LUNES Ť 9 Ť ABRIL Ť 2001

Ť El movimiento indio vivió en Michoacán su gran momento de organización y resistencia

Nurio y el Congreso de la Unión, episodios de una historia de más de 2 mil kilómetros

Ť Después del mitin en el Zócalo capitalino fue difícil no ver ni oír a los zapatistas en adelante, a pesar del ruidoso silencio que ese día guardaron las televisoras mexicanas

BLANCHE PETRICH /II Y ULTIMA

 Con la insignia tricolor amarrada a la trompa de su autobús, los zapatistas arrancan el 24 de febrero su larga marcha al Distrito Federal explicando que "caminamos para que esta bandera acepte que es nuestra". Al emprender el camino, Fernando Yáñez es puesto a disposición del juego político como enlace del zapatismo con el Congreso. Este destape de uno de sus cuadros históricos es señal, dijo Marcos, de la voluntad que existe de que el abandono de la vida clandestina sea irreversible.

nurio106crmA lo largo de más de dos mil kilómetros, durante 13 días tocaron 12 estados, se detuvieron en una treintena de ciudades y pueblos, protagonizaron cerca de 80 actos públicos, recibieron como señal de respeto varias docenas de bastones de mando de gran cantidad de etnias. Hablaron incansablemente, varios cientos de discursos, ante plazas llenas y atentas.

A lo largo de este trayecto, asomaron ante la opinión pública dos Méxicos opuestos. Por momentos parecían próximos a chocar. Desde el sur caminaba el zapatismo con fuerzas renovadas. Desde Querétaro el gobernador panista Ignacio Loyola advertía que el Cerro de las Campanas estaba a la espera a los traidores. En cada ciudad por la que pasó la caravana ?Juchitán, Oaxaca, Orizaba, Tehuacán, Puebla, Ixmiquilpan, Querétaro, Acámbaro, Morelia? la población se volcó a presenciar el insólito cuadro de los encapuchados hablando de derechos de los indios. Entre tanto, en Cancún sesionaba el Foro Económico Mundial con presencia de Fox y los globalifóbicos recibían una paliza innecesaria.

A partir del 24 de febrero Fox hizo declaraciones todos los días de la marcha y de Marcos. Y el subcomandante le respondió en cada plaza. Televisa y Televisión Azteca intentaron un contrapeso a la arrasadora atención que suscitan los zapatistas, para los primeros días de marzo, pero el concierto del Estadio Azteca se infló y se reventó como pompa de jabón. Un lamentable accidente de carretera costó la vida a un agente de la Policía Federal Preventiva que custodiaba el convoy rebelde.

Así se llegó a Nurio el 3 de marzo.

Cobijados por la bandera de la nación purépecha

Nuevamente, como cuando fue convocada la Convención Nacional Democrática, el "primer Aguascalientes" en 1995, se entabló una compleja red de alianzas sociales en torno a las reivindicaciones indígenas con la presencia de un abanico plural de las fuerzas democráticas que acudieron a apoyar el nuevo esfuerzo por coronar con una ley los acuerdos de San Andrés Larráinzar y su ley Cocopa. Cada uno con sus propios medios, llegaron más de tres mil delegados de otro tanto de comunidades indígenas de 42 etnias.

El gobierno federal intentó minimizar esta concurrencia diciendo que el CNI "no es representativo" de los 10 millones de indígenas de México.

Pero nadie pudo negar que el movimiento indio vivió en Nurio un hito en su historia de organización y resistencia. Todos los delegados concurrieron al congreso con mandato de sus pueblos. Durante tres días las mesas sesionaron bajo el sol y sentados en los prados y continuaron informalmente en torno a las fogatas, en la noche. Los delegados dormían bajo las estrellas. Los diferentes idiomas no conformaron una torre de Babel, se articularon.

Para el México no indígena, y en particular para los políticos, queda pendiente calibrar la magnitud de los resolutivos de Nurio que en suma establecen: el CNI se declara en movilización permanente hasta lograr la aprobación de la ley Cocopa. Entre tanto, llevará a la práctica sus enunciados, en particular la autonomía de los pueblos indios.

Cuando la caravana volvió a iniciar la marcha rumbo al Distrito Federal el enorme convoy había engrosado considerablemente, pues el CNI llamó a sus delegados a marchar junto con el EZLN.

El 4 de marzo, en una refinada oficina cerca del cielo en el DF, el ideólogo de los empresarios y gurú de Vicente Fox, Juan Sánchez Navarro, expresó el temor de la clase pudiente ante la inminencia de la llegada de los zapatistas. "Es peligroso si Marcos no controla a su gente". Confesó que ese día daría instrucciones a su familia para que no saliera de casa. Al día siguiente el subcomandante le respondió desde Toluca: "¿Por qué tanto miedo a una marcha pacífica, desarmada, de indios marginados?".

