LUNES Ť 2 Ť ABRIL Ť 2001
Diálogos en confianza, calidad sin presión del rating
Un talk show no denigrante
MARIA RIVERA Y ROSA ELVIRA VARGAS
Descorrer el velo de lo secreto para volverlo público no siempre es sencillo, sobre todo si el camino para hacerlo parte del respeto al individuo. Desde una sobria escenografía circular, donde público, especialistas y conductores están en el mismo plano, Diálogos en confianza, la barra matutina del Canal Once, aborda lo mismo problemas de salud, que las múltiples caras de la sexualidad humana o el universo laboral de la mujer. El formato de talk show no es lo equivocado, afirma el equipo de producción, sino la forma de acercarse a las personas que ofrecen sus testimonios, sin denigrarlas, juzgarlas o darles recetas.
Los programas de calidad podrían funcionar en la televisión grande y sería posible conseguir patrocinio, pero si no lo hacen es por su mentalidad, afirma María Eugenia Tamez, productora de Diálogos. ''Esas empresas se manejan bajo los criterios de su majestad: el rating. En cambio, nosotras vemos al televidente como persona, no como consumidor''.
En este grupo, compuesto en su mayoría por mujeres, se respira un aire de compromiso y calidez. Y de libertad, porque, explican, como televisión pública pueden darse el gusto de ir contra las mediciones de popularidad. A cambio tienen satisfacciones igual de importantes, como dar una clase para 212 mil personas de cáncer de mama o un tema parecido.
A partir de 1997, la dirección del Canal Once decidió dar forma de barra a los diversos programas que producía para el público femenino y con un sentido de servicio a la comunidad. Pero con el nuevo esquema cambió el perfil de su auditorio --de estratos medio y medio bajo, aunque con creciente penetración en los altos-- atrayendo cada vez más al sector masculino. ''Curiosamente, el programa que más hombres ven es Mujer, oficios y beneficios''.
La conversación se inicia con María Eugenia Tamez, productora de Diálogos, y se incorporan después las conductoras de Taller de sexualidad, Silvia Covián; y de Escuela para padres, Lilia Silvia Hernández. Completan el grupo Adriana Pérez Cañedo, que transmite los lunes Cuerpo sano; Marisa Escribano, que conduce los jueves De amor y desamor, y Fernanda Tapia, al frente de Mujer, oficios y beneficios, los viernes.
--Una de las cosas que más se cuestionan en este tipo de programas es por qué hablar de lo privado.
--En la sociedad todo se ha ordenado, hasta ahora, para que los temas relacionados con el ámbito de lo público sean considerados relevantes, mientras que lo privado estaría condenado al secreto, al anonimato y al silencio. Lo que nosotros tratamos de hacer es crear un vínculo entre esos dos mundos, porque sabemos que uno involucra al otro.
''Cuando se habla, por ejemplo, del problema de la violencia intrafamiliar, de la violación infantil, que son cosas tan secretas, esos testimonios son escuchados por otras personas. Nos ocurre mucho que ya no es una consulta con el especialista, sino que una persona le dice a otra: 'a mí me pasó eso también'. Pero cuando se trata de abordar la intimidad, el punto es cómo hacerlo. Nosotros tratamos de plantearlo con respeto, sin denigrar, y sobre todo con un profundo conocimiento de los temas a tratar.
''Debe aclararse que salvo una de las conductoras -Silvia Covián-, las demás no son terapeutas. Por eso ni editorializan ni opinan y cuentan con el apoyo de los especialistas, hacia quienes canalizan los problemas que les presentan tanto los invitados al estudio como los televidentes. Antes de cada emisión dos investigadoras de tiempo completo preparan el sustento de los temas a tratar en un texto de diez o doce cuartillas que todo el equipo de producción estudia.
-ƑCuál es su fórmula para hacer una televisión seria y exitosa sin ser aburrida?
-La gente está sedienta de información, sobre todo en materia de sexualidad -interviene Silvia Covián-, sólo entre 23 y 25 por ciento de los padres hablan con sus hijos sobre el tema. Pero además de la necesidad de información, la respuesta que nosotros damos es parte de nuestro éxito. Ofrecemos información clara y partimos del respeto a la diversidad.
''Nuestra posición ante todas las situaciones es de mucho respeto y buscando crear una cultura de la prevención, así como informar de manera fidedigna y científica. El programa crea un puente entre el público y los especialistas, pero también entre las personas que están en la tele y las que acuden al estudio; se establece un diálogo en el que toda la gente se lleva algo, siempre.
