LUNES Ť 9 Ť ABRIL Ť 2001
Ť La artista australiana presenta Salvator Rosa, primera muestra en México
La pintura de Mandy Martin recupera los paisajes
MERRY MAC MASTERS
El paisaje como género pasó a segundo término, particularmente en los años cincuenta y sesenta, por considerarse "muy oficialista" o conservador. A la pintora australiana Mandy Martin, sin embargo, le gusta trabajar en las "orillas" de este género, y plantear problemas en torno a nuestra conexión espiritual con la tierra y el uso que le damos al paisaje. De modo que mucho del trabajo que Mandy realiza en su país tiene un fuerte aspecto ambiental y se orienta hacia el planteamiento de problemas como la salinidad y la deforestación; incluso, asuntos muy actuales. Siente que mediante el paisaje es posible comunicarse con un público mucho más amplio, a menudo enajenado del arte contemporáneo.
Para su primera exposición en México -abierta hasta el día 15 en la Casa de la Primera Imprenta de América (Lic. Primo Verdad 10, Centro Histórico)-, Martin presenta media docena de cuadros de su serie titulada Salvator Rosa. Resulta que el explorador inglés sir Thomas Mitchell descubrió una cordillaera en Queensland, uno de los estados de Australia, y le dio el nombre del pintor y grabador italiano Rosa (1615-73), ya que tenía muchos picos "muy góticos, peñascosos y volcánicos". Actualmente, existe el parque nacional Salvator Rosa donde dibujó Martin. Luego, fue a Italia a rastrear las raíces de Rosa desde Roma hasta a Ancona. Nancy Server, directora de la Drill Hall Gallery, Canberra, Australia, escribe que la pintura de Rosa junto con su genio y su rebeldía contra la sociedad, sirvieron para moldear el ideal del Romanticismo.
Los paisajes de Martin asimismo registran similitudes entre la campiña "australiana, mexicana y sudamericna", específicamente Perú. Dice: "Fuimos una sociedad de segundos pobladores, de manera que el trabajo, desde mi punto de vista, tiene mucho que ver con la colonización y la propiedad de la tierra, asuntos en este momento de gran importancia en mi país. Se supone que los indígenas australianos tienen una fuerte conexión con la tierra, sin embargo, para el segundo poblador la pregunta aun está abierta".
De hecho, sus escenarios no son reales sino metafóricos. En una de las obras, por ejemplo, la figura en la montaña es del sueño de Rosas de Eneas. En realidad, la cara de roca volcánica viene de un dibujo que Martin hizo hace tres años en un viaje a Tepoztlán. Explica: "Quise hablar del hecho que los mitos y las leyendas colonizadoras llevadas por los segundos pobladores al nuevo país a veces se relacionaban muy bien con éste. Pero en otras no concordaban y se contradecían. A fin de representar el paisaje en las pinturas he empleado muchos ocres y pigmentos naturales tomados del lugar donde trabajé, ya que serían los mismos colores que utilizarían los artistas indígenas en sus pinturas o en su representación de la tierra".
Varios de sus óleos se refieren al mito de El Dorado, otro vínculo en la conexión Australia-México-Sudamérica. También hay referencias al Cándido de Voltaire, así como ríos bautizados como Claudio, que "se manifiestan mediante los agrimensores que le dieron nombres a nuestro paisaje y cuyo rastreo me ha sido revelador, porque la manera en que Australia se representó visualmente no era una coincidencia: había verdaderas conexiones".
Martin ha trabajado el paisaje desde niña. En cierto momento sólo pintaba el paisaje industrial como preocupación ambiental; sin embargo, se dio cuenta de que si iba a hablar del mal uso de la tierra y el paisaje, también había que hablar de "lo positivo, bello y que valía la pena conservar".