El 6 de marzo la marcha está a punto de entrar al circuito que rodea el DF y emprender la ruta de Emiliano Zapata, que encenderá evocaciones en la imaginería popular. En Los Pinos sigue trabada la resolución de los tres retiros militares que faltan aún --Río Euseba (próximo a La Realidad), Guadalupe Tepeyac y La Garrucha--, pero el general secretario Vega García deja claro que la culpa no es suya: "Es una decisión política, no militar". En las Cámaras se les ha hecho engrudo a los senadores y diputados la definición del formato para un encuentro con los zapatistas, dónde y con quiénes.

Fox vuelve a ceder a las presiones de los suyos con una expresión despectiva, cuando alude que "sólo son 200 o 300 gentes" las que acuden a los mítines del EZLN.

El 8 de marzo hay luna llena y los zapatistas ya pernoctan dentro de los linderos de la capital. Hay asamblea de la Coparmex y su presidente, Jorge Espina Reyes, quien reivindica la conquista española como gesta "liberadora" de los pueblos originarios, califica a los caravaneros: "demagogos, chantajistas, amenazantes".

Fox ofrece un mensaje ad hoc dándoles la bienvenida a los zapatistas, pero cae en la tentación, nuevamente, de "invitar a Marcos a Los Pinos", pasando por alto los objetivos enunciados por los propios zapatistas: ellos vienen a la capital a hablar con el Congreso sobre las bondades de la ley Cocopa y han advertido que no habrá contacto con el Ejecutivo hasta que sean cumplidas las tres señales. Destaca sobre todo el constante "olvido" del Presidente de que el subcomandante viene como parte de una delegación integrada además por 23 comandantes.

"Llenas las plazas y los pueblos y no nos ven ni nos oyen", responde Marcos el día 9, desde Milpa Alta. Agrega: "No nos vamos a ir de aquí, que quede claro, hasta no lograr el reconocimiento de los derechos y cultura de los pueblos indios. Ya dijimos". Al día siguiente, en Xochimilco, reitera, al referirse a los gobernantes y los dueños del dinero: "Bajen la voz y escuchen".

La comandancia del EZLN se acuartela en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en Cuicuilco. Y el día 11 inunda el Zócalo capitalino. Allí reitera Marcos la vocación de paz de los sublevados: "Rebeldes somos, rebeldes seremos, pero para serlo queremos serlo con los todos que somos, sin la guerra como casa y camino".

Será difícil no verlos ni oírlos en adelante, a pesar del ruidoso silencio que ese día guardaron las televisoras mexicanas.

La clase política pierde la máscara

010f2.jpgSegún dice el Presidente, espera que "Marcos venda bien la iniciativa indígena" a los políticos. El hace lo suyo entre sus correligionarios del PAN y con la Cocopa, a quienes convoca urgentemente en Los Pinos. Después se quejaría el senador Diego Fernández: "Fox me presionó todos los días".

Con semanas de anticipación, el líder panista Luis Felipe Bravo Mena había dado a conocer un listado de 22 puntos de desacuerdo del partido con el texto de la iniciativa apadrinado por el Presidente. Fox admite que será necesario "afinarla" para que no se preste a malas interpretaciones. Lo mismo había dicho Zedillo cuando, ya firmados los acuerdos y consensuado el texto de la Cocopa, lo "regresó" a consultas entre juristas. El resultado es historia: estancamiento del diálogo, hasta la fecha.

En cuanto al reclamo de liberar a los presos zapatistas, en Chiapas el proceso marcha, aunque a tropezones. Para entonces han sido excarcelados cerca de 90 y no quedan en prisión más de 10. Cada expediente es analizado. Los dos presos de Querétaro, dirigentes del FIOZ y miembros del Frente Zapatista, acusados de "apedrear" un autobús con varios secretarios de Estado en 1998 y sentenciados a 13 y 16 años de prisión, se complica, ya que el gobernador Loyola amenazó con que no saldrán de prisión "hasta que se firme la paz".

Desde el 2 de diciembre el EZLN fue explícito: vendría al DF a hablar con los legisladores para "convencerlos de las bondades" de la ley Cocopa. Pero en las Cámaras se libra una pequeña batalla campal que en el plazo de una semana lleva la tensión al límite y desenmascara a los políticos.

