LUNESŤ 2 Ť ABRIL Ť 2001
Ť José Cueli
šPablo Hermoso de Mendoza!
En las plazas y placitas de toros de la provincia mexicana que aún parecen palpitar con ritmos rancheros, apareció esta temporada el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza, quien realizó una campaña triunfal, que terminó el domingo pasado en Guadalajara en las que toreó 64 corridas, entre ovaciones y salidas a hombros, escondiéndose de la Plaza México, que durmió en el eterno sueño de las leyendas toreras ante la tediosa e insufrible campaña invernal.
Pablo Hermoso de Mendoza hizo palpitar a los aficionados en la provincia, montado en sus caballos estelares Cagancho y Chicuelo así como noveles caballos que empiezan a figurar con desconocidos ritmos de alegría y pasión y musicales acentos despedidos del caracoleo de los giros equinos, hicieron vivir a toda vibra con la mágica maravilla de su movimiento, reunión y toreo, a los aficionados en la provincia mexicana.
En la quietud bruja de la noche provinciana, cuando la luz blanca de la luna iluminaba esos rincones con claridad de poesía y misterio, estos tenían el encanto del toreo a caballo a campo traviesa que había resucitado el torero navarro -torero si los hay- y del fondo de los redondeles mágicamente quedaba su silueta arrogante, altivamente enfundado en el traje andaluz campero, satisfecho de haber salido triunfador de la temporada invernal mexicana, sin pasar por la México, dejando a sus "cabales" reconstruyendo la imagen de su resurrección del toreo el año pasado, Pablo Hermoso de Mendoza realizó una campaña revitalizando el toreo a caballo en nuestra provincias de un modo fácil, persistente, en la búsqueda de caballos toreros, frente a públicos nobles y toritos de caramelo. Mas, eso si, siguiendo los cánones del toreo clásico: embarcar, templar y mandar. Lo cual en los tiempos que corren es mucho decir.