martes Ť 3 Ť abril Ť 2001
José Blanco
La autonomía de los riesgos
Si el escenario hubiera sido el que algunos dibujamos: Marcos con su parafernalia guerrillera en la máxima tribuna, sin remedio las instituciones habrían padecido duramente a cargo de los símbolos de la guerra. Pero no fue así: esta vez Marcos, por decisión propia y por estrategia inteligente, dejó de ser la estrella principal de los discursos, tal como lo había sido a lo largo de más de una treintena de mítines y reuniones públicas desde que se inició la marcha zapatista.
La jornada de la comparencia zapatista fue en cambio un escenario de gran emotividad, de abatimiento máximo de la exaltación de las armas y de reconocimiento de las instituciones y sus actores, de contenidos políticos inteligentes, de la apertura franca de esperanzas, gracias a la actuación del EZLN y del CNI frente a los legisladores. En este acto ganó el Congreso, ganaron los zapatistas, ganó Fox, ganó la sociedad. Es cierto. En este acto perdieron los panistas, pero nadie debería regatear que actuaron en previsión del primer escenario aquí apuntado, y el propio EZLN no anticipó cómo sería su presentación. ƑQuién puede asegurar que la decisión final sobre la actuación del EZLN en el Congreso no estuvo influida precisamente por las voces opuestas a que en la máxima tribuna se viviera la imposible mezcla simbólica que entrañaba? Porque es claro que la actuación del EZLN revela que su propia percepción coincidió con esa prevención sobre el uso de la tribuna.
Ahora viene el dictamen sobre la ley Cocopa. A estas alturas, después de la marcha y de la comparecencia zapatistas, las resistencias a éstos o a aquellos aspectos de la iniciativa se han reducido. Es probable que ahora los cambios legislativos que finalmente sean votados habrán de alcanzar la mayor cercanía con la iniciativa elaborada por la Cocopa. Las comunidades indígenas pronto empezarán a correr autónomamente los riesgos sociales de una decisión que han querido "las comunidades", no sabemos si también las personas que las componen. Por ahora, los intelectuales orgánicos del zapatismo y de los pueblos indios parecen muy seguros respecto a la ley que reconocerá "la diferencia". Las comunidades verán si esta diferenciación no se convierte en los hechos en un mecanismo de disgregación respecto al curso de la sociedad mexicana general. La literatura sociológica y antropológica internacional que advierte de ese riesgo, abunda. Pero las comunidades han ganado esta batalla política y por ahí se irán las cosas.
Desde el siglo XVI, allí donde llegó el capital disolvió a la comunidad. Ninguna cultura del mundo ha dejado de lamentar ese naufragio ni dejado de cantar en lánguidas notas melancólicas la disolución de lo que estuvo junto. Pero la peor catástrofe ocurrió en la periferia, en los espacios que constituyeron un día territorios del sistema colonial. Aquí fue dilacerada inhumanamente la comunidad, pero no fue después integrada al desarrollo capitalista. Los centros capitalistas carecieron siempre y carecen hoy de mecanismos integradores. La idea del multiculturalismo de hoy como reclamo de reconocimiento de la diferencia, sí corre el riesgo de ser o convertirse en un nuevo mecanismo de marginación social, peor aún: una vía que otorga legalidad y legitimidad a esa carencia de mecanismos integradores.
Pero en el naufragio institucional del mundo de hoy como resultado de la globalización, puede ser también un nuevo mecanismo de defensa y, acaso, de incorporación e integración, un instrumento para pelear por una mayor justicia social, aunque no necesariamente para instituir métodos democráticos, porque irremediablemente los métodos democráticos se hallan adscritos a los individuos en su calidad de ciudadanos.
La calidad de individuo y ciudadano de una persona quedará subsumida en las comunidades a su calidad de miembro de las mismas, legalmente. La modernización, de otra parte, en todos lados ha consistido precisamente en el proceso de individuación y en los derechos y prerrogativas que hoy se expresan como derechos humanos. En ese dilema se moverá la experiencia futura de las comunidades.
Las ideologías comunitarias creen que lo que ha quedado de comunidad en nuestros días es producto de la resistencia y de la afirmación de su querer ser diferentes. Quienes creemos que no es así, que su supervivencia es resultado de las insuficiencias de la modernidad, que ahí donde hubo mecanismos integradores la comunidad fue disuelta para dar paso a la sociedad, y que, en los espacios que fueron territorios coloniales esos mecanismos no estuvieron presentes, vemos la necesidad de que en la experiencia que están por vivir las comunidades, cuenten con mecanismos de escape hacia la sociedad cuando sus miembros así lo decidan, para las personas o para las comunidades en conjunto.