Ť ''Estamos un poco contentos'', dicen ante miles de toztziles, choles y tzeltales
Niebla, música y confeti, en el retorno de los delegados zapatistas a Oventic
Ť Rinden cuentas de la marcha por la dignidad 23 comandantes y un subcomandante
Ť El encargo ha sido cumplido y la voz indígena llegó al Congreso de la Unión, informan
HERMANN BELLIGHAUSEN ENVIADO
Oventic, Chis., 1o. de abril. El mar de rostros encapuchados que se extiende por toda la calzada del Aguascalientes II luce muchos colores por los listones de los sombreros, los huipiles rojos y morados, los rebozos azul celeste. La música y el confeti ya están listos cuando llegan los 23 comandantes y un subcomandante, que concluyeron la marcha de la dignidad indígena con resultados que los tienen ''un poco contentos''. La niebla no alcanza a tapar la banda de siete guitarras, dos acordeones y una buena cantidad de mujeres agitando en alto maracas de güaje, y menos a ocultar sus sones, que se van abriendo paso delante de la delegación que regresa.
El comandante David todavía no acaba de llegar después de 35 días de ausencia y ya viene dando instrucciones para que se abra paso a la delegación y al CNI. Pero el festejo ya está listo, quedan pocas órdenes que agregar. Están reunidos miles de tzotziles de los Altos, además de choles de la zona norte, que se destacan por su falta de vestimentas tradicionales y por su fuerte presencia. Hay también tzeltales de la selva.
Para el subcomandante, deben ser siete años los que pasaron sin volver a Oventic, desde donde habría salido en febrero de 1994 rumbo a los diálogos de la catedral, con el gobierno al que el EZLN había declarado la guerra unas semanas atrás. En La Ventana, paraje a los pies de Chamula, se encontró con el comisionado Manuel Camacho Solís, para llegar a la sede de aquel primer diálogo, con los escasos resultados que se conocen. Después, Marcos se internó en la selva Lacandona. Ahora viene de regreso de una tarea que le encargaron sus ''comandantes jefes'', quienes encarnan numerosamente en las bases de apoyo que lo reciben esta tarde.
Las mismas que lo despidieron la última noche de 1993 cuando, ora sí que como quien dice, lo mandaron a la guerra. Ahora había salido de La Realidad, este 23 de febrero, con el encargo de conducir al Comité Clandestino Revolucionario Indígena hasta la tribuna del Congreso de la Unión. Hoy regresa con el encargo cumplido. Un par de horas antes, la delegación zapatista había dado por concluida la marcha de los 6 mil kilómetros en su punto de partida, San Cristóbal de las Casas.
En su arribo a Oventic, los comandantes y el subcomandante se ven cansados, pero entre los tzotziles que los abrazan parecen ir aligerando el paso hasta internarse en el auditorio Emiliano Zapata, local amplio, muy iluminado, donde varios grupos de indígenas los esperan. Dos mujeres los rodean con el copal de sus braseros. Las autoridades tradicionales y los topiles con sus bastones los resguardan un rato, los conducen a sus aposentos y les permiten reunirse con el CNI para preparar el encuentro con las bases de apoyo zapatistas de los Altos.
En un ambiente festivo, bailando sones de Cancuc y San Andrés, los espera el comité en el escenario.
Cuando finalmente llegan los comandantes y el subcomandante, y este último les rinde cuentas, los indígenas escuchan y aplauden. Por decenas corretean niños que quieren ver de cerca a los delegados. Muchos nacieron después del levantamiento de 1994. Y por proimera vez en sus vidas, les toca recibir buenas noticias. La paz podría estar cerca. Y sus voces, su existencia, es hoy prioridad nacional, independientemente de cuánto les cumplan.
