MARTES Ť 10 Ť ABRIL Ť 2001
Emir Sader
Brasil, fuera del ALCA
Si el gobierno brasileño aprendió algo de los recientes embates comerciales internacionales, no debería mandar a su ministro de Industria y Comercio a la reunión de Buenos Aires, del 5 al 7 de abril, ni participar en la reunión en Quebec (Canadá), del 18 al 20 del mismo mes.
Quedó claro, para quien aún no había entendido, que el comercio internacional es un espacio de lucha de poder y que la OMC (Organización Mundial de Comercio) es un juez parcial. Se ve cada vez con más claridad que el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) es el proyecto estadunidense de consolidación de su hegemonía sobre el continente y que Brasil es el principal blanco, en razón de sus riquezas, porque está, en relación a países como Argentina y Chile, menos desnacionalizado; y porque es el que posee capacidad para articular un área propia de integración -que es la que Estados Unidos quiere consolidar como suya.
La estructura económica y de poder mundial se articula en torno a tres megamercados: Estados Unidos, Japón y el dúo Alemania-Francia organizando sus respectivas áreas para competir mejor a escala internacional. Con la recesión de la economía mundial, esa disputa se hará aún más aguda. Incluso sin ella, está claro que la política estadunidense de desplazamiento de sus corporaciones hacia regiones con mano de obra barata -como el norte de México y los bolsones de China e India- está en la base de su capacidad competitiva.
El continente entero está amenazado de convertirse en una zona franca para las corporaciones estadunidenses. O ni eso: las mercaderías producidas más cerca, en México, podrían desechar a Brasil y el resto del continente.
La integración al ALCA sería la consolidación, por un tiempo indefinido, de nuestra inserción subordinada al mercado mundial, sin la posibilidad siquiera de diversificarla, mediante alianzas como las que ahora la UE (Unión Europea) propone. A destiempo, porque podría haber formulado esa propuesta en la inútil reunión de junio del año pasado, en Río, que tuvo con América Latina.
Ante una economía que representa tres cuartos del continente sería suicidio, sería condenarse a ser una economía primaria, exportadora y permanentemente deficitaria en términos comerciales y de balance de pagos aceptar un proceso de integración como el del ALCA. Sin una integración previa de América Latina -por una ampliación del Mercosur o por otro mecanismo similar-, ninguna negociación equilibrada es posible con Estados Unidos.
El Foro Social Mundial de Porto Alegre aprobó, entre tantas otras iniciativas, convocar a plebiscitos nacionales en los distintos países latinoamericanos para que la ciudadanía decida sobre los acuerdos del ALCA, con por lo menos 120 días de anticipación como, por lo demás, fue el caso en la UE respecto de la unificación monetaria.
Un tema tan crucial como el de la integración soberana o subordinada -respecto del cual el gobierno no pidió mandato alguno en la campaña electoral de 1998- tiene que ser sometido al veredicto popular, si es que pretendemos respetar mínimamente las reglas democráticas. En Buenos Aires se presentará públicamente este proyecto.
Están invitados a juntarse todos los que mantienen la idea de un Brasil democrático y soberano, que pueda ser un nuevo punto de partida para la construcción de una sociedad justa. Si va a Buenos Aires, el ministro de Industria y Comercio de Brasil, está desde ya invitado a participar de esta iniciativa, que representaría un gesto de soberanía e independencia, y que haría que Brasil se comprometiese con el proyecto de construcción previa de integración latinoamericana.
El Congreso, por su parte, tiene la oportunidad de pronunciarse sobre el proyecto de ley presentado. En caso de que no asuma la responsabilidad de vigilar por la soberanía nacional, se debe organizar un plebiscito como aquél que se hizo sobre la deuda externa, en el que votaron más de 6 millones de personas, con la ciudadanía organizada responsabilizándose por expresar los intereses de Brasil.
De cualquier forma, pasa a ser un objetivo central de los que luchan por un país soberano y justo que Brasil esté fuera del ALCA y éste fuera de Brasil.
En eso jugamos nuestra integración: subordinada o soberana.