MARTES Ť 10 Ť ABRIL Ť 2001
Ť El obispo emérito de San Cristóbal descarta integrarse
Necesaria, una nueva instancia de mediación EZLN-gobierno: Ruiz
BLANCHE PETRICH
El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz, reconoció que México vive a partir del 2 de diciembre una "nueva etapa", y que al proceso de pacificación en Chiapas se le han abierto también cauces nuevos. Ante la oportunidad histórica de restablecer el marco de negociación entre el gobierno federal y el EZLN, comentó que no sería "adecuado ni sabio" volver a empezar de cero, sino que se debe "continuar desde donde se quedó este proceso."
Ruiz García aseguró que para la etapa de negociación entre las dos partes, una vez definido el formato, la agenda y los procedimientos, será indispensable establecer una instancia de mediación. Desde luego, añadió, "muy diferente" a la que él encabezó siendo obispo en la diócesis, al frente de la Comisión Nacional de Mediación (Conai). Sería, describió, una mediación de "nuevo tipo", en la que la sociedad civil "tenga una participación mucho más activa y un fuerte ascendiente moral".
Advirtió que él no siente "tentación" de volver a tener un rol protagónico en el proceso de negociación. "Desde el momento en que vimos que la Conai debería desaparecer, porque se terminaba una etapa, no hay ningún cosquilleo de regresar a la mediación, no sólo por no estar ya en Chiapas, sino porque es una etapa nueva, completamente diferente".
El prelado asistió anoche a la presentación del libro San Andrés, mesa I, derechos y cultura indígenas, del archivo histórico de la Conai. Este constituye la tercera obra de la serie Sendero de paz, editado por la asociación civil Servicios y Asesoría para la Paz (Serepaz), que actuó como brazo coadyuvante de la Conai mientras ésta estuvo activa como mediadora, antes de disolverse en junio de 1998.
Lo acompañaron Miguel Alvarez Gándara, secretario técnico de la Conai, y las dos compiladoras del libro, Dolores González y Pilar Ibargüengoitia.
Alvarez Gándara, por su parte, aseguró que en esta coyuntura "lo que está en juego es la reanudación del diálogo". Como pasos inmediatos, explicó, debe cumplirse con la próxima visita de comisionado de paz, el enlace del EZLN y la Cocopa a las siete posiciones que hasta hace poco ocupó el Ejército, para constatar si "efectivamente han sido liberadas; habrá que esperar que el Congreso apruebe una ley fiel a la iniciativa de Cocopa y finalmente se liberen todos los presos".
A partir de ahí, lo que sigue serán acuerdos previos entre las partes sobre el formato, la agenda, los principios y los procedimientos que tendrá la mesa de negociaciones. "Porque no es lo mismo reiniciar el diálogo que reiniciar las negociaciones".
"Todo indica -añadió Miguel Alvarez- que el comisionado Luis H. Alvarez y Yáñez harán estos ajustes "de manera directa". Después vendrá el reinicio de la negociación sobre la base de agenda y procedimiento que hayan acordado, y entonces se verá qué tipo de mediación se necesitará.
Ante la posibilidad de que la Conai fuera sustituida por una nueva mediación eclesial, probablemente por el nuevo obispo de San Cristóbal, Felipe Arizmendi, Alvarez Gándara explicó que deberá ser "un nuevo tipo de negociación más vinculada a la vida política nacional, con una incorporación más plena de actores civiles", sin contar "como un rasgo fundamental la eclesialidad".
Se refirió a la coyuntura de 1994 cuando Samuel Ruiz, como obispo titular de San Cristóbal, tuvo la confianza de las comunidades y fue visto por el gobierno federal como necesario para mediar. "Pero ahora, con los indígenas en un proceso de manducación distinta y don Samuel ya viviendo fuera de Chiapas, no es una posición natural que sea el mediador. Eso correspondió al papel particular de don Samuel cuando fue obispo."
Ruiz abundó sobre su percepción respecto a la necesidad de una nueva mediación: "Cuando hay un conflicto entre una parte de la sociedad y el Estado, una instancia que intermedie es la única forma de ir adelante y de tener garantías de que se avance. No hay un solo proceso de negociación que pueda prescindir de una intermediación."
Comentó también sobre la "marcha por la dignidad" del EZLN al Distrito Federal. "No fue un desfile glorioso, sino un suceso que aglutinó a la sociedad indígena y estimuló la participación de la sociedad civil, que es y debe ser el sujeto del cambio. Los zapatistas nunca dijeron que esa era su marcha, sino la asumieron como de la sociedad. Y marcó una etapa interesante que ha llevado al país a un momento irreversible, en el que la presencia indígena no podrá ser denegada."
Presionado por varios periodistas sobre su posible retorno como mediador o por su "ingerencia" en el actual proceso, el obispo emérito, ahora radicado en su natal Guanajuato, aclaró: "No estoy ausente de este proceso de paz, como ningún mexicano lo está. Todo mexicano tiene una acción que llevar a cabo. Antes de salir de la diócesis recibí la encomienda de los indígenas de seguir trabajando para hacer lugar al reconocimiento de su dignidad y de su personalidad como sujetos de la historia. Y eso es lo que he seguido haciendo".
Por último, Miguel Alvarez refirió que después del 2 de diciembre "se vive una etapa diferente a la del cerco, el deterioro y el impasse que caracterizó la última etapa del gobierno de Ernesto Zedillo", y se removió el cerco informativo, político y militar que impedía al EZLN ocupar su lugar como interlocutor a nivel federal, "para negociar el conflicto que tiene causas reconocidas como nacionales."
A partir de este avance, lo que está en juego, dijo, son "las distintas concepciones del proceso de paz". Recordó que la mesa de derechos y cultura indígenas es apenas el primero de los siete temas que fueron establecidos en la agenda formal de San Andrés Larráinzar. Y que el EZLN ha dejado ver "con claridad que le interesa pasar por la negociación de los demás temas. Por lo tanto, está claro que el paso inmediato que sigue no es la paz. Hacia allá va el proceso, pero se hacen necesarios otros pasos y esto es lo que está en juego", agregó Miguel Alvarez Gándara.