-ƑCuál es el objetivo central de su programa? -se le pregunta.
-Queremos dar herramientas -apunta Silvia Covián- para que cada quien tome una decisión, no dar recetas ni decirle a la gente qué va a hacer con su vida porque nosotras ya lo sabemos todo, pero sí tratamos de que la gente se responsabilice de sus cosas. También buscamos romper con un formato autoritario y patriarcal, y generar uno democrático donde todos aportemos algo. Pero cada quien va a responsabilizarse sobre lo que le toca.
''Otra cosa -precisa la productora- es que también intentamos modelar la negociación y el respeto, al contrario de lo que hacen otros programas que buscan el pleito. Nosotros partimos de que tú y yo somos diferentes y que toda la gente que está en el estudio lo es''.
Interviene Lilia Silvia Hernández: ''Cada quien tiene su respuesta. El cambio de actitud es un proceso a largo plazo. Si lo que uno pretende es que la gente sea más tolerante y que, por ejemplo, el círculo de la violencia en casa se rompa, y que eso se note, eso es mucho más lento''.
-ƑHan sido medidos con el mismo rasero de programas de la televisión basura como los talk shows?
-Nunca nos ha ocurrido eso -responde de inmediato Lilia Silvia-, desde que se empezó a criticar ese tipo de programas nunca se nos confundió con ellos, siempre se habló de Televisa y de Televisión Azteca. En todo caso siempre fuimos el referente de calidad.
La conductora de Escuela para padres cuenta que hace unas semanas, al tocar el tema ''secretos de familia'', un niño de 13 años que se encontraba en el estudio como público pidió la palabra. Explicó que su padre, al morir, cuando él tenía 4 años, le había hecho jurar a su madre que guardaría un secreto que no le sería revelado hasta que él cumpliera 18. A la madre del adolescente, que también se encontraba ahí, le dijimos: ''mire, nosotros no queremos saber cuál es ese secreto que no le puede contar a su hijo, pero usted tiene que saber que él se siente mal''.
Intervino el especialista -añade- para explicarle a la señora: ''Usted cree que de un día para otro, al cumplir los 18 años, su hijo tendrá la madurez suficiente para conocer la verdad, pero Ƒno le parece que debería asesorarse con un especialista para saber si no está ya preparado para saberlo?''. Le dimos un (número de) teléfono para que buscara ayuda. Ella, la madre, me contó su secreto y sí, era algo terrible, pero el niño ya estaba preparado para conocerlo.
''El hecho de que se den en el estudio situaciones tan fuertes -dice María Eugenia- resueltas así, con ese respeto, creo que es algo que le sirve mucho a la comunidad.
''Una vez me preguntaron en una entrevista mi opinión sobre los polleros, esa gente que va a las colonias para reclutar a los que participan en los talk shows a cambio de 200 o 300 pesos, y respondí que uno de nuestros logros es que a nuestro público no se le tiene que reclutar, se le invita; pero hay otros que vienen motu proprio. El programa capitaliza la necesidad que tiene la gente de hablar de lo que le sucede, aquí siempre va a encontrar un escucha atento a sus problemas''.
-ƑCómo eligen los temas y bajo qué normas los desarrollan?
-A través de las preguntas de la gente o porque una situación está ahí, en efervescencia -responde Silvia.
''Pero hay cosas que, como regla, en Diálogos no se valen: mujeres con un discurso autodenigratorio, con lenguaje como 'yo soy la menos' o 'pobrecita de mi'. Las conductoras tienen la consigna de no engancharse con masoquistas. Hay que pararla y decirle: 'señora, fíjese lo que está diciendo'. Hay términos y actitudes que no se valen''.
El equipo de Diálogos en confianza no muestra rubor al aceptar que sólo tienen dos puntos de rating -el máximo que consigue su televisora-, muy alejado de los 20 que tuvo Hasta en las mejores familias, en sus mejores tiempos, porque sus objetivos van más allá.
''Recibimos diariamente un promedio de 200 llamadas'', comenta con inocultable orgullo la productora, mientras despide la entrevista para acudir a la junta de evaluación luego de cada programa. En esos mensajes encontramos personas que manifiestan los beneficios que han obtenido del programa; otros, donde nos hacen preguntas y nos dan opiniones sobre lo que está sucediendo en el estudio. Además, están los tres premios nacionales de periodismo que hemos obtenido como el mejor programa de servicio a la comunidad'''.