Ť Revelaciones de investigación internacional encabezada por la UNAM
El impacto extraterrestre que habría extinguido a los saurios pudo causar yacimientos de petróleo
Ť Es posible que haya hidrocarburo en el borde de la península
de Yucatán Ť El geólogo Dante Morán señala
que "eso probablemente tendría que cambiar las estrategias de exploración"
KARINA AVILES
El objeto extraterrestre que cayó en la Tierra hace 65 millones de años en la zona de Chicxulub, en la península de Yucatán, y que, según una de las teorías vigentes, fue el causante de la extinción de los grandes saurios del planeta, podría ser también el origen de los importantes yacimientos petroleros del sureste mexicano e incluso, de que existan otros mantos alrededor de la península.
La investigación encabezada a escala mundial por la Universidad Nacional Autónoma de México sostiene en una de sus líneas que el impacto de ese objeto que prácticamente hizo vibrar la Tierra acumuló una gran cantidad de material fragmentado, que es la roca donde se almacena el petróleo.
Para dar sustento a esa teoría, los científicos universitarios e investigadores del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) evidenciaron que la edad de esas rocas corresponde a la de 65 millones de años (cuando ocurrió el impacto que de hecho marcó la transición del cretácico al terciario) y, por otra parte, encontraron en la parte superior de las rocas "anomalías de iridio", un elemento químico que se localiza en la capa geológica que corresponde precisamente al cretácico-terciario.
Debate con Pemex
Dante Morán, uno de los seis investigadores principales del estudio internacional y director del Instituto de Geología de la máxima casa de estudios, afirma: "En la investigación, planteamos la posibilidad de que existan más yacimientos alrededor de la península de Yucatán", lo cual tiene "mucha relevancia porque todo el borde de la plataforma de Yucatán se vuelve un objetivo petrolero y eso probablemente tendría que cambiar las estrategias de exploración".
En sí, afirma, hay "un debate" entre los científicos de la universidad y los geólogos de Pemex. Antes de señalar en qué consiste ese debate, aclara que se necesitan dos elementos para que pueda haber un yacimiento petrolero: uno, es la roca que almacena el petróleo (roca almacenadora) y el segundo, es la materia orgánica que genera el hidrocarburo (roca generadora).
Entonces, los de Pemex "dicen que lo que nosotros estamos proponiendo es que alrededor de toda la península hay roca almacenadora" y "dudan" que haya roca generadora. Así, la diferencia de opiniones consiste en "hasta dónde se pueden extender los dos elementos necesarios para que haya yacimientos petroleros".
En ese sentido, los científicos de la UNAM "somos más entusiastas en que se podrían encontrar yacimientos más grandes y en Pemex son más reservados con la idea". Sin embargo, hay una plena aceptación de Pemex "de que los grandes yacimientos están relacionados con el impacto de Chicxulub".
Gran huella
En los últimos 500 millones de años ha habido cinco grandes extinciones masivas en la Tierra. El impacto de hace 64 millones de años que ?según esta teoría? ocasionó la extinción de los dinosaurios y que incluso, ha sido tema para Hollywood, dejó una gran huella en territorio mexicano, en la zona de Chicxulub, Yucatán: un cráter.
Ese cráter con dimensiones del orden de "200 kilómetros de diámetro" y que lo hace el más grande en la Tierra en los últimos mil 500 millones de años actualmente está enterrado por completo, como "un fósil sepultado". Lo cual le da un valor mayor, porque al quedar "casi intacto literalmente" representa un laboratorio "único" para la ciencia mexicana, expresa Jaime Urrutia, coordinador del proyecto internacional y director del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Así, el cráter de Chicxulub, como hoy se le conoce, abre el estudio de varias líneas de investigación: analizar su geometría, sus características, entender cuál fue la dinámica del impacto que lo produjo, sus efectos y conocer si el objeto que cayó fue un asteroide o un cometa, entre otras cuestiones, apunta Urrutia.
El directivo revela otros de los aspectos observados en el estudio: "En la parte del noroeste de la península, los cenotes tienen una distribución muy peculiar, forman un arco" y "aparentemente lo que está controlando su localización y distribución es la estructura del cráter en el subsuelo". Es decir, los cenotes siguen la estructura externa del cráter y "entonces se ven los cenotes y se ve la forma que tiene el cráter debajo".
Como parte de las investigaciones y del Programa de Perforación Profunda del Cráter de Chicxulub se han horadado ocho pozos ?con algunas fuentes de financiamiento, entre ellas, la de Carlos Slim, vía Fundación UNAM? tres de ellos, fueron lo suficientemente profundos como para entrar en los depósitos formados por el impacto, lo cual permitió obtener material para hacer los estudios en los laboratorios, añade.
Para finales de año, uno de los grandes proyectos es hacer un pozo de 2.5 kilómetros de profundidad ?a través del Programa Internacional de Perforaciones Continentales, cuyo financiamiento proviene de fuentes internacionales? que permitirá "por primera vez tener toda una sección o un corte de todo el material que fue excavado de un cráter", dice por su parte Dante Morán. A la fecha, añade, ya hay 35 grupos internacionales interesados en contar con material del pozo, mismo que se administrará a través de la universidad.