En estos miles de familias de centenares de comunidades reside el orígen de la marcha que el mundo acaba de presenciar y admirar. Por eso el subcomandante Marcos les tiene que rendir cuentas y devolver el bastón de mando. El comandante Moisés traduce cada una de sus frases al tzotzil. A los chiltak (compañeros), winiketik y ansetik (hombres y mujeres), los habla Marcos. Antes, le puso la gente de Jericó un collar de flores (y a la comandanta Esther la coronaron con flores blancas).
El acto es jubiloso y a la vez muy simple. El comienzo de una nueva etapa. El optimismo de que represente una verdadera oportunidad para la paz con justicia y dignidad.
A través de estas bases de apoyo, que han vivido en resistencia, en guerra ''de baja intensidad'' durante 7 años, defendiendo sus municipios autónomos y su vida de pueblos, los pueblos indígenas de México han entrado en una nueva etapa de su historia. La niebla se disipa y los colores iluminan la noche.
De lugares como éste nació la decisión del "ya basta", que derivó al "nunca más un México sin nosotros". Hoy hacen fiestas porque al fin fueron escuchados. Porque tienen motivos, pues.
Ť Hizo un llamado a que esos primeros pasos no se pierdan con enfrentamientos
La paz con dignidad, un poco más cerca: Marcos
Ť "El que nos ofreció oídos y palabra verdadera recibió nuestro respeto", aseguró el líder
JESUS RAMIREZ CUEVAS ENVIADO
Oventic, Chis., 1 de abril. "Hoy la guerra está un poco más lejos y la paz con justicia y dignidad está un poco más cerca. Hoy está más cerca el diálogo y más lejos el enfrentamiento", afirmó el subcomandante Marcos ante miles de indígenas zapatistas que se congregaron en el foro Aguascalientes, ubicado en las montañas de los Altos de Chiapas.
El vocero zapatista aclaró a la multitud reunida en esta comunidad indígena: "La paz no ha llegado, es cierto, pero pudiera llegar y es esa posibilidad la que tenemos que cuidar". Al respecto, Marcos hizo "un llamado a todos los que tienen en Chiapas suelo y cielo de vida para que sean responsables y no provoquen que estos primeros pasos se pierdan, otra vez, con el enfrentamiento, la división, la mentira, el engaño y el olvido".
Los delegados del EZLN arribaron a esta comunidad a las seis y media de la tarde. Unos 10 mil indígenas de diversas regiones los esperaban con expectación. Con música, vivas y aplausos, tzotziles, tzeltales, choles y tojolabales recibieron a sus dirigentes.
Al presentar un balance preliminar de los logros de la marcha zapatista, el subcomandante Marcos señaló que uno de ellos fue haber colocado el tema indígena en el centro de la conciencia nacional y lo convirtió en motivo de debate en todo el país. Es por eso que consideró en su discurso que a partir de la movilización que lograron concitar los zapatistas, "ya decir indio es decir digno".
Dirigiéndose en primera persona a los indígenas zapatistas, Marcos les informó: "nos dijiste que lleváramos la demanda del reconocimiento de nuestros derechos y cultura hasta arriba, y así lo hicimos". Antes había dicho: "nos diste la orden de llevar con dignidad el nombre zapatistas, y con dignidad lo llevamos. Al soberbio lo desafiamos, y con el humilde fuimos humildes. El que nos ofreció oídos y palabra verdadera recibió nuestro respeto".
Sobre los alcances y consecuencias de la marcha zapatista, Marcos refirió que "ahora el tiempo es bueno para que el dolor de los que somos como somos comience a terminar. Falta mucho, pero ya es menos. Ya nunca agacharán la cabeza a quienes quieran humillar. Ya nunca nuestro color será motivo de vergüenza. Ya no habrá burla por nuestra cultura.
"Ya está en el corazón de todos el lugar que queríamos, que necesitábamos y que merecíamos, pero falta que la ley nos reconozca ese lugar. Para lograrlo tenemos ahora el apoyo de millones de mexicanos y de miles en otros países", insistió.
