DOMINGO Ť 8 Ť ABRIL Ť 2001

Ť La multitud tolera todo para llegar al paraíso vacacional

Viven a diario unos 66 mil viajeros un calvario en el AICM

TRIUNFO ELIZALDE

Cargados con un sinnúmero de petacas, con cámaras de video y libros, los viajeros pululan por todo el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, sobre todo en las "horas pico" -de las 7 a las 11 y de las 17 a las 21-, para volar hacia los principales centros de descanso: Acapulco, Puerto Vallarta, Mazatlán, Manzanillo, Huatulco, Ixtapa Zihuatanejo, Cancún y Guadalajara.

Algunos actúan con prisa, otros parece como si anduvieran paseando, ya con ropas de playa o veraniegas. El calor es excesivo, como aviso anticipado de lo que les espera.

A través de los altavoces se escucha una voz de mujer que anuncia las salidas y llegadas de los vuelos y, de vez en cuando, un fondo musical. Entre el gentío, vestidas con overoles azules, van y vienen las trabajadoras que asean pasillos, salas y las encargadas de mantener el piso brillante, lo cual aprovechan chicos y grandes para de vez en cuando echarse una "patinada".

En muchos puntos, hombres y mujeres que esperan a alguien observan continuamente sus relojes; miran hacia todas direcciones; cruzan hacia todas partes y ninguna. Las esbeltas y guapas azafatas de las aerolíneas jalan sus ya típicos portamaletas. Frente a los mostradores, la gente se arremolina y se desespera ante la menor "desatención" que tenga algún empleado ante los reclamos; en ayuda de los viajeros acuden los jóvenes de chamarras y gorras color pistache, que por lo llamativo de sus vestimenta no pueden pasar inadvertidos.

Con paciencia los escuchan, les explican y orientan. Estos "amigos de información aeroportuaria" en ningún momento pierden la sonrisa, como si ganar 85 pesos diarios, por una breve temporada -del 6 al 23 de abril-, fuera a resolver sus problemas económicos y sus sueños de progreso; son jóvenes que se emplean en dos ocasiones anualmente, desde hace cuatro años, y a los que se les exige hablar inglés.

Taxistas del DF y del sitio 300 de la terminal aérea traen y llevan pasajeros y familiares en forma permanente; no obstante, también está la competencia, los taxis piratas, los cuales en todo momento tratan de captar viajeros y, con ofrecimientos de cobros menores en comparación con la tarifa aeroportuaria, Ťvacacionistas-aeropuerto2- ofrecen llevarlos a sus destinos.

Todo sucede a la vista de los inspectores de los transportes autorizados y de los agentes policiacos, quienes supuestamente están para impedir el trabajo "ilegal" de esos conductores.

La mayoría de la gente que se encuentra en el lugar mira de vez en cuando las pantallas que indican los movimientos acumulados de aterrizajes y despegues de aeronaves. Las consultas a los relojes y el uso continuo de los celulares es notable.

La mirada inquisidora y penetrante de los agentes que cuidan la seguridad en el aeropuerto quizá sea lo único que no encaja con el ambiente que se vive desde temprano y hasta muy noche. Son atentos, pero cortantes al igual que el personal encargado de los filtros de entrada a las salas de espera, como si tuvieran la consigna de no dar confianza a nadie.

Es común que los viajeros, al cruzar por los arcos detectores de metales, hayan olvidado entre sus ropas algunas llaves, monedas o un objeto metálico que hace funcionar de inmediato la alarma, por lo que deben repetir su ingreso, pues podrían llevar algo "peligroso". El zumbido pone los nervios de punta hasta a algunos religiosos que pasan por el chequeo electrónico.

En las salas de abordar la gente busca algún asiento para descansar y esperar el aviso de su vuelo, pero en estos días casi todos los asientos están ocupados por pasajeros que comen antojitos y toman refrescos durante la espera.

Los restaurantes no se dan abasto, los locales de comida rápida trabajan con velocidad de tortuga, todo mundo se ha embotado; el bullicio predomina, los niños se alejan de sus padres y estos corren tras de ellos para que no se extravíen entre la barahúnda.

Adentro y afuera de los andadores y pasillos, la gente, sobre todo quienes saldrán el país, forma fila en las casas de cambio casi de manera permanente, lo que permite a los corredores jugar con el valor del peso y del dólar. Unos ofrecen 9.35 pesos por dólar a la compra y 9.45 a la venta. Predomina el 9.35 y el 9.45; sin embargo, casas como Scotiabank-Inverlat juegan con la banda intercambiaria marcándola entre 9.35 y 9.57; Consultoría Internacional, 9.37 y 9.65; Carson & Brasch, entre 9.66 y 9.62. La gente tiene necesidad de esos servicios y soporta todo, como en un calvario tolera y paga los altos precios que le cobran por los alimentos y bebidas que consume, de por sí nada es barato en el AICM.

Entre la marea humana predominan los uniformes de colores chillantes de los empleados de las líneas aéreas, ataviados con sacos amarillos, azules, verdes y hasta negros.

De acuerdo con datos oficiales, en temporada de vacaciones en esta terminal se mueven cotidianamente entre 230 mil y 250 mil personas, de ellas 26 mil son empleados; 66 mil pasajeros y el resto acompañantes de los viajeros y gente que asiste a realizar alguna actividad momentánea en este mundo de permanente acción.

Observadores en la frontera

Por otra parte, el director de Planeación de la Coordinación del Programa Paisano, Fernando Cabrera Macías, informó que unos 300 observadores de diversas organizaciones civiles serán autorizados para ubicarse en varios puntos de acceso a México y verificar la atención de los funcionarios públicos a los paisanos que visitarán el país.

Detalló que la mayor parte de los observadores se ubicará en las ciudades de la frontera tamaulipeca, en especial en Nuevo Laredo y Reynosa.

Además de verificar que la atención de los funcionarios públicos hacia los paisanos y vacacionistas sea la correcta, los observadores harán una breve encuesta, a fin de conocer opiniones sobre los procedimientos instalados por las autoridades para erradicar las prácticas irregulares de extorsión y robo de pertenencias.

Asimismo, Cabrera Macías especificó que aunque el Programa Paisano opera de manera permanente en las fronteras y puertos de ingreso del país, sus acciones se refuerzan durante las temporadas de vacaciones.