Panistas y priístas intentan minimizar al máximo la visibilidad de la presencia de los zapatistas en el Congreso de la Unión. En el Senado, el panista Fernández de Cevallos opera para cerrarles el paso en la casona de Xicoténcatl, y en San Lázaro Felipe Calderón y Ricardo García Cervantes encuentran apoyo en Enrique Jackson, del PRI. No quieren que sea el plenario quien los reciba; no quieren que acudan al salón de plenos; no desean que el encuentro tenga grandes repercusiones. Procuran darle cara de trámite rutinario al suceso. Se llega incluso a pensar en recibirlos fuera de los dos recintos parlamentarios. La debilidad del PRD se hace patente con los infructuosos intentos del senador Jesús Ortega y diputado Martí Batres de persuadir a sus colegas legisladores de calibrar el momento histórico.

Sin margen de acción, la Cocopa lleva a la ENAH la propuesta en una carta que, además, no lleva ni membrete ni firmas. Como el bastón de mando, el sello de la autoridad en los papeles oficiales representa la investidura en las comunidades indígenas. A los legisladores se les pasa por alto el detalle.

El 13 de marzo el EZLN responde como es de preverse: rechaza el formato propuesto por los legisladores por considerarlo "humillante e indigno". Por primera vez hace explícita su intención de hablar en la tribuna de la Cámara de Diputados y sermonea a la Cocopa por no poder superar su papel de "recadera". Zapatistas y Congreso Indígena se declaran "en espera" de una nueva propuesta que rompa el atolladero.

La crisis coincide con el cumplimiento de los primeros 100 días del gobierno foxista. El Presidente se justifica: "Estoy tratando de atemperar voces muy ruidosas en cualquier sentido".

Los días que siguen Yáñez entra y sale de la ENAH, intentando junto con los perredistas romper el bloque que mantiene cerrado el salón de plenos para los zapatistas. Entre el PAN y el gobierno federal la relación se crispa al grado que el secretario de Gobernación, Santiago Creel, y el líder del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, hacen públicas sus fricciones. Pero es el jefe Diego quien enarbola a los gritos el argumento antizapatista: "Si vamos a llegar a que en este país sólo se haga, piensa y diga lo que quiere Marcos ¡pobre país!".

En tanto, el EZLN escoge ciudadosamente sus pasos en la ciudad. Decide que el Politécnico, las tres sedes de la UAM y finalmente la UNAM serán el escenario de sus encuentros con los capitalinos. Sus mensajes serán, pues, para los jóvenes, los estudiantes. En la ENAH, mientras, cada noche hay verbena y encuentros: vecinos, colonos, sindicalistas, artistas. El CNI, en asamblea permanente, resuelve que algunos de sus delegados regresen a sus pueblos y que las comunidades envíen refuerzos. Sus tareas son muchas: los resolutivos de Nurio tienen que "bajar" y ponerse en marcha.

El forcejeo en las Cámaras continúa y Fernández de Cevallos reincide: "Esta gente se tapa la cara porque tiene las manos manchadas de sangre", afirma el 18 de marzo. Después se declarará ofendido, pues Marcos lo ha convertido en blanco de su mordacidad.

Al límite

El 19 la situación da un vuelco. A pesar de haber afirmado que los zapatistas no se irían del DF hasta lograr su propósito de impulsar la ley Cocopa, la comandancia del EZLN da un golpe de timón que sorprende a todos. Ese día se cumplen siete días desde la primera carta de la Cocopa. La espera se ha prolongado una semana y los cabildeos de los partidos políticos parecen haberse perdido en su laberinto.

Por la mañana, los 23 comandantes se dividen en cinco grupos y cada uno sale a reuniones públicas a una docena poblados semirrurales dentro del Distrito Federal. El eje de sus mensajes es denunciar el "humillante" trato que pretenden darles los legisladores al negarles el acceso a la tribuna de la Cámara de Diputados, la "casa del pueblo", y recordar que su misión es hablar en el Congreso sobre las bondades de la ley Cocopa. A las tres de la tarde, en la ENAH, Marcos anuncia el retorno a Chiapas de la delegación. "No andaremos tocando puertas para suplicar que nos escuchen y nos atiendan". Anuncia para el día 22 ?deja aun un colchón de 48 horas? un mitin de despedida frente al palacio de San Lázaro.

Hay sobresalto en la reacción de Fox esa misma noche: "Ojalá todavía se dé la reunión con los congresistas". Convoca ese mismo día, de urgencia, a la cúpula panista a una reunión a puertas cerradas. Y habla de "una carta que le estoy mandando a Marcos", intentando persuadirlo, una vez más, a reunirse con él. La carta aparecerá a las puertas de la ENAH dos días después. Por la ultra empresarial vuelve a hablar Espina Reyes: "¿Pues qué es Dios o qué?".

La gran oportunidad de retornar a la vía del diálogo parece escaparse de entre los dedos.