El Congreso de la Unión ?declaró Marcos?, "que hace las leyes, tendrá que escuchar a esos millones, y junto con ellos tendrá que abrir la puerta del diálogo, es decir de la paz".
"Un poco contentos"
Cumpliendo la orden de los pueblos indígenas rebeldes que les dieron la bienvenida, el también jefe militar del EZLN devolvió "con bien" a los 23 comandantes indígenas de esta organización, quienes, dijo, "vienen un poco contentos porque cumplimos el trabajo" que les encargaron.
Sin embargo, Marcos insistió en que para poder cumplir esto que le encargaron las comunidades "pedimos el apoyo de otros hermanos y hermanas indígenas y no indígenas, mexicanos en su mayoría, y algunos extranjeros. Ellos y ellas nos cuidaron todo el tiempo; ni un solo momento nos dejaron solos".
Ataviado con un collar de flores que le entregaron unas indígenas, Marcos pidió un saludo ?que aquí se hace con aplausos? a la sociedad civil. Poco antes señaló: "cuando encontramos oídos sordos, ellos y ellas destaparon con su fuerza el oído del poderoso. Y cuando nuestra palabra parecía pequeña, la levantaron muy alto y brilló la palabra zapatista, tu palabra". Por esta razón reconoció ante los indígenas que "así, claro te lo digo, no fui yo, sino ellos, hombres y mujeres de la sociedad civil, los que hicieron todo el trabajo y lo hicieron muy bien", y agregó que "lo hicieron porque su corazón es muy grande y generoso".
77 actos públicos
Marcos informó que antes de salir de Chiapas ?el 24 febrero? los delegados del EZLN llevaban siete bastones de mando de las comunidades en resistencia. Al llegar a la ciudad de México, los zapatistas llevaban 28 bastones de mando, símbolo de respeto y de la voluntad colectiva de igual número de etnias del país. "Los pueblos indios de todo México se unieron a nuestra lucha", subrayó al señalar que se reunieron con representantes de 44 pueblos indígenas de toda la República.
En una ceremonia de bienvenida que fue breve, el subcomandante Marcos también reconoció la importancia del trabajo de los medios de comunicación en estas jornadas, "para que pudiéramos ir y venir con bien". Agradeció a los periodistas que los han acompañado en todo su periplo, que duró 37 días y que los llevó a recorrer 13 estados.
"Casi siempre ?dijo de los medios? nuestra palabra llegó, como es de por sí, sin trampas ni engaños. Sólo unos pocos torcieron nuestra palabra, pero ellos de por sí ya tienen torcida su lengua". Y les hizo un exhorto: "saludamos a la prensa honesta, y que nuestro saludo sirva para que sepan que los zapatistas reconocemos su trabajo, que deseamos que ojalá estén siempre abiertos sus espacios".
El líder zapatista reconoció que los que componen el EZLN aprendieron una lección de los pueblos indígenas que tienen en sus manos la conducción política del movimiento: su "paciente sabiduría". Servirles a estas comunidades "ha sido el más grande honor" que han tenido los insurgentes e insurgentas zapatistas, dijo el subcomandante.
En un acto que define el modo de ser zapatista de "mandar obedeciendo", Marcos al final entregó el mandato que le dieron los pueblos indígenas: "compañero, compañera, te devuelvo el bastón de mando. Estaremos atentos y atentas a lo que tú ordenes".
Antes de terminar el acto, el comandante Moisés, a nombre del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, reafirmó: "queremos agradecer por su trabajo que cumplieron con el mandato de los pueblos que les han encomendado para exigir y convencer al Congreso de la Unión que apruebe la iniciativa de la Cocopa sobre derechos y cultura indígenas". Y antes de concluir agradeció al Congreso Nacional Indígena y a la sociedad civil su apoyo, a quienes exhortó a continuar la lucha por la democracia, la justicia y la libertad de todos los mexicanos.