presente a los banqueros mexicanos datos puntuales sobre la situación real del sector bancario mexicano.  

La realidad es que la banca no se ha diversificado, es decir, concentra su actividad en las operaciones de crédito sin participar en otros rubros que beneficien el desarrollo económico del país. La banca en México no es banca de desarrollo. 

A la luz de la historia reciente recordemos que entre 1991 y 1992 el gobierno reprivatizó los bancos en los que tenía una participación mayoritaria y favoreció el surgimiento de nuevas instituciones financieras. En 1995, la crisis provocó el disparo de las tasas de interés y un consecuente incremento de más del 100 por ciento en dos años (1994-1996) de la cartera vencida del sistema bancario. El gobierno instrumentó programas para rescatar la banca, entre ellos el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), hoy Instituto para la Protección al Ahorro (Ipab), que, después de ser aprobado por las bancadas del PAN y el PRI en la Cámara de Diputados a finales de 1998, acabó costando más de 750 mil millones de pesos a la sociedad mexicana al convertir las deudas bancarias en deuda pública. 

Actualmente la banca comercial no cumple llanamente con el otorgamiento de créditos, --siendo que alrededor del 70 por ciento de las pequeñas empresas mexicanas no pueden acceder al crédito debido a las altas tasas de interés-- ni ha diversificado lo suficiente sus actividades en otro tipo de operaciones. Otro dato por demás preocupante es que el 50 por ciento del mercado bancario se concentra en los dos principales bancos: BBVA Bancomer y Banamex.  

El panorama de la banca en México es desalentador. Se estima que la participación extranjera en el sistema bancario continuará incrementándose en los próximos años. Lo preocupante no es la participación de los organismos financieros internacionales, sino la incapacidad de la banca para contribuir a su propio desarrollo y el del país. La mitad del crédito en México lo cobran bancos extranjeros que, como negocios, no tienen ninguna responsabilidad para con desarrollo nacional. De mantenerse esta tendencia, la banca nacional se encontrará cada vez más limitada para convertirse en el "motor para el desarrollo" que tanta falta nos hace.  

Los esfuerzos para estabilizar la banca después de la crisis de 1995 han sido insuficientes. La banca comercial representa más del 80 por ciento del negocio financiero, pero México se encuentra a la par con Haití en el promedio de créditos al sector privado como porcentaje del PIB, y debajo de la media en Latinoamérica. En cuanto a la participación en otros rubros, es decir, diversificación, los resultados son casi nulos. 

Lo cierto es que México padece lo que podríamos llamar "inmadurez bancaria". Hasta ahora, los sectores público y privado involucrados no han logrado sentar bases sólidas para un crecimiento maduro de la banca, sector al que en realidad acude tan sólo un 20 por ciento de la población, un dato más para reflejar la polarización de la distribución de la riqueza.  

El gobierno pretende recurrir a mayores impuestos para hacerse de recursos, y la banca, a su vez, no se arriesga para contribuir a su generación. ¿Hasta cuándo? 
 

 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54