DOMINGO Ť 8 Ť ABRIL Ť 2001

SEMANA POLITICA

EN ESTADOS UNIDOS

Ť La nueva política exterior adulta, insomnio para analistas

Ť George W. Bush no hace lo que prometió como candidato

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 7 de abril. Mark dice que ahora duerme debajo de su cama. La "nueva" política exterior de George W. Bush lo tiene aterrado con amenazas de ataques de misiles desde Corea del Norte, imágenes de rehenes estadunidenses (esta vez, en una isla de China), nuevas broncas con la ex Unión Soviética, guerras en Irak y Levante, otra "crisis energética" y conflictos con aliados como Ja-pón y toda la Unión Europea.

Bush criticó a la presidencia de Bill Clinton al afirmar que la suya era una política exterior sin brújula, involucrada en demasiados asuntos extranjeros, con demasiada demanda sobre los recursos y personal mi-litar estadunidense, y durante su campaña prometió una política exterior más razonada y mesurada. "Tendremos una política exterior humilde" comentó.

A menos de tres meses de inaugurar su presidencia, con un grupo de veteranos de nuevo en control de la política exterior es-tadunidense --el vicepresidente Dick Cheney, Donald Rumsfeld en el Pentágono, el general Colin Powell en el Departamento de Estado y Condi Rice como asesor de Se-guridad Nacional-- Estados Unidos parece estar involucrado en conflictos en todos sus flancos, con "enemigos" y aliados en casi cada región del mundo.

Supuestamente, según se decía por aquí, la llegada del equipo de Bush al poder im-plicaba que "los adultos" retomaban el control de la Casa Blanca para guiar a la última superpotencia por los mares de la política internacional. Supuestamente, ellos sabían manejar los "grandes" asuntos de una for-ma madura, en contraste con la Casa Blanca de Clinton, llena de crisis personales y errores constantes en política exterior.

Pero sólo en estas últimas semanas este buque está enfrentando tormentas por todas partes: la intensificación de la guerra silenciosa pero constante contra Irak; un submarino estadunidense que ofrece un tour a unos civiles y que de repente hunde a un barco japonés y provoca varios muertos; los gobiernos europeos se enfurecen al en-terarse de que el gobierno de Bush no cumplirá con los acuerdos ambientales de control de emisiones conocida como el Protocolo de Kyoto; se rompe con la iniciativa de promover un nuevo acuerdo con Corea del Norte, nación a la que de nuevo se le asigna el papel de "amenaza" para Estados Unidos; se renueva la idea del concepto de defensa conocido como Guerra de las Ga-laxias, con la promoción de una capa de de-fensa antimisil que provoca la protesta de Rusia y otros países. Y de pilón, esta semana estalla el conflicto con China sobre el incidente del avión espía y los tripulantes estadunidenses que están detenidos en una isla de China.

Junto con todo esto, las primeras semanas del gobierno de Bush también han estado empapadas con temores de una nueva recesión mundial, y con el espectro de otra "crisis energética" y la dependencia internacional de este país sobre el petróleo mundial, temas que ya se juntaron anteriormente en los años 70, y que fueron mortales --junto con la crisis de los rehenes estadunidenses en Irán-- para la presidencia del demócrata James Carter.

Como comentó esta semana la columnista Maureen Dowd, del New York Times, "me da miedo respirar el aire. Tengo miedo de que los glaciares se derritan y que se eleven los mares. Me da miedo visitar California en la oscuridad. Me da miedo que el Dow Jones (índice de la bolsa de Wall Street) se desplome debajo de los 5 mil puntos. Tengo miedo de que Rusia deje de razonar. Me da miedo de que China deje de razonar. Me da miedo de que Corea del Norte envíe un misil contra nosotros. Como van las co-sas para atrás, pronto estaré temiendo del propio miedo".

(Esa ultima frase fue pronunciada por el presidente Franklin Delano Roosevelt al preparar a este país para la Segunda Guerra Mundial, cuando señaló que se tenía que superar el temor al propio miedo).

Ahora, si todo esto es resultado del manejo de la política por los adultos, y todo esto comienza a provocar un deja vu colectivo (rehenes, crisis energética, conflictos y broncas con enemigos, conflictos y broncas con aliados, recesión, etcétera), tal vez to-dos se darán cuenta que tal vez el mundo sería mucho más seguro, pacífico y racional si se lo encargáramos a los niños.