¿Cometa o asteroide?
Desde hace casi 10 años, el reconocido astrónomo universitario Arcadio Poveda ha dedicado parte de sus estudios a saber si aquel objeto que cayó hace 65 millones de años era un asteroide o un cometa.
Primero, el científico aclara la diferencia entre uno y otro: Los asteroides son "grandes pedruscos que circulan en las órbitas entre Marte y Júpiter y ocasionalmente, como resultado de perturbaciones producidas por Júpiter, algunos asteroides son lanzados a la vecindad de la Tierra". Los cometas "son objetos que tienen una mezcla de material pétreo principalmente, y hielos volátiles, sobre todo, hielo de agua".
Para llegar a la conclusión que hoy sostiene, Arcadio Poveda estudió la superficie de la Luna, porque es ésta un registro de "todos los impactos meteoríticos, asteroidales que se han dado desde hace miles de millones de años".
Manifiesta que la sobreabundancia de cráteres grandes que se observan en la Luna y que no se pueden explicar a partir del número de asteroides del tamaño apropiado para producirlos es una evidencia de que "hay otro fenómeno que los está produciendo y ese otro fenómeno es precisamente el de los impactos cometarios en la Luna". El cráter de Chicxulub es muy grande y corresponde a ese rango de cráteres enormes en la luna.
Lo anterior lo llevó a la conclusión de "que lo más probable es que haya sido un cometa" y no un asteroide el objeto que chocó en la Tierra. A medida en que los objetos son más grandes, la probabilidad
de impacto es menor, pero, por otro lado, "el daño que hacen es mayor".
Esos objetos grandes que son los que pueden producir "una catástrofe a escala planetaria sí se les podría observar a través de un monitoreo exhaustivo tanto óptico como en radio, y se podría reconocer el peligro de que uno de ellos se esté acercando. Sin embargo, hoy en día todavía no existe un monitoreo tan sistemático que pueda detectar objetos de un tamaño peligroso".
Y aunque hay pocas posibilidades de un impacto peligroso en un futuro cercano, el riesgo "está ahí". Por ello, subraya la importancia de hacer un programa de búsqueda sistemática de aquellos asteroides cruzadores de la órbita de la Tierra, incluyendo los más pequeños.
Las fuentes insoslayables
El descubrimiento del impacto que ocasionó el cráter de Chicxulub, cuyos pasajes ya fueron llevados a la pantalla en cintas como la de Impacto profundo, significa un excelente guión. Jaime Urrutia, Arcadio Poveda y Dante Morán hilvanan algunos de las extractos más importantes de esa historia que comenzó a escribirse a finales de los 70.
Los defensores de que un gran impacto habría ocurrido en la Tierra hace 65 millones de años fueron Luis Álvarez (premio Nobel de Física, 1968) y su hijo, Walter Alvarez. Ellos encontraron una sobreabundancia de iridio en una capa geológica ?a la vista en un sitio de Italia? correspondiente a la transición del cretácico al terciario. Así, formularon la hipótesis de que esa sobreabudancia marcaba el efecto de un impacto con un asteroide, ya que el iridio es un elemento escaso en la corteza terrestre, pero abundante en los meteoritos que son fragmentos asteroidales.
Bajo el supuesto de que esa sobreabundancia fuera representativa a nivel de la superficie terrestre, calcularon que el tamaño del objeto que cayó en la Tierra sería del orden de 10 kilómetros de diámetro. Estimaron la cantidad de energía que estaría involucrada y se "sorprendieron" porque este objeto "era 10 mil veces más energético que la explosión de todas las bombas nucleares".
Así, una explosión de esa magnitud habría levantado una gran cantidad de polvo en la atmósfera terrestre que cubrió el planeta y bloqueó la radiación del Sol. Al interrumpirse la fotosíntesis, la cadena alimenticia se habría roto y provocado una serie de extinciones masivas, entre ellas, la de los dinosaurios. Pero un impacto de ese tamaño habría producido un cráter. ¿Dónde está?, se preguntaban.
De manera paralela, en los 80, Pemex practicaba una serie de prospecciones geofísicas en la península de Yucatán a cargo de Antonio Camargo y Glen Penfiel, quienes se dieron cuenta de una estructura que en un principio se pensó que podría ser un campo volcánico sepultado pero después interpretaron que correspondería a un cráter de impacto. El indicio fue reportado en un congreso internacional de geólogos de exploración y, aunque pasó "desapercibido", un reportero del Houston Chronical escribió la noticia. Años después, el mismo periodista cubrió una conferencia "donde se andaba buscando el cráter... al término de la misma se levantó y dijo: Yo sé donde está".
Hoy, la Universidad Nacional encabeza las investigaciones que no sólo abren la posibilidad de tener grandes repercusiones en la economía nacional, sino de entender acontecimientos extraordinarios que han producido cambios en la Tierra. "De hecho, por eso estamos aquí nosotros los mamíferos, de lo contrario, seguirían imperando en el planeta los dinosaurios", concluye Dante Morán.