LUNES Ť 2 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Dicen que están en favor del uso responsable de los avances de la ciencia
Ambientalistas y productores exigen un principio precautorio en la importación de transgénicos
Ť Proponen debatir "si queremos introducir esas semillas en nuestros procesos productivos"
MATILDE PEREZ U.
Para frenar el cerco que las grandes empresas productoras de transgénicos tienden en torno de las formas de vida y cultura campesinas, organizaciones ambientalistas y de productores exigieron conjuntamente el establecimiento de un principio precautorio en la importación de las semillas genéticamente modificadas, actualizar las leyes que regulan ese tipo de organismos y apoyos a las formas de producción menos contaminantes.
"No se trata de estar en contra de los avances de la ciencia, sino de utilizarlos responsablemente", dijo Jasmín Aguilar, fundadora del Grupo de Estudios Ambientales (GEA). Organizaciones como Greenpeace, Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Sector Social, Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas Red por una América Latina Libre de Trasngénicos exigen que el uso organismos genéticamente modificados (OGM) se someta a un debate público.
Antes de aceptar las semillas transgénicas como la presunta "última salvación de nuestra agricultura, hay que iniciar un debate en todos niveles para preguntarnos si queremos introducir esas semillas en nuestros procesos productivos", abundó Aguilar.
En diversos foros, las organizaciones campesinas y grupos ecologistas han insistido en que las discusiones tienen que ser más democráticas, ya que una cosa es que se avance desde una perspectiva científica y otra cosa es que se haga negocio sin importar ni la gente ni la biodiversidad.
Tonantzin Gómez Alarcón, en el cuaderno de trabajo "Los OGTs llegaron ya... Los organismos genéticamente transformados: un asunto ambiental, político, social, ético y de salud" alerta en torno al riesgo de perder la biodiversidad por esas "cruzas de laboratorio que nada tienen que ver con el mundo rural". Se está perdiendo una visión del mundo, del trabajo y de las relaciones, expone.
"Defender la vida campesina parece hoy una de las fronteras en las que debemos defender la supervivencia y la posibilidad de permanencia de la riqueza de la Tierra para bien de todos nosotros, de los organismos que la forman y le dan su continuidad", agrega Gómez Alarcón. Como un ejemplo de la forma de vida y cultural en alto riesgo expone el caso de las diversas variedades de maíz que hay en el país; si el maíz BT llegara a sembrarse en México se podría cruzar con el criollo y perderse para siempre el maíz original que se ha cuidado durante 9 mil años.