martes Ť 3 Ť abril Ť 2001
Marco Rascón
Andrés debe dormir
Uno no es nadie para decirle a un gobernante cómo debe organizar su día, pero si el fracaso es consecuencia de la falta de sueño y existe en el aire la idea peregrina de que es de toda la izquierda y sus votantes, entonces podemos atrevernos a sugerir cambios en la vida de nuestro gobernante insomne.
Andrés no ha dormido bien y esto se manifestó desde el inicio de su gobierno al soltar decretos a diestra y diestra, sin recordar nada a la izquierda y olvidando que conducir un gobierno democrático no es dar órdenes sin explicación, sino que debe haber propuesta, convencimiento y comunicación, y no sólo deben venir de él, sino darse en todos los niveles de gobierno.
Debido al cansancio extremo ha pedido anclarse a la izquierda mientras toma decisiones de derecha y del priísmo más vetusto de los años sesenta.
Sin haber tenido un sueño reparador en 100 días de gobierno, libera una guerra en soledad contra sus molinos; no se da cuenta que está solo en su defensa de sí mismo, porque ya no lo defiende nadie, salvo algún colaborador de su escaso círculo al que Andrés tiene prohibido hacer política pública. Para ellos resultó fácil convencerse de que viven amenazados por una conjura cuando en realidad necesitan dormir y serenarse.
Andrés dejó de escuchar porque no ha dormido. Dejó de ver la ciudad y sólo ve un enorme Fox que ocupa el lugar de sus aspiraciones, pues en los pocos minutos que ha podido conciliar el sueño tiene pesadillas en las que alguien le arrebata ese sitio. Sumergirse tan poco tiempo en los brazos de un Morfeo débil y venido a menos, le ha hecho confundir el tiempo político con el cronológico y piensa que está en el año 2005. Falta de horas de sueño y de relajamiento le han llevado a considerar que es el único opositor de Fox y que para salvarnos debe estar atento las 24 horas durante seis años y por ello cada madrugada reclama desde una banqueta que se reconozca su esfuerzo, pues es el único apasionado que liberará al mundo de ese neoliberal. E igual que un casero le reclama que le da albergue y asiento... pero el inquilino mejor ya no contesta.
Por no dedicar tiempo a sus horas de sueño, se olvidó que es el representante del gobierno y no un opositor minoritario. La falta de un descanso profundo le impide ver que entre más reta a Fox más lo imita. La falta de descanso reparador lo ha alterado y le da coraje su investidura: quisiera ser un opositor de sí mismo y aunque su voluntad es ser un hombre de izquierda, le gana el conservador que lleva adentro.
Por andar sin dormir no se dio cuenta que la idea de la austeridad república era neoliberal y ultraconservadora, pero lo más grave es que no se informó que ya pasó de moda y ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional de la era clintoniana la recomiendan, porque ha sido causante de la extrema pobreza y va contra el humanismo del neolibaralismo.
Por no dormir sus horas, Andrés puso a consulta las garantías individuales luego que el Ejército se le metió en Iztapalapa; e hizo más: anunció la construcción de 20 mil viviendas en la ciudad capital y desató un proceso de especulación del suelo que hoy hace imposible concretar esa tarea; decretó guerras contra la corrupción y las mafias, pero cada golpe espectacular sólo ha provocado que crezcan y se fortalezcan más. Sólo ha acabado con el papel sanitario y el agua de garrafón de las oficinas públicas.
Cien días en vela lo llevaron a olvidar su lucha contra la oligarquía beneficiaria del Fobaproa y para ganarle a Fox metió en su Consejo de Desarrollo Económico a los 30 más poderosos entregándoles así la ciudad para que lleven a cabo sus negocios con los dineros del Fobaproa.
Por el malestar que produce la falta de sueño no quiso ser visto públicamente con Saramago, el cual podría desprestigiarlo porque es Nobel y comunista. Quizá por eso mismo donó rápida y piadosamente a la jerarquía católica 300 millones de pesos para remozar la Catedral; no obstante que hace dos años hubo gran escándalo cuando se mencionó la posible remodelación del Zócalo, que costaba entonces 150 millones de pesos.
Andrés no necesita argumentar sus decisiones; gobierna al margen de quien lo llevó al gobierno. Ahuyentó a los jóvenes y a todos aquellos que no están en sus listas de tarjetas.
Si tan sólo durmiera una semana, fuera al cine o se le viera riendo con sus amigos o paseando relajadamente por la calle, daría más confianza a la ciudad, que verlo todas las mañanas confuso, desinformado y ojeroso.
Andrés debe dormir sus horas antes de que termine por conducir este proceso al colapso, sobre todo ahora que sus nuevos amigos: Slim, Sánchez Navarro, Salinas Pliego y Azcárraga esperan acechantes y dejan transcurrir los evidentes errores.
La falta de sueño puede hacer caer a Andrés y esto le podría costar a la izquierda años de recuperación, si ésta no asume una actitud crítica y demanda responsabilidad al insome jefe de Gobierno o hace un deslinde público.
Es claro que ese gobierno no tiene que ver ni con los principios del PRD ni con la memoria progresista y de izquierda del país y la ciudad, pues el ancla de Andrés no es para fijarla, sino para hundirla. Ť