LUNES Ť 2 Ť ABRIL Ť 2001

Ť El chileno Ricardo Rojas igualó en el último minuto; Luis Hernández, en plan golpeador

Regresó la violencia a CU, en el empate 1-1 entre Pumas y América

Ť Un cohetón sobre el abanderado Héctor Delgadillo interrumpió 8 minutos de juego

MARLENE SANTOS A.

El clásico de la violencia, Pumas-América, volvió a arrojar saldo rojo en el estadio México 68. Los alrededores del inmueble volvieron a ser tierra de nadie; de nuevo el directivo Javier Jiménez Espriú se desesperó ante las acusaciones de ineficacia y aseveró que "si no existieran desquiciados, la ETA ya estaría exterminada".

Tras el empate 1-1, de nuevo la casa de los auriazules sufrirá un veto por la explosión de un cohetón sobre el juez de línea Héctor Delgadillo, al minuto 65, lanzado desde el sector de la porra Rebel.

El incidente interrumpió el partido durante ocho minutos y en lo deportivo afectó más a los locales, pues la pausa dio un respiro al unam-america8América que perdía 1-0 y al final, en el obligado alargue, rescató el empate de último minuto.

El escenario ?con las gradas pletóricas? estaba puesto para una fiesta; sin embargo, Pumas salió con gestos de frustración y América, de indignación y enojo, al grado que el técnico argentino Alfio Basile expresó: "Creí que esto sólo se veía en mi país". El silbante Armando Archundia estuvo cerca de suspender el partido.

El primer tiempo se jugó al vertiginoso ritmo de Pumas, que logró su primera llegada de peligro a los 5 minutos, tras gran avance por la derecha de Julio César Yegros.

Al 13, el portero de Aguilas, Adolfo Ríos, con parsimonia se disponía a recoger el balón cuando hasta él llegó Alejandro Glaría, quien le dio un ligero codazo, suficiente para quitarle el balón y puntearlo para decretar el 1-0.

El arquero michoacano corrió hasta el silbante que ya había validado la acción y le hizo reclamos, pero lo único que se ganó fue la tarjeta de amonestación.

A los 18 de acción, Glaría rebanó el esférico y falló de manera increíble el segundo tanto. América logró ubicarse y equilibrar el juego, por lo que el técnico de casa, Miguel Mejía Barón, comenzó a dar gritos a sus pupilos.

Al 51, Julio César Yegros, que tenía en jaque a la zaga visitante con su gran movilidad, dio un servicio a José Luis Parejita López, pero éste llegó tarde.

Los ánimos se empezaron a caldear dentro y fuera de la cancha. En el exterior, la Rebel arrojaba sobre la banca visitante infinidad de cabezas y patas de pollo, monedas antiguas y palomas de humo, por lo que los americanistas tuvieron que ir a calentar detrás de la portería defendida por Adolfo Ríos.

Y en la cancha, Luis Hernández, quien hasta entonces había sido totalmente nulificado por Joao Batista y que no tuvo ocasión de echarse sus habituales clavados en intentos de engañar al árbitro, se convirtió en rudo gladiador de lucha libre.

Primero tiró un codazo sobre la cara del brasileño, luego le propinó un pisotón en la rodilla a Marcelino Bernal y, en su acción más artera, pateó al Parejita López que salió lesionado y este lunes será sometido a estudios médicos.

Mejía Barón se vio obligado a consumir dos cambios en la lesión momentánea de Bernal e ingresó a Raúl Alpízar, luego entró Luis Ignacio González en lugar del Parejita.

También Basile intentó darle frescor a sus líneas con Jesús Mendoza en lugar de Marco Sánchez Yacuta. Pumas quedó mejor asentado y retomaba el dominio cuando la fuerte explosión (65) derribó a Delgadillo.

Hasta el juez de línea llegaron médicos y jugadores, mientras Miguel España, enojado, le gritaba al público: "¡Ya! ¡tranquilos!".

El cuarto juez tuvo que completar la terna arbitral para que el partido continuara.

Al 81, Luis Hernández anotó y le anularon por fuera de lugar. Entonces los desmanes corrieron por cuenta de las porras azulcremas Monumental y Fenomenal, que a la par del "¡...uuuulero, uuulero!" arrancaron una bocina fija.

A los 100 minutos de tiempo corrido, el portero Sergio Bernal se descuidó y el defensa Ricardo Rojas le clavó de chilena el tanto del empate que enmudeció a parte del público y arrancó los festejos entre los americanistas.