El día 21, ya con los zapatistas despidiéndose por los rumbos de Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco, Fox decide acceder al retiro de las tres bases militares que faltaban --Guadalupe Tepeyac, Río Euseba y La Garrucha. Desde el municipio de Las Margaritas llegan noticias de la salida de los 200 soldados de la base de Río Euseba hacia el 9 Regimiento de Caballería Motorizada.

Aunque en algunas columnas periodísticas se habla con sorna del "regreso sin gloria" del EZLN, es evidente que en Los Pinos el repentino anuncio del retorno de los zapatistas es analizado con toda seriedad y alarma. No es para menos. Se calcula como "altísimo" el costo que tendría que pagar el gobierno de perderse este momento.

En su gira por las tres sedes de la UAM los comandantes zapatistas hablan reiteradamente del racismo que alienta la negativa de los políticos para abrir la puerta de la Cámara de Diputados a los indígenas rebeldes.

El jueves 22 se despliega un teatro de acción sorprendente. Miles de ciudadanos responden a la convocatoria del EZLN a "echarle montón y darle un portazo a la historia" y se congregan a un costado de la Cámara de Diputados. En el interior, el líder de la bancada panista, Felipe Calderón, aún defiende con argumentos legales los pocos metros de tierra virgen que le quedan en el salón de plenos. El argumento de la líder priísta Beatriz Paredes finalmente inclina la balanza y con apenas 20 votos de diferencia los diputados aprueban una fórmula que permitirá a los zapatistas el uso de la tribuna en una reunión de trabajo con las comisiones de Puntos Constitucionales y Asuntos Indígenas.

En la calle la noticia se recibe como una victoria política del EZLN ?que lo es? y en ese instante los comandantes suben al estrado en un timing escénico envidiable. En el Senado el jefe Diego logra una triste y comprometedora victoria: la Cámara Alta no hablará con los indígenas zapatistas.

Esa noche, en la ENAH, Marcos reconoce: "Parece que la puerta del diálogo comienza a abrirse".

Los zapatistas deshacen maletas y se empiezan a preparar para la jornada del día 28.

Palabra de indígena y mujer

El 24 la comandancia del EZLN, en voz de Zebedeo, responde a la carta de Fox en la que tutea a Marcos, hablándole de usted y aclarando que a ellos les fue remitida la misiva, pues "somos nosotros los jefes reales de nuestra organización". Desde ese momento podría haberse vislumbrado lo que sucedería después en la Cámara: que el subcomandante no acudiría. Pero en particular en el caso de los zapatistas los signos más obvios suelen ser pasados por alto.

El PAN toma otra resolución comprometida: ordena a sus legisladores, incluidos los integrantes de la Cocopa, no asistir a la sesión de San Lázaro. Los diputados, entre tanto, definen el formato de la jornada del día 28 y en la ENAH los zapatistas toman en sigilo sus decisiones. Entre otras, está la de prescindir, esta vez, de la presencia de su vocero y estratega en la sesión del Congreso.

El día 28, poco después de las 11 de la mañana, las televisoras trasmitían en vivo la pequeña imagen que se estiraba para alcanzar el micrófono de la tribuna en la Cámara de Diputados: "Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy zapatista, pero tampoco importa en ese momento. Soy indígena y soy mujer y eso es lo único que importa ahora".

Ahí culminaba la marcha. Ahora sí México prestó oído al mensaje de los indios. Y esa misma tarde el arquitecto Yáñez, correo del EZLN ante el gobierno federal, iniciaba conversaciones con el Comisionado de paz Luis H. Alvarez y el coordinador de Alianza Ciudadana, Rodolfo Elizondo.

Aquí inicia otro capítulo

Falta ver cómo y qué negociarán el gobierno de Fox y el Ejército Zapatista para lograr el añorado "acuerdo de paz", qué formato tendrá la nueva mesa y, sobre todo, cuáles serán los puntos sustantivos de la agenda. Sobre esto, el comandante Tacho adelantó, el 28 en la tribuna, que "cuando se acaben las mesas que faltan de democracia y justicia, la de bienestar y desarrollo, la mesa especial de derechos de la mujer y se cumpla lo que acordamos, nosotros decimos que ahí se acaba el diálogo porque resuelve las causas que empezaron el conflicto en 1994".

Falta ver cómo evoluciona el movimiento indígena, cómo toma su lugar eso que llaman un México pluricultural.

Falta ver cómo se concilian los intereses divergentes y las visiones del mundo opuestas del Plan Puebla Panamá y los Acuerdos de San Andrés Larráinzar.

Para que todo salga bien, queda la recomendación que la comandanta Yolanda lanzaba al aire cada vez que le tocaba tomar la palabra durante la marcha zapatista: "¡Organícense mejor!".