LUNES Ť 9 Ť ABRIL Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Ť Leonardo Páez

JALISCO TAURINO

NO TIENE REMEDIO: Por más que algunos se empeñan en quitarle a Jalisco su vocación taurina, el estado, cada vez que hay oportunidad, demuestra su rica tradición, su inagotable potencial y su firme convicción, desmintiendo así a las medianías que insisten en querer llevar la fiesta en paz.

ASÍ, EN EL tercer festejo de la Feria Nacional del Novillero Telmex 2001 que se viene celebrando en la plaza La Florecita, Jalisco llegó, vio y triunfó, irradiando esa fuerza que sólo poseen las tradiciones bien entendidas y mejor asimiladas.

Y AUNQUE DE nueva cuenta los criterios maternalistas se sobrecogieron con la presencia de los novillos de don Aurelio Franco para una función sin picadores, la realidad es que estos festejos constituyen un examen necesario y oportuno para que los que sueñan con ser toreros se desengañen de una buena vez.

NO SE TRATA de que los muchachos realicen grandes hazañas toreras, sino de que en esta prueba importante, quizá la primera en su vida, se quiten de la cabeza ilusiones sin fundamento o se demuestren a sí mismos que pueden aspirar a comer de esto, ya que si salen airosos, más que haber llegado a alguna parte, inician el interminable calvario que rodea la vida de un torero.

CON 65 AÑOS de antigüedad, el hierro de don Aurelio Franco, vecino de Tepatitlán, Jalisco, no anda a las atinadas como tanto nuevo rico de la fiesta que supone que las tradiciones se pueden improvisar, sino que defensor de una ideología ganadera que antepone la dignidad del toro de lidia a los antojos de figurines y empresarios, manda toros para toreros, es decir, para que el lucimiento de éstos tenga importancia. Tres novillos fueron fuertemente aplaudidos en el arrastre.

QUIZÁ POR ELLO el público, que casi llenó los tendidos, aplaudió la decisión de Salvador Espinosa de cortarse allí mismo la coleta, y fue benévolo con los afanes de Alejandro Luna, Luis Breceda y Antonio Saucedo, esforzados pero sin recursos, que en el arte de la lidia ni basta el valor ni el cerebro es suficiente, sino que a éstos hay que añadir el corazón, esa exigencia de interioridad que sólo unos cuantos poseen.

Y TAMBIÉN POR ello, por la índole del ganado que tuvieron delante, fueron importantes los triunfos obtenidos por los dos novilleros jaliscienses, Guillermo Martínez y Rafael Robles, dos nombres cuyos portadores, si se emplean a fondo, pueden volver valiosos, no sólo famosos.

GUILLERMO MARTÍNEZ lanceó con mucho sabor a Romerito, fuerte y algo corto de embestida en la muleta. Aun así consiguió series por ambos lados con elegante naturalidad, quietud en las zapatillas y fuerza expresiva coronadas con un estoconazo. La merecida oreja abre un amplio porvenir a sus cualidades si no se distrae en el camino.

Y RAFAEL ROBLES -aires de Carnicerito en la plaza-, sin la estructuración de su paisano, dio a Orfebre, otro ejemplar con trapío y son, muletazos de gran sabor que calaron hondo en la gente. Con mucho todavía por recorrer, Rafael mostró que también tiene patas para gallo. Ojalá se le vuelva vicio seguir cortando orejas.