MARTES Ť 10 Ť ABRIL Ť 2001
Ugo Pipitone
El ALCA y su reluciente armadura
El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) acaba de recibir su impulso, probablemente, decisivo de la resolución adoptada por los ministros de comercio de 34 países del hemisferio. Ese acuerdo deberá ser ratificado en la tercera Cumbre de las Américas del 20 de abril en Quebec. Las negociaciones comenzarán en los próximos meses y el ALCA debería entrar en vigor, a más tardar, en diciembre de 2005. Incluso Brasil, que insistía sobre la importancia de fortalecer el Mercosur, parecería haber doblado las manos frente a la corriente contraria.
Si observamos en bloque los últimos dos siglos, los periodos de mayor crecimiento económico mundial coinciden con una aceleración del comercio internacional. Sin embargo, si miramos las cosas desde más cerca, descubrimos que en las últimas décadas el componente más activo del comercio internacional ha sido el comercio regional. Para entendernos, intraeuropeo, intrasiático y, a últimas fechas, intraestadunidense. La novedad de nuestro tiempo es la regionalización de la economía mundial. O sea, la creación de espacios de interdependencia y solidaridad entre países cercanos que buscan dotarse de identidades más amplias para enfrentar los mares agitados de la globalización.
En ese sentido, los primeros siete años del TLC de América del norte han sido un éxito considerable. Lo cual está muy lejos, sin embargo, de significar que el camino al desarrollo ya está pavimentado para un país como México. Faltan todavía muchas decisiones nacionales importantes sobre agricultura, administración pública y desarrollo regional en el sur del país, para sólo mencionar los temas más grandes. El libre comercio es una palanca no un Deus ex machina. ƑQué tiene que ver con esto el ALCA? Digamos rápidamente que el ALCA se parece a una forma ideológica para escaparse de los concretos problemas de cooperación y de solidaridad que se proponen a partir del TLCAN. El libre comercio pretende extenderse a todo el hemisferio, haciendo perder de vista las tareas previas, e ineludibles, de integración subregional.
TLCAN y Mercosur son los hechos reales de la actualidad a los que habría que dedicar la máxima atención: a la consolidación de dos espacios de desarrollo que aún están lejos de mantener sus promesas. Si miramos al TLCAN, siguen en campo problemas irresueltos que van del aspecto migratorio a la cooperación fronteriza, del virtualmente nulo impacto del libre comercio sobre las regiones meridionales de México a las políticas de desarrollo regionalmente financiadas. Y en lo que concierne al Mercosur, sería absurdo que en nombre de un fumoso proyecto de libre comercio hemisférico, no se diera respuesta a los problemas específicos de esta específica integración subregional. Y el problema cambiario es uno de ellos. Ahí está la abrupta devaluación de Brasil a principio de 1999 (que activó un peligroso juego a suma cero con sus socios del Mercosur) y la paridad peso argentino dólar, que requiere políticas monetarias con impacto negativo sobre el crecimiento propio y sobre el comercio subregional.
Ninguno de los problemas a los cuales se enfrentan las principales subregiones americanas en ese estadio de su propia maduración será resuelto gracias al ALCA. Al contrario, la ideología del free trade podría hacer perder de vista la necesidad de decisiones tan difíciles como impostergables en la consolidación de los esquemas de integración regional.
América Latina necesita reforzar esquemas subregionales de desarrollo y cooperación para dar un estirón hacia una identidad política menos construida sobre la retórica y más sobre caminos reales de desarrollo y de cooperación. Las dificultades son inmensas y muchos los fantasmas ideológicos que revolotean en el ambiente complicando el entendimiento del presente y de sus posibilidades. El ALCA no viene a clarificar ninguna perspectiva y servirá sólo a consolidar certezas ideológicas alrededor de la escasez de ideas serias sobre la profundización de los actuales esquemas de integración al norte y al sur del hemisferio. Una forma de huir hacia adelante.